/Ariza/
Han pasado varias semanas desde que llegué a Levana y las cosas han estado bastante bien, al menos lo suficiente para acostumbrarme a la vida en este lugar.
Una de las razones es que la reina siempre comparte conmigo, al menos una vez al día nos sentamos a hablar y gracias a eso, no me siento tan sola. No sólo he aprendido del planeta y ciertas reglas y costumbres, también lo hice de la reina. Al igual que yo, no pertenece a este planeta. Llegó aquí desde el planeta Adara cuando tenía 16 años porque su familia y la del rey, la habían comprometido. Tuvo que ganarse el cariño del pueblo y también el del rey, porque aunque las cosas ya estaban decididas entre ellos, ella no quería un matrimonio sin amor.
Pero no ha sido sólo por ella.
Me paso gran parte del día con Katsuki. Aun si ya terminé mi mapa del castillo, siempre estoy en los entrenamientos molestándolo, según él. Pero algo que he comenzado a notar en ambos es que hemos formado y aceptado una extraña amistad, él suele mostrarse menos irritado cuando hablo o hago exactamente lo que no debo, y yo me he habituado a su humor cambiante.
La otra parte del tiempo me la paso dando vueltas por el castillo de noche o por el pueblo fuera del castillo, del que no puedo alejarme tanto por órdenes del rey. Y aunque ya estoy familiarizada con esta parte del planeta y su gente, ellos no. No importa cuánto llevo aquí, las personas fuera del castillo siguen mirándome con recelo.
Abro la libreta y la acomodo sobre mis piernas, las que dejó colgar al vacío sobre el techo. Miro el último dibujo que hice y hago una mueca. Me resistí bastante el dibujar a la familia real, había comenzado a dibujar un par de desconocido para poder distraerme pero las ganas de plasmarlos en mi libreta son agotadoras.
Así que ayer comencé con un imperceptible boceto de la reina. Creo que es mejor comenzar ella. Dibujar al rey me pone tensa y la idea no me hace tantas ilusiones, y dibujar a Katsuki me genera ciertos nervios.
Katsuki está peleando con unos tipos enormes mientras intento dibujar a la reina. La brisa que corre es demasiado fría y la ropa que llevo no es nada abrigadora, tiemblo por millonésima vez y lo miro molesta.
*¿Si sabes que hace mucho frío?-suelto molesta, él me da una mirada de reojo rápida-te dije que me esperaras para buscar ropa pero su alteza no pudo esperar dos segundos-lo escucho gruñir pero lo ignoro-¿acaso te ibas a perder algo nuevo del entrenamiento?-cuestiono escuchando sus golpes volverse más duros y sé que comienzo a irritarlo-siempre haces lo mismo y ninguno de tus soldaditos iba a irse porque te tardaras un minuto más.
*¡Ya!-grita molesto-¿si sabes que te quejas mucho?-espeta enojado.
*No más que tú-sigo ignorando su tono de molestia y la advertencia que me dan los soldados a través de la mirada-¡Katsuki!
*¡Ya te oí, exagerada!-suelta molesto.
*Tú no lo sientes porque estás entrenando pero yo estoy quieta recibiendo todo el frío.
*Entonces muévete-contesta irritado.
*¿Acaso se te olvidó lo que pasó la última vez que me puse a caminar por el techo?-lo escucho gruñir-exacto y terminaste regañándome a mi-sus golpes se vuelven lo suficientemente fuertes para alejar a los hombres con los que entrena y hace la seña con la mano para pausar la pelea. Creo que es para venir a regañarme, pero lo veo descender y al minuto vuelve con una tela roja en las manos, la que lanza a mis piernas.
*Abrígate con eso y deja de quejarte-me gruñe.
Hago una mueca de burla cuando me da la espalda y estiro la tela, sonrío. Es una tela gruesa y suave que alcanza a cubrirme bastante bien cuando la acomodo sobre mis hombros, el calor comienza a generarse y me siento mejor, le sonrío incluso cuando sé que no me ve.

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Princesa perdida
RastgeleCuando te presentes ante el rey dile que la encontré...dile que encontré a la princesa perdida.