Habitación del bebé

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➡︎ Pareja: Ikalgo y Zushi

➡︎ Au sin nen

➡︎ Capítulo tres de tres (final de short fic).

Semanas antes del nacimiento de los mellizos, Gon y Killua le recomendaron a los padres tener listo un cuarto para la llegada de sus hijos

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Semanas antes del nacimiento de los mellizos, Gon y Killua le recomendaron a los padres tener listo un cuarto para la llegada de sus hijos. Un Zushi más calmado y esperanzado estuvo de acuerdo con sus amigos en amoblar la alcoba vacía, que estaba al lado de la habitación principal, para sus bebés en camino. Sin embargo, Ikalgo no quería; pero no podía negarse ante el rostro tan ilusionado de su pareja, tampoco le mencionaría sobre la gran posibilidad de una desgracia porque sabía perfectamente el impacto emocional que le ocasionaría al moreno saberlo. El pelirrojo estaba aterrado.

—No sé qué hacer —confesó rendido, bajo la mirada azul de su amigo, quien se preocupó al verlo abatido, mas prefirió callar y escuchar lo que el menor ya no podría guardar para él mismo; este suspiró —. Zushi está muy emocionado por los bebés, quiere comprar los muebles para su cuarto y decorar todo para recibirlos cuando nazcan... 

El más alto enarcó una ceja, confundido —. No veo nada de malo en eso, es normal que quiera tener una habitación lista para los mellizos, se nota que está muy ansioso por ellos. 

El de gorra sintió escalofríos recorrer su cuerpo, asintió con tristeza a lo dicho por el de blancos cabellos —. Lo sé, p-pero tengo miedo de que esa habitación no llegue a... Zushi no sabe que los niños están en peligro.

—Espera —interrumpió Killua —. ¿Zushi no sabe sobre la posibilidad que tienen sus hijos de...?

Ikalgo negó, apenado —. No le he dicho porque sé que le afectará mucho, pero él no es tonto, sospecha que algo anda mal y se está cuidando más. ¿Cómo le digo, Killua? ¿Cómo le explico que sería mejor no alistar una habitación hasta que ellos nazcan y nos aseguremos de que sobrevivirán? —preguntó al borde del llanto.

—Deja de ser tan pesimista —exigió el contrario, cruzando sus brazos —. Entiendo que no puedas decirle a tu esposo de ese riesgo por temor a empeorar su salud, ¿pero asumir que ocurrirá lo peor? No seas imbécil —regañó, frunciendo el entrecejo.

El más bajo le recordó —. El doctor dijo que nos preparemos para-

—El doctor no nos conoce. —Lo calló —. No conoce a tu esposo, no conoce al mío, no sabe lo fuertes que son nuestros hijos —sonrió, viendo el resplandor que apareció en los ojos ajenos —. Haz lo que Zushi te pida, decora una habitación bonita para los mellizos, él estará feliz, le hará bien.

El pelirrojo lo pensó, inseguro de las palabras del Zoldyck. No soportaría ver a su amado destrozado por una tragedia, no sabría cómo aliviar su dolor futuro, no podría ser el apoyo que prometió ser para él y menos al darse cuenta de que, al igual que Zushi, también le hacía ilusión la llegada de sus pequeños.

Mes de paternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora