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Steve llevaba palomitas de una en una a su boca

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Steve llevaba palomitas de una en una a su boca. Estaba recistado en el sofá del salón, con un tazón en su regazo y la cara cubierta por una tenue luz azul proveniente del televisor en su salón. Su rostro mostraba claramente que la película no le estaba gustando.
Esa mañana, Robin le había dado una película del videoclub, diciéndole que le encantaría y que quizás le ayudaría.
¿De qué le serviría una película que iba de un tío guaperas que visitaba una tienda en específico cada cinco minutos de película para ver a una chica de la cual estaba enamorado pero no lo sabía?

Debería estar feliz. El plan de Eddie había funcionado. Tiempo después de que este se fuera, los doctores regresaron a ellos informándoles del repentino buen estado de la chica. Que lo único que había cambiado era una marca en su cuello, la cual era la mordida del de larga melena. Ese día, Steve no volvió a ver a Munson.

Max despertó y Lucas decidió quedarse con ella como lo había estado haciendo esas semanas. Le contaría todo y la apoyaría en su recuperación de huesos. Lo malo fue que la transformación no curó ninguno de los daños físicos. Con lo cual, la pelirroja quedó ciega. Sin embargo, sus nuevas capacidades le habían otorgado una ecolocalización que los murciélagos poseían.
Todo esto se le fue informado a Steve a través del walkie talkie, aliviandolo.

Todo estaba bien nuevamente y para siempre. Exceptuando su soledad, la cual fue interrumpida por un golpe en su ventanal.
Miró hacia aquella dirección observando, entre los árboles, unos ojos rojos que ya se sabía de memoria. Ante esto, una sonrisa se formó en su rostro.

Agarró el mando a distancia y pausó la película.
En cuanto volvió a dirigir su mirada al ventanal, Steve dió un pequeño salto del susto que le causó ver al chico de larga melena estampado contra su ventanal. Sus mejillas, nariz y manos se vieron aplastadas a través del cristal. Se notaba que se había colocado así a propósito. Una vez se percató del sobresalto del castaño, se apartó del ventanal para retorcerse estallando en carcajadas.
Una vez se calmó, Steve rodó los ojos, divertido, y se levantó para ir hacia el jardín trasero, donde su piscina reposaba con tranquilidad. Allí encontró a Munson son una gran sonrisa y sus ojos brillantes reflejado clara emoción.

Harrington levantó la mano, algo nervioso, como saludo. Pero Eddie tenía otros planes.
Saltó sobre el castaño envolviéndolo entre sus brazos, sorprendiendo al contrario, a quien se le formó un sonrojo en sus mejillas.

- Te extrañé, grandote - habló el de larga melena una vez se separaron propinándole un leve golpe en el hombro al otro aún manteniendo su reluciente sonrisa.

- Yo también te extrañé... - respondió algo avergonzado - Un poco - terminó mirando hacia otro lado, juguetón, mientras metía las manos en sus bolsillos.

Munson se cruzó de brazos - Yo diría que es todo lo contrario, Stevie - el mencionado lo miró con una ceja alzada - El otro día parecía que poco más y te lanzabas sobre mí en plena sala de espera - comentó mientras pasaba frente al otro pasando lentamente su mano por el pecho del más alto y ir hacia el interior de la casa para finalmente sentarse en el sofá esperando al otro, el cual se había quedado momentáneamente estático antes de entrar y sentarse junto al de roja y brillante mirada.

SWEET BLOOD [Steddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora