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El microondas comenzó a pitar indicándole al castaño que su comida instantánea ya estaba preparada

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El microondas comenzó a pitar indicándole al castaño que su comida instantánea ya estaba preparada. Steve abrió la máquina y sacó su cena para servirla en un plato, ir al salón, encender la televisión y comenzar a comer.

Harrington llevaba casi una semana sintiéndose observado y viendo de reojo a través de la ventana como aquellos ojos lo miraban con diversión. Algo que había logrado distinguir es que a veces los ojos eran más pequeños y comenzó a pensar que podían ser dos criaturas distintas. Robin no le había ayudado mucho. Le creía un loco a pesar de haber vivido juntos aquellos sucesos paranormales. No quería molestar a Dustin en su época de aceptación hacia lo que había vivido y los demás niños no le habrían hecho mucho caso porque también querían dejar atrás todas aquellas cosas.
Su única opción era quitarse las dudas él mismo y tenía un plan para ello.

Era sencillo. Capturar a aquella cosa extraña.

Para ello necesitaba algo con lo que encerrar a tal cosa y no encontró nada más que una trampa para osos. La había colocado cerca de su casa, en el bosque, en la posición donde el ser solía frecuentar su estancia.
De eso hacía ya tres días.

Interrumpimos la transmisión para informar que se ha encontrado un cadáver en el bosque de Hawkins — haló una presentadora de televisión interrumpiendo la película que habían puesto en ese canal — No hay rastros de huellas dactilares o de heridas de bala. El cuerpo solo poseía una inusual marca de mordida en el cuello — terminó de hablar la señora.

Steve por poco se atraganta con la comida al escuchar aquello. ¿Un cadáver muerto por una inexplicables razón? ¿De quién era el cadáver? ¿Como había pasado? Los portales estaban cerrados, no podía ser de algo relacionado con el otro lado. El castaño frunció el ceño, frustrado por tener muchas preguntas y pocas respuestas en su mente.
La película se había retomado y Steve apagó la televisión y se terminó la cena mientras sus pensamientos le hacían en embrollo en la cabeza hasta que escuchó un ruido sordo fuera de su hogar, sobresaltándolo.

¿Había sido eso? ¿Lo había atrapado?
Rápidamente dejó a un lado los platos y salió por la puerta trasera de su casa hacia donde había puesto la trampa, allí encontró algo que no esperaba para nada. Un pequeño murciélago de ojos tan rojos como la sangre. Se había pillado el ala izquierda con la trampa.

Mierda — musitó el castaño llamando la atención del pequeño animal, el cual lo observaba aterrorizado.

Steve, arrepentido por haber dañado a un pobre animal, abrió la trampa dejando ver una gran herida en el ala del mamífero que dejaba caer un poco de sangre. Agarró al pequeño animal entre sus brazos y entró a su casa.
Dejó al murciélago en de la mesa de su salón y fue a por su botiquín.
No tenía ni idea de cómo curar las heridas de un animal, más aún cuando la herida era literalmente un ala partida casi a la mitad.
Volvió con el animal y intentó parar el pequeño sangrado con gasas. Luego, vendó lo mejor que pudo la extremidad del mamífero y dejó el botiquín en su sitio.

¿Estás algo mejor? — preguntó el castaño preocupado por el animal mientras se sentaba en en sofá frente a la mesa.

Steve era consciente de que no le iba a responder pero se sorprendió al ver que asintió con su pequeña cabeza.
El castaño observó detenidamente los ojos rojos del murciélago. Tenían un brillo de ilusión. Eran iguales a aquellos ojos de la fotografía pero más pequeños.

¿Tú eres el que me ha estado atormentado éstos días? — preguntó con una ceja alzada y el ceño fruncido.

El animal se encogió en su sitio con las orejas gachas. Parecía arrepentido y avergonzado.

Harrington suspiró — Tranquilo. No puedo enfadarme contigo. Eres adorable — dijo con una leve risa animado al pequeño animal.

Steve se quedó pensativo. Le dieron ganas de acariciarlo pero era algo inusual el acariciar a un murciélago. Lo normal era a gatos, perros, hámsters, pájaros. Mascotas en general. ¿Sería buena idea? A lo mejor pillaba alguna enfermedad o algo.
No supo como pero su brazo se estiró por sí solo y se percató de esto al notar una pequeña respiración en su mano. El animal le estaba olfateando. Cuando se percató de que le miraba, paró, pero Steve pudo jurar notar una sonrisa burlona en el mamífero para después acercar su cabeza a los dedos del humano, aceptando sus intenciones.

Harrington sonrió. Su oscuro pelaje era suave. Le agradaba esa sensación. Se pasó así unos cinco minutos. Ambos disfrutaban las caricias hasta que el murciélago se apartó dando a entender que era suficiente. Steve mantuvo el brazo estirado pero apoyándolo en la mesa.

¿Te gustaría quedarte conmigo hasta que se te cure el ala? — el animal negó — ¿No?

El mamífero solo agachó la mirada mientras jugaba con la punta de sus alas. Esto se le hizo divertido a Steve, quién se rió por esto.

Estás herido. Y por eso, te quedarás conmigo esta noche. No permitiré que te pase algo más.

Harrington cargó en sus brazos al pequeño animal y se lo llevó a su cuarto, dejándolo sobre el escritorio. Agarró uno de sus cojines y lo colocó a un lado del animal, este se puso encima y se acurrucó a gusto. Era de noche pero el animal parecía tener sueño, cosa que extrañó al castaño pero lo dejó pasar.

Steve se recostó en su cama — Buenas noches, pequeño.

El murciélago levantó la cabeza y observó al castaño ya con los ojos cerrados. Sonrió por dicha imagen y luego volteó a mirar a la silla frente a él, donde reposaba el chaleco del de larga melena. Río en sus adentros para finalmente cerrar los ojos y dormir.

A la mañana siguiente, Steve se sentó en su cama y estiró los brazos hasta que crujieron haciéndole soltar un suspiro satisfactorio

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A la mañana siguiente, Steve se sentó en su cama y estiró los brazos hasta que crujieron haciéndole soltar un suspiro satisfactorio. Volteó hacia el escritorio pero el cojín estaba vacío.

Se levantó alterado mareándose al instante por la falta de hierro. Cuando se recuperó, se fijó en el suelo. Había un pequeño rastro de gotas de sangre que salían de su habitación. Su preocupación aumentó. ¡¿Y si había intentado bajar las escaleras y se había caído rodando?! Ese pensamiento se esfumó una vez vió que el camino de sangre llevaba al baño más cercano.
La puerta estaba entreabierta y se escuchaban ruidos del interior del baño. Abrió lentamente la puerta y pudo ver cierta rizada, oscura y larga cabellera. Steve por poco se desmayaba ahí mismo cuando la persona frente a él volteó en su dirección.

 Steve por poco se desmayaba ahí mismo cuando la persona frente a él volteó en su dirección

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SWEET BLOOD [Steddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora