CAPÍTULO-41

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Al menos Cebrián y Dorian me dieron mi espacio, venían a visitarme a la habitación de vez en cuando para ver cómo estaba, pero sin atosigarme lo suficiente como para que me molestara que lo hicieran. Realmente agradecí su preocupación en un momento como ese, nunca esperé que fueran ellos dos los que me mostraran esa clase de apoyo, pero fue así.

Céfone me animaba constantemente para que saliera de mi cuarto, pero quedarme encerrada era lo único que me apetecía, no podía fingir como si nada hubiera pasado, no sin antes procesarlo.

Primero Amelia, después Leonor y ahora mi padre...

¿Qué había hecho yo para merecer eso?

O, mejor dicho:

¿Qué habían hecho ellos para merecerlo?

Ese era el primer día que salía a caminar un poco, me sentía mejor, aunque nada quitaba la inquietud que llevaba dentro.

-¿Interrumpo algo?

-¡Dorian! emm... no -intenté apartar mis pensamientos-, solo estaba disfrutando del aire fresco.

-Se que no te apetecerá, pero... -se puso a caminar a mi lado- creo que necesitas distraerte un poco.

-Es lo que estoy haciendo ahora mismo.

Aunque no del todo.

-No, no lo haces.

Aún no me explicaba cómo sabía leerme tan bien.

-Sé que dentro de dos días tenemos el segundo evento del renacimiento de luz, tranquilo, iré -no me apetecía, aunque lo haría si eso conllevaba estar más cerca de mi familia, bueno, o lo que quedaba de ella.

Sin embargo, él no lo dijo por eso.

-Ven conmigo a dar un paseo.

¿Era normal que me apeteciera un poco ir con él? Estar tanto tiempo sola en mi cuarto debía haberme afectado, seguro.

-¿Por qué? -fue lo único que se me ocurrió decir, desde que nos habíamos abrazado ante la tumba de mi padre y había venido todos los días a ver cómo estaba nuestra relación parecía haber cambiado un poco. Eso no quitaba que lo odiara, claro, pero últimamente debía recordármelo constantemente para que no se me olvidara.

-¿Tienes pensado algo mejor? -insistió.

Me quedé en silencio, trazando una excusa creíble.

-Está a punto de anochecer, no podemos ir tan tarde.

-Hace unos meses que estás en Adimback y todavía no has visto las maravillas que esconde, vamos.

No debí haber sentido emoción porque quisiera mostrármelo. Quizás necesitaba esa distracción que me decía. Me estaba volviendo loca.

-Creo que no eres el más indicado para enseñármelas.

-¿A si?, ¿y eso por qué?

-Teniendo en cuenta que eres el que me retiene aquí...

-¿No puedes olvidar eso por un momento?

Eso era justo lo que no quería hacer. Lo que no debía hacer.

-No.

Su expresión últimamente no parecía mostrarse tan fría, era más cercana y agradable, me había fijado en ello, al igual que me di cuenta de que mi respuesta la hizo volverse inexpresiva otra vez.

-No se ni por qué me molesto.

-Ni yo por qué te molestas en preguntármelo.

-Porque no soporto verte así.

EN EL CORAZÓN DE UN MONSTRUODonde viven las historias. Descúbrelo ahora