SWEET BLOOD [Steddie]

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Steve, una vez se recuperó del golpe que le propinó aquel policía, recuperó su compostura y corrió al interior de su casa para usar su teléfono y llamar a Dustin. Sabía que él llamaría a los demás después.
Le informó, desesperado, de la situación. El menor le dijo que que verían todos en comisaría en una hora.

Harrington subió lo más rápido que pudo las escaleras, casi tropezado de vez en cuando. Llegó a su habitación y observó el cojín en su escritorio donde había estado durmiendo su amigo todos estos días. Un nudo se formó en su garganta. No quería volver a estallar en lágrimas y negó con la cabeza para dirigirse a su guardarropas.

Sabía que ser acusado de tres asesinatos y de crear una secta satánica no era algo que un pueblo entero dejaría pasar llevando a Eddie a prisión. Steve era consciente de que le darían algún castigo peor pero preferiría no pensar mucho en eso o su estrés aumentaría.

Mientras se vestía, sus manos temblaban. ¿Y si lo ejecutaban? El castaño era consciente de que no estaban en la edad media pero si estaba seguro de que un castigo posible podría ser matarlo. ¿Y si no conseguían salvarlo? Otra vez.
Eso ya sería el colmo no solo para él, para los demás también lo sería.

Steve sabía que sería peor para él. Se había acostumbrado a la cercana presencia del de larga melena. Él había llenado su solitaria casa de vida. Si se iba y no regresaba a su lado, no sabría qué hacer.

Una vez salió se su casa en dirección al auto, pudo notar el fuerte sol que había ese día y tragó en seco recordando lo que contaban las fábulas. Los vampiros se desintegran con el sol.
Siempre se habían desplazado a horas muy anochecedoras cuando querían visitar a alguien precisamente para evitar la luz solar.
¿Qué pasaría si sacaban a Eddie fuera a la fuerza por cualquier cosa?

Su estrés volvió al pensar en esto.

— ¿Qué desean? — preguntó una anciana al otro lado del mostrador de recepción.

Ya estaban todos allí y Dustin se había acercado donde la anciana.

— ¿Donde está Eddie? — preguntó el de pocos dientes y la mujer alzó una ceja sin comprender las palabras del menor.

— Querríamos ver a Edward Munson — habló Nancy.

— ¿Queréis ver a un asesino peligroso? — se miraron entre todos y luego asintieron al mismo tiempo — ...Está en un interrogatorio con dos agentes.

— ¿Donde está el sheriff Hopper? — preguntó Jane dando un paso adelante y con aura amenazante, dispuesta a usar sus poderes si fuera necesario.

Si hablaban con Jim, quizás tendrían una oportunidad de sacar de allí a Eddie.

— Está en su descanso. Volverá en unos quince minutos — informó la señora mientras se acomodaba bien sus anteojos sobre el puente de la nariz — Podéis esperarlo allí si gustais — propuso señalando con un lápiz a unas mesas para finalmente dirigir su mirada al ordenador frente a ella con los ojos entrecerrados.