Pinkie Promise

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Taehyun tenía un rostro bonito, demasiado bonito, eso fue lo primero que notó Beomgyu. Su mandíbula perfilada, pómulos redondos —que rendían completo honor a la etimología de la palabra poma—, ojos, tan grandes y profundos que lograban atraparte desde el primer instante que los encontrabas, su cara era un cuadro perfecto pintado a mano que Beomgyu era capaz de mirar por horas y horas, escrutando sus mínimos detalles y buscando más de su historia entre sus rasgos.

Sin embargo, había algo que resaltaba por encima de todo y eso era el cabello teñido. Para algunos, un simple cambio de look por gusto —o para entrar en tendencia—, pero para Gyu, era un sinónimo de rebeldía y libertad, algo que le parecía valiente y atractivo, quizá sólo porque eran cosas que él no se atrevería a hacer.

Ese día —a pesar que su rostro seguía manteniendo esa armonía casi celestial— se veía demasiado agotado. La noche había sido pesada, todos sus esfuerzos se habían desvanecido en ríos de lágrimas y gritos agudos; el pánico lo sobrepasó y sólo podía balbucear tonterías, al punto que los doctores habían tenido que intervenir con Clonazepam para parar con su delirio. La gran dosis en su sistema lo noqueó casi de inmediato y había permanecido así durante casi todo el día, pero era algo que —incluso él— prefería.

¿Por qué? Porque podía soñar, porque podía vivir.

El único lugar donde Kang Taehyun era auténticamente feliz, era en sus sueños, o cuando estaba lo suficientemente dopado para soñar despierto.

Dentro del lugar más recondito de su mente, él podía ser un artista de museo, por quien la gente peleaba para conseguir una entrada a su exposición, dónde la mayor atracción era el mismo y su poesía. Muy al fondo de su juicio realista, en ese espacio donde podía liberar sus escenarios ficticios, él era algo más que un simple chico con una cuenta de Instagram. Pero el detalle de su imaginación concebía un despertar desolador.

En sus sueños podía correr, conocer, viajar, incluso podía volar, así que el tener que poner los pies en la tierra llegaba afectarlo al grado que no quería salir de la cama, porque sí, Taehyun también estaba deprimido, más de lo que le gustaría admitir, más de lo que le gustaría aceptar. Para alguien como Taehyun, despertar se sentía como caer de la nube más alta a un frío concreto. Dolía tanto, que los narcóticos controlados empezaban a volverse sus mejores amigos, aun cuando no estaba internado. 

Beomgyu se había sentado a su lado hacía un rato, con la cabeza vagando entre laberintos de preguntas y el expediente sobre sus piernas, ¿qué tan buena idea era leerlo? ¿Por qué se sentía como si estuviera cometiendo un crimen? Se supone que hace eso con todos los paciente, no entendía qué era lo que lo frenaba a pasar de los primeros datos que sólo contenían su nombre y edad. Quizá, Beomgyu tenía encontrar algo que no pudiera sobrellevar.

Aún así, mientras los minutos pasaban y se empezaban a devorar las horas, sus ojos curiosos ya se deslizaban por el corto diagnóstico que resaltaba algo importante: Lupus.

El pelinegro conocía bien esa enfermedad, la había estudiado algunas veces y entendía que era algo difícil de tratar, pero no imposible, incluso conocía gente que vivía una vida normal, al punto de tener una familia propia. 

El caso de Taehyun no era tan distinto a algunos otros que había visto. Había sido ingresado unos días atrás por culpa de una infección en el estómago que se fue un poco más grave por culpa de las bajas defensas, —por suerte— estaba estable, pero su cuerpo se había descompensado nuevamente y necesitaba tener fuerza para poder ser dado de alta.

Si a Taehyun le ponían a hacer una lista de cual había sido su peor recaída, ésta no estaría ni en el top diez, definitivamente estaba lejos de ser la que más lo ha preocupado, pero sí era la que más lo había afectado físicamente, pues entre vómitos y evacuaciones casi líquidas, había perdido más de cuatro kilogramos en poco tiempo y de manera abrupta, dejándolo más débil de lo que esperaba y —consecuentemente— más susceptible a los daños colaterales de su enfermedad.

ALBA | taegyu TXTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora