Me miré al espejo, sin duda era uno de los vestidos más bonitos que había llevado nunca, era de color azul marino, con una capa externa que parecía de cristal, con tenues estrellas plateadas, dándole un toque más brillante y elegante. Unos guantes largos a juego me llegaban hasta el antebrazo. Parecía una reina.<<Estás preciosa>>
-Las estrellas van a estar encantadas con esta gran ofrenda -añadió la peluquera, que ya había acabado de recogerme el pelo en un moño trenzado-. Ya estás lista.
-¿Y mis zapatos?
-No los necesitas.
Agradecí que no me tratara de usted como la sirvienta de antes, aunque eso no quitaba el hecho de que era una mujer desagradable.
-Estás peinada, maquillada, con el vestido más hermoso y elegante de la fiesta, pero aún así descalza, desnuda ante esta tierra fértil.
Unos guardias vinieron a buscarme para llevarme hacia un carruaje del mismo tono azul oscuro que el de mi vestido.
Pensé en saltar del carruaje en cuanto se pusiera en marcha, pero esa opción no fue posible cuando tantos estelares armados lo rodearon. Estaba todo perfectamente pensado para que no pudiera escapar.
"Estoy perdida..."
***
Las cortinas del carruaje seguían puestas, no podía ver nada, pero sí escuchar a la multitud aplaudir. La ceremonia ya había empezado, y yo era el plato final para concluirla, su sacrificio.
No podía creerme lo que estaba a punto de pasar, tuve que pellizcarme unas cuantas veces deseando que todo hubiera sido un sueño, pero no fue así.
-Y é aquí lo que todos estábamos esperando para dar por concluida esta gran celebración -pude escuchar a la reina Saanvi desde dentro-. ¡Adelante!
Uno de los guardias abrió la puerta.
-Baja -dijo severamente.
Me esforcé para no encogerme cuando vi a tanta gente observándome. Los soldados habían trazado un camino entre la multitud para que yo lo cruzara. Lo único que me quedaba era caminar con dignidad.
Todos se callaron cuando di un paso al exterior, analizando todos y cada uno de mis movimientos.
Cuántas ganas tenía de encogerme y evadirme de todo aquello, de que dejaran de mirarme.
Alcé la cabeza y erguí la espalda.
<<Mantén la postura, tú puedes Tania, eres fuerte, tú puedes>>
Casi me eché a llorar allí mismo, aunque seguí caminando. Lo estaba haciendo bien, estaba controlando mi dolor y no podía permitirme ceder ante él.
Llegué al final de esa interminable grieta hasta que pude ver a la reina, sonriéndome.
Llevaba un vestido negro, no sé si era por la tradición o porque estaba de luto, aunque su corona blanca resplandecía más que cualquier otra cosa. Parecía hecha de luz de estrella.
Dorian estaba a su lado, como si se tratara de su protector. Intenté no mirarlo a los ojos, eso solo empeoraría las cosas.
Un pequeño gemido de alegría me sobresaltó y mis ojos se encontraron con los de Demon. Dorian susurró su nombre para que el animal se contuviera.
"Eres un buen chico Demon" pensé "Tú nunca me fallaste".
-Como bien sabéis, siempre hemos realizado tres sacrificios de gente que había cometido delitos, de gente que, aunque tenían familias que los quisieran, tuvieron que dejar esta vida para dar su alma a las estrellas.
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EN EL CORAZÓN DE UN MONSTRUO
FantasiaEn un reino donde tener sentimientos es signo de debilidad, donde los humanos son tratados como inferiores, lo más peligroso para un corazón es amar. Tania vivía una vida tranquila en las montañas, tenía un trabajo, una familia, a su amiga Susan...