Parto

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 Pareja: Killua y Gon

➡ Au Edad Moderna

 Siglo XVI

 Capítulo único

—¡Llamen a una partera!, ¡un médico! ¡El señor Gon va a dar a luz! —exclamó un rubio en medio del boulevard, sujetando fuertemente a un hombre de cabellos puntiagudos, quien acababa de romper fuente y parecía estar a punto de desmayarse

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—¡Llamen a una partera!, ¡un médico! ¡El señor Gon va a dar a luz! —exclamó un rubio en medio del boulevard, sujetando fuertemente a un hombre de cabellos puntiagudos, quien acababa de romper fuente y parecía estar a punto de desmayarse. Se escucharon murmullos del gentío, ¿no era ese el esposo del gobernador? ¿Qué hacía entonces el gran Zoldyck fuera de la capital, tan lejos de su pareja encinta?

En medio de la desesperación y las habladurías de la muchedumbre, un joven alto salió entre la multitud, acudiendo al llamado de auxilio; Kurapika vio al doctor de lentes con esperanza y alivio, este se acercaba hacia ellos a pasos agigantados. Rozando sutilmente las manos del más bajo, el mayor tomó al moreno de enorme vientre, quien soltaba gemidos lastimeros mientras suplicaba la presencia de su marido.

Los hombres solteros se miraron, preguntándose qué lugar sería el apropiado para que el Freecss trajera a su hijo al mundo. No podían permanecer en las calles por mucho tiempo y menos en las condiciones del joven.

—Debemos llevarlo a la casa principal —sentenció el Paladiknight —. En la habitación del señor Killua él se sentirá más cómodo. —Y tenía toda la razón, aún así, al escucharlo el de dorados cabellos tembló ligeramente, negando con la cabeza y generando confusión en el contrario.

El blondo sostuvo el brazo del azabache en agonía, severo —. No puede ir ahí, el señor se enojará y... Usted sabe lo que pasará con él, con su criatura; déjeme decirle que no lo voy a permitir —avisó —. Iremos a la casa del este. 

Al ver la situación, Leorio levantó al gestante con delicadeza y le dirigió una mirada igual de seria al de baja estatura, preguntándole —. ¿Qué crees que dirá la gente cuando el esposo del gobernador vaya a una casa de criados para parir a su primogénito? —La expresión confiada del rubio se desplomó —. Eso levantará sospechas y no será bueno para Gon; además, la casa del este se encuentra demasiado lejos de aquí, será mejor que nos vayamos ahora. —Por fin avanzó hacia su destino, seguido por el de ojos grises, que veía al de mirada perdida con preocupación.

El Freecss no intervino en la conversación de los mayores, pues al final eran ellos los que lo llevarían a donde creían conveniente. Sólo podía pensar en lo pronto que conocería a su hijo y en lo cerca que estaba de la muerte, pero el principal pensamiento que tenía era que el albino no estaba a su lado, ni lo estaría. No sabía si le dolía más esa ausencia o las contracciones que le indicaban un futuro martirio.

Su pecho latía muy rápido, y juraba que ver cómo cruzaba la puerta de su hogar hacía que su pulso se acelerara todavía más. El fiel mayordomo de gafas lo recibió sin dudar y se fue inmediatamente a llamar a una partera y a sirvientas para que atendieran al Freecss. Este fue recostado en la cama matrimonial que meses atrás compartía con su esposo, causando que sus lágrimas fluyeran cual torrente de agua. Lo acompañaban unas cuántas personas, sólo las necesarias para no sofocarlo.

Llevó sus manos al rostro, el cual lucía pálido como un mísero cadáver —. Mi señor... —susurró, sollozando —. Quiero a mi esposo a mi lado, juro que es su hijo, ¡no necesito a nadie, sólo a mi marido! —exclamó, asustando a los presentes, quienes se compadecieron del hombre. Gotoh estaba junto a él en representación de Killua, era el único en quien Gon podía confiar su vida y la de su bebé, quien aún no llegaba; el de anteojos frotó un pañuelo sobre la frente del moreno, limpiando la tez del sudor que caía —. Él ya no me ama, Gotoh, pero no quiero morir sin haberlo visto antes, por favor, se lo imploro. —Leorio agachó su cabeza y los demás alrededor lo imitaron, pues nada se podía hacer más que esperar.

Así las horas iban pasando, lenta y tortuosamente para desgracia del moreno, quien nunca había sentido tanto dolor en su vida. Su cuerpo temblaba, su espalda dolía y su vientre pesaba, bajando poco a poco. En cada hora la partera lo revisaba, dándose cuenta con temor de la dilatación tan anormalmente pequeña. Si no llegaba al tamaño necesario habrían problemas.

Desafiando al peligro constante y estrangulando sus entrañas, el de cabellos puntiagudos observaba con terror a la partera, quien hablaba con su amigo Leorio sumamente preocupada, contagiando esa angustia.

—Mi bebé... —murmuró, llamando la atención de los demás —. Mi bebé está bien, ¿verdad? —Se levantó con ayuda de sus codos, quejándose en el proceso —. Mi hijo nacerá pronto, ¿no es así Leorio? ¿¡No es así, Leorio!? —exigió respuesta al no recibir ninguna,  y sus húmedos ojos se llenaron de lágrimas otra vez —. ¿¡Qué está pasando!?

—Cálmate, Gon —pidió el mayor, viendo tiritar al contrario —. Parece que tu hijo tardará un poco en nacer. —Y el Paladiknight supo que no debió decir eso cuando el Freecss rompió en llanto.

—¡Ya no puedo, Leorio! ¡Me duele mucho! ¡No creo poder soportar más tiempo! —confesó, entrando en pánico —. ¡Quiero que mi hijo nazca ya! ¡Necesito conocerlo y tenerlo en mis brazos! —Una punzada en su pecho le quitó la voz, devolviéndosela luego completamente rota —. Quiero estar con él lo más que pueda... Lo que resta de mi vida, aunque sea con mi pequeño... ¡Es lo único que me queda! —soltó un alarido de pronto, recostándose de inmediato.

La partera acudió a él, exclamando —. ¡Está sangrando mucho! ¡Doctor Leorio, parece que el niño ya no puede esperar más! —El de ojos marrones se quedó callado, respirando agitadamente mientras sentía el dolor aumentar, lloró de alivio al saber que ese sufrimiento acabaría en menos de lo que pensaba. Se hundió en su mente, recordando la azul mirada de su hombre amado, aquella mirada llena de odio y rencor que no cambiaría nunca. 

Viajó más profundo, encontrando esas memorias lindas en donde todo era distinto; cuando Killua lo amaba y juraba que sería para siempre, cuando por fin se enamoró de él después de haberse casado por obligación. Ahora estaba solo, alucinando quizás, al mismo tiempo que la hora de pujar inició.

Los gritos inundaron la alcoba, la fase final y tan esperada, el primogénito del señor feudal nacería. 

—¡Vamos señor! ¡Ya se ve su cabeza! —alentó la partera, direccionando la cabecita de bebé que salía pausadamente —. ¡Resista un poco más!

El último grito se dio y Gon dejó de sentir dolor, viendo a la mujer recibir un cuerpo pequeñito y albino cubierto de sangre, el rostro de esta era alegre, al igual que el de Leorio, quien le anunció que era un varón.

—Es como mi Killua —suspiró cansado, sonriendo mientras seguía viendo al recién nacido en los brazos de la partera —. Quiero cargarlo... —pidió, notando la expresión horrorizada de los presentes.

—No llora —murmuró el de lentes, incrédulo.

—Está frío... —El Freecss los miró como ellos a él, igual de pasmados. 

Su corazón dio latidos fuertes, tanto que se podrían escuchar en toda la habitación —. ¿Q-qué ocurre? ¿P-por qué no me dan a mi bebé? ¿Por qué no lo escucho llorar? —preguntó, sonriendo con nerviosismo.

Los médicos se miraron y Leorio asintió dolido, volviendo a ver al menor con un nudo en el pecho.

—Lo siento, está muerto.

Día dieciséis terminado

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Día dieciséis terminado.

Mes de paternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora