〔:🍓:〕「 25 」 ༄˚⁎⁺˳✧༚

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Al día siguiente, no fue hasta después del almuerzo cuando Heizou se decidió a hablar con su padre a pesar del mal desenlace que preveía. De todos modos ya estaba acostumbrado a sentirse un error para él, así que estaba convencido de que le importaba poco, lo cual era una mentira que él mismo se quería creer.

Heizou soltó todo el aire que tenía en los pulmones antes de entrar al salón, donde estaba su padre. El corazón se le iba a salir del pecho y la sangre le retumbaba en los oídos. No estaba para nada lleno de optimismo y su intuición le decía que eso no iba a salir bien, pero quería hacerlo. No, en realidad no quería hacerlo, pero su madre le había insistido en que lo hiciera. Tal vez quería hacerlo por ella. Ella sí era buena con él, lo apoyaba y en sus ojos no brillaba esa desaprobación que estaba acostumbrado a ver en los de su padre.

Entendía lo que la mujer había querido decirle. Era su padre después de todo, así que merecía saber que estaba felizmente involucrado en una relación amorosa con Kazuha. Merecía conocer la felicidad de su hijo, pero aun así a Heizou le daba en la nariz que aquello no era tan buena idea.

Sin más, sintiendo ya las desagradables cosquillas de que eso iba a salir mal incluso antes de haber abierto la boca, entró al salón y se sentó en el sofá junto a su padre. Entrelazó los dedos para disimular cuánto le temblaban las manos.

—Papá —lo llamó con una voz que temblaba casi tanto como sus manos—, ¿puedo hablar contigo un momento?

Los ojos verdes del hombre se despegaron del televisor para mirar a su hijo. A Heizou a veces lo llegaba a asquear ver cuánto se parecían físicamente.

—Verás, eh... Yo... Ahora mismo estoy... Uhm... —Tragó saliva. Intentó animarse a sí mismo con pensamientos positivos, pero su intuición no dejaba de gritarle que aquello no iba a acabar bien—. Estoy saliendo con alguien... Tengo pareja, sí...

Su padre asintió con la cabeza y sonrió. Lo alegraba recibir aquella noticia. Su hijo siempre estaba encerrado en su cuarto, viendo series de detectives, leyendo novelas policiacas, jugando videojuegos o estudiando los apuntes que la chica esa de la Academia Tenryou le prestaba. Le hacía mucha ilusión saber que Heizou estaba saliendo con alguien.

—Me alegro, me alegro —aseguró—. ¿Y qué tal? ¿Lleváis juntos mucho tiempo? ¿La conozco?

Ese fue el primer dardo que se le clavó a Heizou en el pecho: su padre había asumido que estaba saliendo con una chica. Su intuición no dejaba de persuadirlo para que desistiera, pero él siguió adelante. No sabía si en ese momento era valiente o estúpido.

—Sí lo conoces, sí —respondió, apenas vocalizando el pronombre masculino. Por Los Siete, se le iba a salir el corazón del pecho. Tenía miedo—. Uhm... Se quedó... Eh... Se quedó a dormir en casa una vez... ¿Te acuerdas?

La voz no dejaba de vibrarle y el labio inferior también empezó a temblarle. Se estaba arrepintiendo de haber comenzado aquella conversación.

—¿Aquí en casa? Que yo recuerde nunca has traído a una chica a dormir.

Heizou tragó saliva. Inspirando profundamente, decidió soltarlo todo seguido, todo de golpe. Ya temía la reacción de su padre: sus falsas palabras de apoyo combinadas con su mirada de desaprobación y su expresión de decepción. Justo como cuando le dijo que quería ser detective. Ya se lo esperaba.

—Tú sí estabas aquí cuando se quedó a dormir... —Un nudo en la garganta le impidió seguir hablando y tuvo que tragar saliva antes de continuar—. Es... Es... Joder... —Resopló—. Es Kazuha, papá...

—¿Kazuha? —repitió el hombre, abriendo desmesuradamente los ojos.

—Estoy saliendo con Kazuha, sí. Él y yo... Bueno, eso... Somos novios.

A Heizou le bombeaba la sangre en los oídos con tanta intensidad que apenas podía escuchar su propia voz. Quiso que el sofá se lo tragara al ver la expresión de su padre, una consternada expresión de circunstancias como si Heizou acabara de confesarle un crimen. Tan solo le había dicho que estaba en una relación con Kazuha. ¿De verdad tenía que poner esa cara?

El hombre se pasó la lengua por los labios que se le habían quedado secos al recibir la noticia. Aunque Heizou ya estaba listo para que lo hiciera sentirse mal de alguna forma, sus siguientes palabras igualmente le sentaron como una puñalada:

—¿Estás seguro de que no estás confundido? —le preguntó—. Podría ser que tan solo seáis muy buenos amigos, ¿no? A ver, no quiero que te lo tomes a mal, pero podría ser eso, ¿verdad? Estas en una edad en la que no identificas bien tus emociones y...

Heizou no podía aguantarlo más, pero se obligó a no romper a llorar delante de su padre a pesar de las barbaridades sin sentido que estaba diciéndole. Tensó la mandíbula para controlar algo el temblor de sus labios y se esforzó sobremanera en ignorar las lágrimas que le picaban los ojos.

—Papá... —lo interrumpió—. Kazuha me gusta... Me gusta mucho... No estoy confundiendo absolutamente nada... Sé lo que siento por él y sé que lo quiero...

La forma en la que su padre lo miraba a los ojos significaba que todavía se negaba a aceptar los hechos.

—¿De verdad lo quieres? —se sorprendió, como si fuera imposible que un chico pudiera querer a otro chico.

—Sí.

—Comprendo. En ese caso, espero que os vaya bien juntos, que os queráis, que os apoyéis y que os respetéis. —Le puso una mano en el hombro, como si con un gesto tan sencillo pudiera remediar las cosas que había dicho—. Tienes todo mi apoyo, Heizou.

Pero esas palabras eran humo. Una vez más, estaban vacías. Porque lo verdaderamente importante era el brillo de sus ojos y sus labios apretados. En una nueva ocasión, Heizou pudo ver cómo su padre le mentía a la cara y cómo le dejaba intuir con su expresión que en realidad se volvía a sentir decepcionado con su hijo. Otra vez, por Los Siete. Heizou estaba harto.

Considerando que ya estaba todo dicho, Heizou se fue del salón, se encerró en su cuarto y rompió a llorar en silencio de rabia, de impotencia, de frustración; con la respiración agitada y ahogando sollozos en la almohada que abrazaba, sintiendo cómo la devastadora sensación de estar decepcionando a su padre con sus decisiones y sentimientos volvía a caerle encima.

¿Por qué le afectaba tanto lo que ese capullo pensara? ¿Por qué necesitaba tener su aprobación para ser feliz? ¿Por qué sentía que todo lo que hacía era un error? ¿Por qué le daba miedo decepcionarlo todavía más? ¿Por qué le importaba tanto su opinión? ¿Por qué le dolía no cumplir con las expectativas que el hombre tenía de él?

Porque realmente quería saber cómo se sentía contar con el apoyo de su padre, por supuesto. Al menos una vez, solo una única vez. ¿Era mucho pedir?

Serendipia [Heikazu] (High School AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora