Capítulo 1

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Susurros.

O al menos ese era el nombre que yo deseaba darle a esos sonidos extraños en mi cabeza. Aún que siendo sinceros, habían días en que no sólo rondaban en mi imaginación, si no a mi lado, en las noches.

A veces también durante el día, cuando se rompían una que otra taza ó caía un libro de mi estantería.
Hubo un tiempo que solía decir que estaba tan sumida en mis lecturas, que quizás eso distorsionaba mi mente.

Mi madre, siempre me recomendó dejar mis momentos de lecturas para mis noches, pero no sería capaz de quedarme despierta, no voy a negar que me aterraba un poco, ademas, puedo jurar que si hiciera eso, las voces no dejarían que yo pegase un ojo al momento de dormir. No podía permitirme tantos días de trasnochada ni dormir incómoda, pues mi vida seguía corriendo, al igual que mi trabajo.

Más de diez veces me había llamado la atención mi Jefe, el señor Ariel. Decía que tenía unas ojeras que asustaban al público y en cierto punto tenía razón.

Vivía sola hacía 4 meses, amaba esa comodidad y para poder seguir con ella, debía cuidar mi trabajo.
El segundo mes, fue el peor, todo comenzo allí.

Apenas descansaba correctamente, en ese tiempo trabaje en una cafetería. Me despidieron, ya que me di el lujo de llegar una mañana, corriendo con el corazón en la boca gritando a los cuatro vientos "alguien me persigue, por favor, ayudenme".

Juro que morí de vergüenza, pues no venía nadie detrás mío, no físicamente. Por ello no me entendieron, pero inclusive cuando el dueño me estaba dando un sermón, yo seguía escuchando esa voz en mi cabeza.

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