CAPÍTULO-45

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Me desperté en mitad de la noche, había tenido una pesadilla. Supongo que el estrés de lo que había pasado en el castillo seguía presente en mi subconsciente. Debería estar agotada, a penas había descansado y después del trayecto en carruaje hasta la mansión de Dorian pensé dormir bien toda la noche. Sin embargo no fue así.

-Céfone, por favor... háblame -susurré a la oscuridad de mi habitación, a la oscuridad de mi mente.

La bruja seguía sin dar señales de vida, estaba dentro de mi, seguía allí, pero supuse que no me perdonaría por lo de Dorian.

Era consciente de lo estúpida que había sido por ello y la ansiedad me impidió volverme a dormir.

Me levanté de la cama, necesitaba beber un poco de agua y el vaso que tenía en la mesita no fue suficiente.

Bajé los escalones, descalza para no despertar a nadie, con la única compañía de una vela blanca.

Me pareció un poco extraño ver que el jarrón de agua seguía sobre la mesa, pero aún así me la bebí toda, más sedienta que nunca.

-Asesina -una voz familiar y escalofriante me sobresaltó.

-No puede ser...

Me giré lentamente, ¿me estaba volviendo loca?

-Asesina -repitió esa voz.

Mi corazón pareció paralizarse cuando vi a quien me estaba hablando, observándome.

Estaba soñando, definitivamente seguía en la pesadilla.

Me pellizqué con fuerza y sentí el dolor. No era un sueño.

Ella seguía allí, de pie, mirándome.

-¿Amelia? -temblé.

-La Amelia que conociste murió hace mucho, soy el fantasma de lo que fui, el fantasma de esa noche.

-Es imposible... -retrocedí.

Ella dio un paso hacia mi.

-Morí por tu cumpla Tania.

-No...

-Creí que eras mi amiga, pero solo trajiste muerte a esta casa, Crisanta tenía razón.

-Tú no eres ella.

No podía ser Amelia, ella no me diría esas cosas...

-¿Y quién soy si no? Tú me mataste, tú hubieras podido impedir todo eso, pero elegiste dar una lección a Crisanta -dio otro paso-. Tú me mataste -repitió.

Se puso muy cerca de mí antes de desaparecer. Había temido que me tocara, cada segundo de ese encuentro había sido una tortura.

Seguí paralizada por el miedo, con sus palabras acusadoras todavía en mi mente.

No era ella...

No podía ser ella.

Ella no era así.

Y, en un momento de pánico como ese, esa voz que antes había intentado llamar volvió a sonar dentro de mi.

<<Tranquila niña, tranquila>>

-Céfone...

<<Era solo una alucinación, tranquila>>

-Creí que estabas enfadada.

<<Y lo estoy, pero eso no significa que no quiera protegerte>>

No dijo nada más y todo volvó a quedarse en silencio.

***

Terminé mi clase de piano con Dorian sin mencionarle nada de lo que había creído ver. No habíamos hablado sobre lo que pasó en la cascada ni sobre lo que nos habíamos dicho.

Era mejor así, mejor no complicar las cosas. Dorian y yo no podíamos estar juntos. Jamás. Aún sabiendo que había algo entre nosotros.

Jamás.

A pesar de que ya no fuera una sirvienta le pedí a Dorian encargarme de dar de comer a Demon de vez en cuando, ese fue uno de esos días.

-¿Qué tal estás amigo? -entré, sonriendo al animal.

Lo acaricié mientras me lamía, contento.

-¿Me echabas de menos? -le rasqué por detrás de las orejas, eso le encantaba.

Oímos como la puerta chirriaba y al principio pensé que sería un guardia.

-Disculpa -Cebrián se detuvo cuando me vio y, sin molestarse en saludar, cerró la puerta para volver sobre sus pasos.

¿Le pasaba algo?

Arrojé el cubo con tripas de animales a Demon para que comiera antes de ir tras Cebrián.

Tuve que acelerar el paso para igualar el suyo y quedarme a su espalda.

-¡Ei! -no se giró, siguió caminando- ¿se puede saber qué te pasa?

-No quería molestarte.

Estaba demasiado serio, eso me hizo fruncir un poco el ceño.

-Qué tontería, tú siempre quieres molestarme.

Se paró de golpe y casi envestí contra él.

-Siempre me has caído bien Tania -sus ojos marrones expresaron algo que no supe identificar.

-¿A qué viene eso?

-Me voy un tiempo.

-¿Por qué?

-Para ti no supondrá un problema, veo que al fin Dorian y tú...

Abrí bien los ojos ante el tono de esas palabras, parecía apagado, casi juré que triste.

-¿Qué?, ¿te ha dicho algo?

-No, pero las noticias vuelan.

-¿Estás celoso? -me crucé de brazos, exteriorizando mis pensamientos.

-No -negó con la cabeza-, estoy feliz -sonrió, pero parecía muy lejos de estarlo-. Mi único propósito en esta patética vida va a cumplirse.

No entendía nada.

-¿Qué propósito?

-Que Dorian se enamore de alguien que no sea Saanvi.

-¿Enamore? -me reí- dudo que lleguemos a eso.

-Devuélveme la palabra cuando vuelva.

-Esto no tiene ningún sentido.

-Sí que lo tiene Tania, eres tú la que no lo entiende.

Me quedé callada, mirándolo, durante todos esos meses nunca lo había visto actuar de una forma tan extraña.

-Supongo que mereces saber que he llegado a cogerte cariño.

-¿Qué?

Esa conversación ya se pasaba de rara.

-Por una vez sentí que tenía una amiga de verdad -suspiró, como si eso le doliera.

-¿Asi que te vas?

-Sí.

-¿Al menos vendrás a visitarnos?

-Por supuesto.



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¡Hola! Aquí os he dejado un capítulo cortito.

¿Qué opináis del comportamiento de Cebrián?, ¿diríais que está celoso?

¿Y qué hay de la decisión de Tania de ignorar lo que pasó en la cascada? Quizás Céfone la perdone si sigue resistiéndose.

No olvidéis dar click en la estrellita si os ha gustado y si queréis dejar un comentario también ayudaría mucho a que esta novela crezca❤️

Gracias y... ¡Arrevoire!

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EN EL CORAZÓN DE UN MONSTRUODonde viven las historias. Descúbrelo ahora