CAPÍTULO-28

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Dorian se fue con Demon a los establos, donde había tres guardias muertos, los mismos que se metieron conmigo hacía ya tiempo, y descubrió que el animal había roto las cadenas y los barrotes, debía estar muy nervioso para haber hecho algo así. Tocaba reforzar las cadenas.

Mientras la bestia y su amo estaban ausentes no me pasaron desapercibidas las miradas silenciosas de los que me rodeaban.

Tragué saliva, nerviosa, y las ignoré mientras iba hacia Cebrián a un paso demasiado rápido para aparentar que estaba tranquila. Mi amigo era el que estaba más alejado y lo agradecí porque cuando llegara hasta él no me oiría nadie.

-Ayúdame a escapar -le susurré, asustada.

-¿Cómo dices? -arqueó las cejas.

Cebrián y Erco no sabían que Dorian me había ordenado quedarme quieta.

-Lo he desobedecido, ahora sabe que soy inmune.

Si no me tranquilizaba iba a darme un ataque.

-¿Cómo has hecho eso? -seguía mirándome, pálido.

-¿A caso has escuchado una palabra de lo que te he dicho?

Esa conversación no me estaba ayudando para nada a controlar mis nervios pero al menos respondió a mi pregunta.

-No te matará delante del invitado, le has salvado la vida.

-¿Eres imbécil?

No sabía ni por qué le preguntaba, sí que lo era, un maldito desgraciado que no le daba importancia a algo tan grave.

-No te enfades, eres tú la que se lo ha buscado.

<<¿Disculpa?>>

-Ayúdame -repetí.

-No puedo hacer nada.

Mis manos se convirtieron en puños.

-Creí que era tu amiga.

-Y lo eres, pero no puedo interponerme, no puedo traicionarle.

Me clavé las uñas en las palmas, estaba demasiado furiosa.

-Él te traicionó a ti -quizás recordarle a su esposa muerta no había sido la mejor idea pero me daba igual.

-Deja de inmiscuirte en mi vida -se defendió-, tú no sabes nada.

-Solo sé que te tomaba por otra clase de persona, pero está bien, no me ayudes, no te necesito -intentaba mantener el tono bajo para que los demás no me oyeran, y era muy difícil con mi creciente ira-. Voy a salir de aquí yo sola -me di la vuelta.

-Si intentas huir tu muerte será mucho peor que si te quedas.

Volví a mirar sus ojos marrones.

-¿Y qué quieres que haga?, ¿que me quede aquí de brazos cruzados?

-Convéncelo -sugirió.

Alcé las cejas al oír esa estupidez.

-Convéncele de que puedes servirle aún sin obedecer sus ordenes.

-Dudo que tenga algo de piedad conmigo, no después de lo que escuché.

-Lo sé, lo más probable es que no lo consigas, pero al menos morirás intentándolo.

-¿Bromeas?

Su cara seria me mostró que no lo hacía y apreté mi mandíbula con una fuerza extrema.

-Esto no es divertido para mi -dijo, suavizando su tono de voz y dejándome ver una expresión triste-, me gustaría ayudarte, créeme, pero no voy a enfrentarme a su ira, si intentas escapar los guardias te atraparán y te entregarán a él.

EN EL CORAZÓN DE UN MONSTRUODonde viven las historias. Descúbrelo ahora