〔:🍓:〕「 5 」 ༄˚⁎⁺˳✧༚

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—Hoy también vas a ver a Tomo, ¿verdad?

Heizou cerró su taquilla después de hacer aquella pregunta. Kazuha estaba a su lado, como siempre, guardando unos libros en la suya.

—Sí, claro. Ya sabes que voy todos los días.

—¿Y a qué hora vas?

—Salgo de casa a las cuatro y media. ¿Por?

Heizou se encogió de hombros.

—Nah, quería quedar contigo. No puedo esperarme al sábado que viene. ¡Queda más de una semana! —resopló.

Lo cierto era que Kazuha también quería pasar algo más de tiempo con él. Quería saber cómo era Heizou fuera del instituto, cómo sería dar un paseo con él por la ciudad o algo así.

—Podemos vernos cuando regrese de ver a Tomo —dijo el peliblanco—. Puedo volver un poco antes de lo normal, a las siete y media o así. Lo entenderá.

—Oh, ¿en serio?

Kazuha asintió.

—Vas en tren a Ritou, ¿verdad?

–Sí. Es más rápido que el autobús.

—Entonces te esperaré en la estación. Y damos una vuelta o algo... Podemos ir al centro comercial, que no queda demasiado lejos. O no sé...

—Improvisaremos —sonrió Kazuha—. A donde nos lleve el viento.

El peliblanco terminó de dejar libros en su taquilla y de guardar en su mochila los que necesitaba llevarse a casa. Con una gentileza con la que Heizou sabía que nunca podría cerrar su taquilla defectuosa, Kazuha cerró la suya.

El de ojos verdes seguía allí parado a su lado, apoyado en las taquillas, esperando a Kazuha. En vez de dejar que el silencio se instalara entre ellos, Heizou hablaba de lo primero que se le venía a la cabeza y terminó contándole al peliblanco que era vigilante de pasillos en el instituto, saltando rápidamente a otro tema que no tenía nada que ver como eran unos sueños extraños que había tenido.

Desde que eran más cercanos, no solo compartían tiempo en las taquillas. También se acompañaban de camino a casa, pues descubrieron que seguían la misma ruta hasta cierto punto en el que tenían que despedirse —eso por el momento hasta que Kazuha tuviera que cambiar de hostal—. Disfrutaban de la compañía del otro, así que todo el tiempo que pudieran pasar juntos era más que bienvenido.

Cada vez pasaban más tiempo con el otro, cada vez se conocían más y cada vez se tenían más aprecio. Y esa tarde en el tren, yendo a Ritou para ir a visitar a Tomo, Kazuha se percató de una cosa: se sentía más feliz desde que conocía a Heizou.

Estando en el tren, su móvil vibró en su bolsillo. Sin tener nada mejor que hacer, comprobó a qué se debía. Resultó que Heizou estaba mandándole mensajes y Kazuha esbozó una sonrisa al ver cómo la pantalla de su móvil se llenaba de notificaciones. Al parecer Heizou no era capaz de enviar un mensaje de más de dos líneas, haciendo así que Kazuha recibiera muchos mensajes suyos en muy poco tiempo. Sin poder contener más la curiosidad, entró al chat a ver qué quería su amigo.

No era nada realmente relevante; tan solo le estaba contando el sueño que había tenido durante la siesta de la que se acababa de despertar. Los sueños de Heizou eran bastante interesantes y curiosos y siempre los contaba con todo lujo de detalles, así que Kazuha disfrutaba cuando los compartía con él. Desde que aquella vez al peliblanco le había surgido una idea para una canción a partir de un sueño de Heizou, el de ojos verdes le contaba todos los sueños que lograba recordar.

Kazuha se pasó los doce minutos que quedaban de trayecto intercambiando mensajes con Heizou. Del tema del sueño pasaron a hablar de lo poco que les agradaba a los dos la profesora de lengua Yae Miko, que además era la subdirectora del instituto; y después de eso Heizou, sin venir a cuento, le recomendó que viera una serie muy interesante sobre detectives a la que estaba enganchadísimo.

Sin muchas ganas de hacerlo porque quería seguir hablando con él, Kazuha tuvo que despedirse. Ya hacía rato que había salido de la estación y estaba a unos metros de la entrada del hospital. Siempre silenciaba el móvil cuando estaba con Tomo para asegurarse de que aprovechaba al máximo la tarde con él, así que avisó a Heizou de que,
si no respondía, era porque seguía allí. Y también le dijo que le escribiría cuando hubiera salido del hospital.

Guardó por fin el móvil en el bolsillo. Suspiró antes de entrar al hospital y en cuanto cruzó el umbral de la puerta, como siempre, saludó a la enfermera en recepción, se dirigió al ascensor y buscó la habitación ciento treinta y cuatro.

Serendipia [Heikazu] (High School AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora