Un nuevo problema

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Silencio, todo era silencio. Jamás se habían imaginado que un viaje en auto con dos personalidades como la de Hyuka y Gyu podría asemejarse tanto a un recorrido luctuoso en una carroza fúnebre.

La incomodidad había cesado, pero el silencio sonaba tan fuerte que estaba dejando sordos a los cuatro chicos dentro del auto, ni siquiera las canciones de la radio pudieron hacer más ruido que la quietud de los pasajeros traseros.

En cuanto llegaron al hospital, ambos tomaron caminos separados, bajaron las cajas del maletero y simplemente cumplieron la función de moverlas como si fueran dos NPC con comandos asignados.

Soobin suspiró, se sentía frustrado, sabía que aquello no pasaría desapercibido para los niños, y dicho y hecho, las preguntas de las pequeñas cabecitas no tardaron en aparecer en cuanto los adultos empezaron a convivir —o más bien, a no hacerlo— entre ellos.

- ¿Por qué Beomgyu hyung y Hueningkai hyung ya no se quieren? - Preguntó un pequeño, dirigiéndose a Soobin, quien repartía varias hojas y lápices de colores.

- ¿Cómo? - Dudó, enarcando las cejas.

- Jiwoo noona me dijo que ya no se quieren. - El niño se encogió de hombros, tomando la hoja de papel y recargando sus brazitos sobre la mesita de cama que reposaba sobre su  camilla. - Hoy está muy silencioso y ellos no están jugando. - Bufó. - Estoy aburrido.

- ¿A-Aburrido? - Soobin se sintió entre la espada y la pared, porque no sabía cómo explicar la situación.

- Sí, aburrido. - El infante tomó uno de los lápices de colores y empezó a dibujar, desganado, como si aquello fuera una tarea obligada en vez de un ejercicio divertido. - ¿Cuánto tiempo vamos a estar así? - Preguntó, sin despegar la hoja del papel.

- No te preocupes. - El mayor acarició su cabeza. - Kai y Gyu están cansados porque tuvieron un fin de semana agotador, pero verás que todo va a volver a ser como antes. - Dijo, en un intento de elevar el ánimo del niño y —aunque fingiera que no— el suyo propio.

- Esperemos que sí. - Le respondió, dando a entender que la conversación había llegado a su fin.

Soobin se alejó de la camilla, largó otro suspiro y dejó lo que llevaba consigo sobre uno de los escritorios que adornaban el centro de la sala.

- Estás pensando demasiado fuerte. - Susurró Yeonjun, acercándose hasta el más alto con media sonrisa en el rostro. - ¿Pasó algo malo?

- Hoy está muy silencioso. - Respondió, sin quitar la mirada del pequeño con quien había hablado hacía unos segundos. - ¿No lo notas? El día está muy aburrido. - Añadió.

- Hmmm. - Yeonjun tomó aire. - Sí.

- Aunque queramos pretender que no, el que Hueningkai y Beomgyu no se hablen afecta mucho a la armonía del grupo, ¿no crees? - Recargó ambos codos sobre el escritorio y se pasó las manos por el cabello, despeinándose un poco.

- ¿Y qué podemos hacer? - Yeonjun lo imitó. - Hueningkai no quiere hablar con él todavía y Beomgyu no puede obligarlo a escucharlo. - Bufó. - Todo parece tan sencillo y a la vez tan complicado, no me quiero imaginar cómo será el ambiente cuando Taehyun esté aquí.

- También lo pensé. - Susurró Soobin. - Se supone que todos somos amigos, pero esto se tensó demasiado. - Miró a su novio, implorando silenciosamente que le diera una solución, pero él tampoco la tenía.

- Será que debemos darle tiempo al tiempo. - Se encogió de hombros, para luego incorporarse por completo y continuar con sus actividades.

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ALBA | taegyu TXTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora