CAPÍTULO EXTRA

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(Kate)

Hace 2 años....

Tenía todo preparado para el primer día de tercero de la ESO, me vestí con mi vestido favorito y todos los accesorios que llevaba pensados para llevar este gran día.

Mientras desayunaba ya fantaseaba con mi reencuentro con Ginger, mi mejor amiga, que estaría conmigo durante todo el curso y compartiríamos muchísimos momentos guais.

-¿preparada para el primero día cielo?-preguntó mi madre entrando en la cocina, yo asentí felizmente con la cabeza antes de darle un abrazo de buenos días y coger la mochila dispuesta a coger el bus. Volver al instituto me produjo muchas emociones, los nervios de los exámenes, las risas de clases, los enfados entre amigas, aunque todo esto se esfumó cuando vi a Ginger, con su característico pelo azabache y sus bonitos ojos esmeralda, ella estaba hablando con Noelia, una chica muy popular con la que nunca había entablado una conversación.

No lo pensé mucho, eché a correr en su dirección dispuesta a darle un gran abrazo, hacía mucho que no nos veíamos, siempre que le decía de hacer algún plan, estaba ocupada, viajando, con su familia u otros amigos, por lo que no llegamos a quedar más de un par de veces, me había sentido muy sola, la había echado mucho de menos durante las vacaciones de verano.

No llegué a envolverla con mis brazos, ya que Gigner me frenó, con una mueca que no sabría describirla, una especie de disgusto, incomodidad y asco, mi corazón se rompió un poquito ante ese acto.

-¿Qué haces Kate, no ves que nos están mirando todos?-me susurró mirando a todos lados menos a mí, yo me crují los dedos nerviosa.

-Perdón

No intercambiamos más de un par de palabras cuando el timbre empezó a sonar, y los alumnos empezaron a subir a sus respectivas clases, Noelia y Ginger siguieron hablando mientras subíamos las escaleras y yo iba detrás de ellas, mirando a mi alrededor con expresión triste ¿cómo podía ser tan tonta? No debería haber ido a abrazarla, ¿cómo no me he dado cuenta? He hecho el ridículo.

Seguí lamentándome hasta que llegamos a clase, donde se me cayó el alma a los pies.

Las mesas eran de dos personas.

Miré a Ginger, recordando mis sueños de sentarnos juntas, aunque en esa misma realidad, la pelinegra me miro un par de segundos, para después dirigirse a una de las mesas con Noelia pisándole los talones, y sin más, se sentó y siguió hablando con la chica popular.

¿Qué hacía ahora?

Miré a mi alrededor, no tenía más amigas allí, la gente se sentaba rápidamente en las mesas del fondo, para poder estar lejos de la atención del profesor y yo pensaba a toda velocidad sobre que tenía que hacer.

No me quedó más remedio que sentarme en primera fila, con una chica que conocía de vista y empezó a hablarle sobre algo que no estaba escuchando.

Los siguientes días los puede clasificar como los peores, Ginger no me dirigía la palabra, y cuando le preguntaba que había pasado se limitaba a ignorarme o a decirme que no le aparecía hablar, y cada uno de esos momentos rompió mi corazón en pedazos, y la misma que lo había roto, intento arreglarlo poco después con celo, aunque nunca volvió a ser como el primero, y la cinta no sostiene algo tan importante como el querer a alguien.

Esa fue la primera de las tantas veces que me dejó sola, de las muchas veces que me avergonzó y me insultó, nunca respondía mal, las lágrimas que empapaban mi rostro cada noche era la prueba del dolor contenido durante el día. Y pese a todo, siempre me quedé a su lado, aunque fuera ella la que me abandonara, la que clavaba un puñal para después sacarlo, hasta solo quedar una persona llena de grietas, agujeros y heridas que eran demasiadas para poder ser sanadas.








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