Serendipia [Heikazu] (High School AU)

〔:🍓:〕「 29 」 ༄˚⁎⁺˳✧༚

Kazuha esperaba que el padre de Heizou lo mirara con desprecio o incluso con asco. Durante el trayecto hasta la casa de su novio había tenido que utilizar mil y un métodos para apartar los nervios de verlo en persona otra vez —esta vez en calidad de pareja y no solo de amigo— y se había imaginado innumerables escenarios sobre cómo podía salir aquello.

Sin embargo ahora, con la mano del padre de su novio estrechando la suya con una firmeza que le resultó solemne, todos sus esquemas se rompieron por completo. No veía esa repulsión con la que esperaba encontrarse en sus ojos y de su boca no salían más que palabras amables y cordiales. No esperaba que el propio hombre fuera quien tuviera la iniciativa de recibirlo con aquella formalidad y buenas maneras.

Sus comisuras curvadas, sus ojos entrecerrados por la sonrisa y unas ligeras arrugas junto a estos por su expresión risueña. Aquella no era ni de lejos la cara con la que Kazuha esperaba encontrarse al padre de Heizou. Mucho menos esperaba que le dijera que se sintiera como si fuera su propia casa y que sería bienvenido bajo ese techo siempre que llamara a la puerta.

Kazuha se quedó completamente atónito después de un breve intercambio de palabras con él, disimulando el desconcierto que sentía con una sonrisa jovial.

Cuando la conversación terminó, Heizou lo llevó hasta su habitación para ponerse a hacer deberes y demás. Fue entonces cuando Kazuha habló:

—No esperaba que tu padre me recibiera con tanta amabilidad.

—¿Te lo has creído? —rio Heizou.

—¿Eh?

—Te ha mentido en la cara, Kazu. Totalmente. Desde lo que te ha dicho hasta sus gestos.

—¿En serio?

—Recuerda que me dijo que me apoyaba, así que actúa como si me apoyara, como si le pareciera bien que esté saliendo contigo. Pero la verdad es que no opina eso. Por eso tiene que fingir de esa manera y es una lástima que sea su hijo quien tenga que destapar sus mentiras. —Se encogió de hombros—. ¿Sabes? Quizá me habría ahorrado tanto sufrimiento si no tuviera este talento que tengo y me hubiera tragado todas las mentiras que me decía y todas las sonrisas que forzaba.

—No sé yo si...

—Pero la verdad está para ser dicha y a veces duele, supongo —lo interrumpió—. No me apetece hablar más de esto. ¿Empezamos con los deberes?

Kazuha sonrió. Definitivamente cualquier cosa era mejor que seguir con ese tema.

—Empecemos, sí.

Libros y libretas cubrieron el escritorio de Heizou, quien fue un momento hasta el salón para traer una silla donde Kazuha pudiera sentarse, pues en su cuarto solo tenía una. Así, aunque hablaban de cosas que poco tenían que ver con la tarea de matemáticas que estaban haciendo, se pusieron manos a la obra con los deberes.

En una de esas, Heizou habló, mencionando un tema al que había estado dándole vueltas:

—Oye, Kazu —dijo—, ¿tú te pintarías las uñas?

El peliblanco se encogió de hombros, sin dejar de escribir en su libreta.

—Sí, supongo.

—Es que se me ocurrió una idea y necesitaba saber eso antes de proponértela.

—¿Y cuál es esa idea tuya?

—Yo me pinto las uñas blancas y esta —se señaló el dedo anular— de color rojo y tú te las pintas burdeos y esta negra. Como el pelo del otro, ¿sabes? Mi color de pelo, el tuyo, nuestras mechas...

—Sería lindo —sonrió Kazuha—. Me gusta.

—¿Sí? —exclamó Heizou—. Intuí que te molaría la idea así que ya compré los pintaúñas para los dos —rio.