Capítulo 5

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-¿y entonces?

-uff- bufe por séptima vez- voy a ir...quizás un especialista si me ayude...

Se acercó y tomó mis manos entre las suyas.

-es por tu bien hija, yo...temo por vos- note sus ojos cristalizarse.

-iré, y no porque tema pero estoy- mordi mi labio- cansada de ser esto, de no saber que me ocurre o si estoy enferma...yo...

Las lágrimas comenzaron a caer por mi rostro sin darme cuenta.

Tenía 24 años y había cargado con esta situación toda mi vida, aguantando bromas de mal gusto, que me regañaran diciendo que sólo buscaba llamar la atención, etcétera.

Por otro lado, pensaba en mi madre y el ponerme en su lugar me hacía sentir del carajo, pues si mal no recuerdo las demás madres vivían echándole la culpa de que yo fuese así.

Recuerdo cuando tenía 10 años, estaba en el colegio y comencé a oírlas. Las ignore un buen rato, pero eran tan pesadas que no podía prestar ni un poco de atención. Le pedí a la maestra ir al baño, quizás lavarme la cara ayudaría.

No alcance a poner un pie dentro del cubículo cuando comenzaron a gritar dentro de mi cabeza. La respiración se me aceleró haciéndome perder el ritmo.

Comencé a sentir una brisa cerca de mi nuca. Era como una respiración. Me tense al sentir peso en mis pies, eran como cinco manos agarrandome. Tome coraje y mire hacía abajo, no había nada pero la sensación seguía allí.

Un dolor horrible bajo hacía mi vientre, era punzante y no cedía. Me desespere e intente abrir el cerrojo pero no podía, forcejee con fuerza en vano.

Oí la campana del recreo sonar, sabía que ese era mi momento y apoye mi cuerpo en la puerta, está se abrió, no sé como pero en un momento me encontré tirada en suelo retorciendome de malestar cuando Ana y Dalia entraron.

-a...ayuda...

-¿Marie? ¿qué ocurre?

-¿esto no será otra de tus "escenitas"?- dijo Ana.

-¡Ana basta! ¡mira!- ambas miraron mis piernas- ¡hay sangre!

Dalia se quedó conmigo mientras Ana corría a avisar. Sabía que si no hacía algo en ese momento en que sono el timbre, no podría huir. Había aprendido que ellas se iban cuando la gente estaba cerca.

Cuando la docente llegó me ayudó pero me advirtió que ya hablaríamos luego. Llamaron a mi madre y a las de mis dos compañeras a dirección.
Fue un caos.

-¡Madre!- grité apenas a vi, ella me abrazo y comencé a llorar- están en todos lados madre...yo...

-Basta Marie...-miro a su alrededor y a las otras madres- controlate...

- No mamá, ¡no entiendes! Las oigo aquí también...

Ella río falsamente para quienes la observaban y luego volvió a mi, mirándome serio.

-¿a quién oyes?

-a las voces.

El asombró de las directora y las otras madres fue terrible, fue por ello que entre charla y charla dentro del despacho terminaron optando por mi baja en esa escuela.

Era un "peligro" según ellos, pero ¿y el peligro que esas voces eran para mi? A pues, no importaba.

Me había venido el periodo por primera vez, eso lo entiendo pero ninguno prestó atención que ese no era el problema, no entendían que eso significaba que ahora podía oír las voces en donde sea que este, ya no había un parámetro.

No era sólo durmiendo, sólo en sueños, en la noche. Ya estaban caminando a mi lado pero yo no me imaginaba que se quedarian para toda la vida.

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