Habían pasado dos días y Dorian regresó con tres guerreros estelares amigos del fallecido, enviados por orden del rey para matarme. Dorian entró en la habitación de su amante para mantenerme informada de su regreso y los tres "justicieros" no dieron acto de presencia.-¿Y no quieren...? -tragué saliva.
-Sí, están ansiosos por vengarse, aunque prefieren atormentarte con su presencia, no quieren que sepas en qué momento exacto van a matarte, su intención es que pases tus últimas horas de vida con miedo, una especie de tortura bastante original.
¿Una tortura bastante "original"? Me hirvió la sangre.
-Si no te importa -sonreí forzadamente- preferiría pasar mis últimas horas sola y aterrada que contigo aquí dando dolor de cabeza.
Dorian pareció retener una media sonrisa, no sé qué le divertía tanto ni me importaba su extraño carácter, quería estar sola y ver su cara perfectamente alineada me invitaba a descolocársela a golpes. Por suerte se dio la vuelta y se largó, era inútil discutir, ya daba lo mismo, yo había perdido.
<< ¿En serio vas a rendirte? >>
-Estoy encerrada en esta mansión -respondí a Céfone, sintiéndome abatida.
<<No eres la chica que yo conozco>>
-Quizás no me conoces tan bien -me crucé de brazos.
<<La chica que conozco haría todo lo posible para sobrevivir>>
Tenía razón, mi instinto me pedía a gritos que saliera de allí, puede que solo tuviera que hacerle caso.
<<La que yo conozco preferiría morir inten...>>
-Intentándolo antes que morir encerrada sin haber luchado -terminé la frase y no se si fui yo o Céfone, pero sentí una pizca de orgullo en mis venas.
<<¿Pues a qué esperas?>>
-Vamos a demostrarles que no soy como piensan, vamos a demostrarles que al menos tengo agallas para hacerles frente.
<<Esa es mi Tania>>
***
Ya estaba oscureciendo, seguro que los cocineros preparaban la cena y los invitados estaban sentados en el sofá hablando con Cebrián y Dorian de cualquier tontería.
No había tenido mucho tiempo para trazar un plan así que estaba dispuesta a improvisar, podía ponerme uno de los vestidos que Leonor guardaba en el armario e intentar recorrer la casa sin que me vieran. Si caía en la mala suerte de que los tres estelares me pillaran puede que creyeran que era otra persona, al fin y al cabo no me habían visto nunca y no es de esperar que una sirvienta luzca vestidos bonitos. Solo rezaba a las estrellas para que nadie me viera aunque, después, si conseguía llegar con vida al exterior, tendría que inventarme algo para convencer a los guardias de que me dejaran pasar.
Era el mejor plan que se nos había ocurrido y también un completo suicidio, pero ya estaba muerta de todos modos así que respiré hondo, reuniendo el coraje necesario, y abrí la puerta.
Cerré el picaporte de oro con sutileza para no hacer ningún ruido y me quité los zapatos para que fuera más difícil oírme andar, el sudor empezó a envolver mi cuerpo delatando mi creciente nerviosismo, casi no respiraba por miedo a ser vista y eso influyó en que los latidos desenfrenados de mi corazón fueran en aumento.
El pasillo se me hizo eterno, ya faltaba poco para llegar a las escaleras, no podía quedarme paralizada así que obligué a mis piernas a moverse e intenté serenar mi mente.
ESTÁS LEYENDO
EN EL CORAZÓN DE UN MONSTRUO
FantasiEn un reino donde tener sentimientos es signo de debilidad, donde los humanos son tratados como inferiores, lo más peligroso para un corazón es amar. Tania vivía una vida tranquila en las montañas, tenía un trabajo, una familia, a su amiga Susan...