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Steve tragó en seco y se sonrojó brutalmente al imaginarse tal escena

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Steve tragó en seco y se sonrojó brutalmente al imaginarse tal escena.

El metalero río por lo bajo al ver tal reacción. Se acercó al castaño y agarró sus manos para, de un empujón, ponerlo de pié frente a él. Le propinó un corto beso y soltó el agarre mientras se iba hacia su habitación con una sonrisa pícara en su rostro.

Steve sonrió y lo siguió hasta entrar en un pequeño cuarto con paredes repletas de pósters de bandas.
Los únicos muebles allí presentes eran un armario, un pequeño escritorio, una mesita de noche con dos cajones y la cama con oscuras sábanas. Todo estaba desordenado. Ropa tirada por todas partes, casetes de música sobre el escritorio... Todo gritaba Eddie, y eso le encantaba.

Pero lo que más le gustaba era el embriagador olor a vainilla y cigarrillos que inundaba el lugar y se impregnaba en sus fosas nasales, relajándolo al instante.

Su escaneo se vió interrumpido por la espalda descubierta del de larga melena. Steve se sonrojó y se tapó los ojos con su brazo, como si no pudiera ver eso.

Sintió una mano en su muñeca que le permitió ver frente a él al vampiro con el torso desnudo. Tenía cicatrices donde los demobats le habían mordido.
Steve lo miró con pena, lo cual cortó el ambiente por completo.

No me mires así, Stevie — dijo cual niño pequeño haciendo puchero — Ya estoy bien, no me duelen — dijo agarrando delicadamente al contrario de las manos — Así que déjate de lamentos y vamos al tema, que la otro día me dejaste con las ganas, capullo.

El rojo volvió al rostro de Steve una vez el más bajo se quitó los pantalones quedando en boxers y dejando de lado las extravagantes zapatillas.

Venga — animó — ¿O te tengo que ayudar? — preguntó pícaro mientras se acercaba al castaño hasta quedar frente a frente y después empujarlo a la cama, donde se sentó con la espalda recostada en la pared y el metalero se colocó sobre sus piernas, a cuatro patas.

Munson comenzó a desabrochar el cinturón del castaño, quien se quitó la chaqueta y el jersey tirándolos junto al resto de ropa esparcida por el pequeño cuarto.
Eddie le propinó una mirada pícara antes de bajarle los pantalones y sentarse en el regazo ajeno chocando sus partes bajas, haciéndolos gruñir levemente de placer por el contacto más cercano que la última vez.

SWEET BLOOD [Steddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora