Trabajo de parto

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 Pareja: Knuckle y Shoot

 Au normal

 Parte uno de dos.

Eran las siete de la noche cuando se rompió la fuente, asustando a Shoot y a Meleoron en medio de su programa de televisión favorito

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Eran las siete de la noche cuando se rompió la fuente, asustando a Shoot y a Meleoron en medio de su programa de televisión favorito. Si bien desde antes habían contracciones normales y dolorosas para el de cabello púrpura, este aseguraba que eran de ensayo y podía soportarlas; pero, por precaución, Knuckle le pidió a su amigo rubio que lo acompañara mientras él estaba en su trabajo, ya que el de ojos verdes tenía vacaciones. El azabache tuvo un presentimiento desde el inicio, y también suerte, porque de otro modo no se hubiera enterado sobre la pronta llegada de su hija.

Siempre atento a su celular por cualquier emergencia, contestó justo cuando este comenzaba a vibrar por la llamada del Quimera, quien entraba en pánico con el gestante de larga cabellera en la casa —. Dime Meleo-

Alejó su oído en el mismo instante en que el contrario habló, o más bien, gritó —. ¡Se le rompió la fuente a tu hombre, animal! ¡Tu hija ya va a nacer! —El mayor se sorprendió en grande ante lo dicho, suspiró y se puso de pie inmediatamente, ignorando las inentendibles palabras o insultos del más bajito.

No colgó, porque también escuchaba los quejidos lastimeros de su amado al otro lado del teléfono, cosa que le preocupaba y estresaba por no poder estar ahí —. ¡Guarda silencio, Meleoron! ¡Asustarás a mi esposo! —exclamó, una vez cansado, despidiéndose de Morel en la salida mientras el rubio se callaba; el de blancos cabellos levantó un pulgar deseándole suerte y el moreno agradeció con la cabeza, regresando a la llamada —. Ya estoy en camino, ve por la maleta que está en la habitación de la bebé y lleva a Shoot al hospital, yo los alcanzaré ahí —indicó —. Debes calmarte, tonto, confío en ti para mantener tranquilo a mi marido. Conduce con cuidado y mira las luces del semáforo, hay tiempo para que inicie el parto todavía. Ahora, dale el teléfono a Shoot.

El hombre pequeño memorizó lo que su amigo dijo, jugando con su mechón de cabello por los nervios —. Está bien —exhaló, volviendo a inhalar para serenarse y hacer lo que el mayor le indicó. El más alto tomó el dispositivo y lo acercó a su oreja con la mano temblando.

—¿Shoot? ¿Te encuentras bien, querido? —La voz suave de Knuckle le daba paz, amaba ese tono tan preocupado y gentil; su labio tiritó. 

—Nuestra hija ya viene... Yo... No sé qué hacer, pero haré todo por traerla a salvo. — Al moreno le pasaba algo similar que al de piel pálida, sentía que estaba junto a su pareja cuando lo escuchaba incluso en una situación tan desesperante, el azabache nunca creyó que el gestante fuera alguien cobarde, y lo podía comprobar en la decisión que mostraba la tonada del hombre, quien respiraba profundamente.

En el taxi, el de cabello negro sonreía —. Así se habla cariño, respira y trata de relajarte, yo estaré contigo pronto. —Le prometió, escuchando la voz de Meleoron llamándolo —. Ve al hospital y sigue inhalando y exhalando, nos vemos allá. —Se despidió, recibiendo las últimas palabras del contrario y colgando el teléfono

Y tal como prometió, llegó a su encuentro en la entrada del centro médico, preparados para soportar juntos las horas más difíciles de sus vidas.

Knuckle le agradeció a su amigo rubio por estar con su esposo cuando más lo necesitaba, ingresando con su amado para ver al médico y luego para ir a la sala de espera, pues aún no era hora.

Ahí, postrado en una camilla, el de cabello púrpura sintió dolor a pesar de que su pareja estaba dándole un masaje en sus hombros; de sus ojos brotaron lágrimas —. Me duele, Knuckle... Tengo miedo —confesó, acariciando con su única mano la barriga que por nueve meses le tocó cargar. Ya no iba a resistir tantas contracciones.

El Bine arrugó el entrecejo, angustiado igual que él —. Lo vas a lograr, vamos a conocer a nuestra niña, Shoot, estaré a tu lado. —Secó el sudor que resbalaba por la frente ajena y recogió los cabellos morados en una coleta baja, sufriendo por ver tanto martirio en el contrario. Odiaba no poder intercambiar lugares, pero nada se podía hacer más que seguir esperando.

Una partera y una enfermera entraron a la habitación, revisando a un nervioso hombre de piel pálida.

—Falta poco para conseguir diez centímetros, dentro de una hora comenzará el parto, todo va en orden —comentó la mujer, encargándose de medir la presión del gestante y su temperatura; efectivamente todo iba bien. Y saberlo hizo que los padres se alegraran, tomándose de las manos sin intención de soltarlas, así estarían hasta recibir a su hija en brazos.

Ambos necesitaban mucha fuerza.

Día quince terminado, admito que amo esta ship y quise escribirlos durante mucho tiempo, ya quiero continuar este short fic

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Día quince terminado, admito que amo esta ship y quise escribirlos durante mucho tiempo, ya quiero continuar este short fic.

¡Llegué a la mitad de días!

Mes de paternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora