Dorian se fue con Demon a los establos, donde había tres guardias muertos, los mismos que se metieron conmigo hacía ya tiempo, y descubrió que el animal había roto las cadenas y los barrotes, debía estar muy nervioso para haber hecho algo así. Tocaba reforzar las cadenas.Mientras la bestia y su amo estaban ausentes no me pasaron desapercibidas las miradas silenciosas de los que me rodeaban.
Tragué saliva, nerviosa, y las ignoré mientras iba hacia Cebrián a un paso demasiado rápido para aparentar que estaba tranquila. Mi amigo era el que estaba más alejado y lo agradecí porque cuando llegara hasta él no me oiría nadie.
-Ayúdame a escapar -le susurré, asustada.
-¿Cómo dices? -arqueó las cejas.
Cebrián y Erco no sabían que Dorian me había ordenado quedarme quieta.
-Lo he desobedecido, ahora sabe que soy inmune.
Si no me tranquilizaba iba a darme un ataque.
-¿Cómo has hecho eso? -seguía mirándome, pálido.
-¿A caso has escuchado una palabra de lo que te he dicho?
Esa conversación no me estaba ayudando para nada a controlar mis nervios pero al menos respondió a mi pregunta.
-No te matará delante del invitado, le has salvado la vida.
-¿Eres imbécil?
No sabía ni por qué le preguntaba, sí que lo era, un maldito desgraciado que no le daba importancia a algo tan grave.
-No te enfades, eres tú la que se lo ha buscado.
<<¿Disculpa?>>
-Ayúdame -repetí.
-No puedo hacer nada.
Mis manos se convirtieron en puños.
-Creí que era tu amiga.
-Y lo eres, pero no puedo interponerme, no puedo traicionarle.
Me clavé las uñas en las palmas, estaba demasiado furiosa.
-Él te traicionó a ti -quizás recordarle a su esposa muerta no había sido la mejor idea pero me daba igual.
-Deja de inmiscuirte en mi vida -se defendió-, tú no sabes nada.
-Solo sé que te tomaba por otra clase de persona, pero está bien, no me ayudes, no te necesito -intentaba mantener el tono bajo para que los demás no me oyeran, y era muy difícil con mi creciente ira-. Voy a salir de aquí yo sola -me di la vuelta.
-Si intentas huir tu muerte será mucho peor que si te quedas.
Volví a mirar sus ojos marrones.
-¿Y qué quieres que haga?, ¿que me quede aquí de brazos cruzados?
-Convéncelo -sugirió.
Alcé las cejas al oír esa estupidez.
-Convéncele de que puedes servirle aún sin obedecer sus ordenes.
-Dudo que tenga algo de piedad conmigo, no después de lo que escuché.
-Lo sé, lo más probable es que no lo consigas, pero al menos morirás intentándolo.
-¿Bromeas?
Su cara seria me mostró que no lo hacía y apreté mi mandíbula con una fuerza extrema.
-Esto no es divertido para mi -dijo, suavizando su tono de voz y dejándome ver una expresión triste-, me gustaría ayudarte, créeme, pero no voy a enfrentarme a su ira, si intentas escapar los guardias te atraparán y te entregarán a él.
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EN EL CORAZÓN DE UN MONSTRUO
FantasyEn un reino donde tener sentimientos es signo de debilidad, donde los humanos son tratados como inferiores, lo más peligroso para un corazón es amar. Tania vivía una vida tranquila en las montañas, tenía un trabajo, una familia, a su amiga Susan...