Capítulo 11. Fuego

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Terminó de leer aquella extraña carta, sintiendo una mezcla de tristeza y odio al mismo tiempo. Pero el odio era más fuerte, sabiendo que el director era el culpable de este suceso perturbador.

Sabía que tenía algo que hacer para detener el poderío del director y la única manera que se le ocurrió fue acabar con su vida.

Una lágrima descendió por el rostro de Lucas que, sin poder impedirlo, deseaba que Fernando no hubiera muerto, porque así le ayudaría con su objetivo. Decidió que le mostraría la carta al comandante Johnson a su regreso, para ver que se podía hacer para que Larry James ya no estuviera en el poder.

Por el momento dejaría de tramar planes de asesinato, estaba demasiado exhausto y necesitaba un descanso.

El sargento Cabrera reapareció por la misma puerta por la cual se había ido hace unos momentos. Escoltado por dos soldados fuertemente armados, les comunicó que la persona al mando los esperaba.

Lucas les hizo una seña con la cabeza a su equipo, para que lo siguiera en el interior del complejo.

Dentro del recinto, todo estaba en absoluta calma, nada interrumpía aquella ominosa tranquilidad.

La base se dividía en varias secciones, los soldados pasaban al lado de puertas y grandes corredores vacíos, donde se podía avistar, raramente, a alguien que caminaba por ahí.

Dieron vuelta a la derecha por un angosto pasillo, cercado por ventanas a ambos lados, en las cuales se apreciaba el bosque. Llegaron al final del pasillo, en el cual había solo una puerta verde.

El sargento tocó y se escuchó que una voz masculina decía "Pase". Ingresaron y vieron a un hombre viejo sentado, de cabello castaño moteado con algunas canas blancas, complexión robusta y mirada penetrante pero a la vez soñadora.

Todos los ahí presentes, se cuadraron frente aquél hombre, y él hizo lo mismo.

- Soy el capitán Adrián Zepeda, estoy al mando de esta base militar de la resistencia mexicana- dijo, con voz neutra.

- Capitán, soy el teniente Lucas Varzzen- le extendió la mano y se la estrecharon- Venimos de Inglaterra, porque nos encargaron investigar la sede mexicana de Los Cazadores, que fue atacada ayer por la mañana.

- Sé muy bien quienes son, ya fui informado de su presencia aquí- cortó, calmadamente- Me han comunicado que usted y su equipo hicieron hazañas extraordinarias para salvaguardar la vida de mis subordinados.

Sintió que el capitán estaba exagerando lo que hicieron, pero se limitó a asentir a su superior.

- LAS nos ha apoyado desde el principio de esta guerra, lástima que no se pueda decir lo mismo de ustedes- continuó, mordazmente- Solo cuando algo les incumbe hacen acto de presencia, pero si no es así, dejan que los países se las apañen solos y muera gente inocente. Como ustedes están libres y seguros del IEAA en su estúpida isla, que se jodan los demás, ¿o no?

- Mire, capitán- Lucas fue enojándose cada vez más conforme escuchaba- Nosotros no tenemos la culpa de la incompetencia de la persona que nos dirige. Y usted tampoco tiene ningún valor moral para decirnos que dejamos que la gente muera, cuando usted mismo está sentado cómodamente en su oficina, protegido por gente armada en medio de un bosque.

El capitán se quedó viendo fijamente al teniente, tras escuchar sus palabras. Después de unos segundos, esbozó una sonrisa.

- No se preocupe, teniente. Sé que no es su culpa- sonrió aún más- Nosotros tampoco estamos conformes con el director James.

Lucas estaba confundido por aquel repentino cambio de humor. Primero lo ataca y luego le dice que no es su culpa. Cuando era joven, había escuchado que alguien decía que los mexicanos eran muy raros e impredecibles. Y hoy era testigo de ello.

- Sargento, aseguresé de que nuestros invitados reciban un trato digno de un rey.

- Sí, capitán- contestó inmediatamente- Síganme.

Salieron de la diminuta oficina del capitán Zepeda, atravesaron el pasillo y anduvieron por la base, hasta llegar al centro de operaciones.

Había numerosas pantallas gigantes por todas partes, algunas mostraban el recinto interior y exteriormente, otras de la ciudad, y una era un radar que avisaba cuando algo se acercaba.

A pesar de estar en el centro de operaciones, todo estaba en silencio, salvo por unos murmullos que se oían de vez en cuando.

El sargento encaró a los extranjeros para darles una explicación detallada del lugar.

- Esta base fue fundada hace 23 años por el capitán Zepeda- comenzó- La Alianza Sudamericana nos respaldó desde el inicio, dándonos todo lo que necesitábamos. Con el paso del tiempo, nos hicimos autosuficientes pero seguimos colaborando estrechamente.

Hizo una pausa para tomar aire y prosiguió.

- Actualmente, contamos con 37 cañones antiaéreos escondidos en los alrededores del bosque; 134 torres vigía y 10,000 elementos activos.

» La base se fue extendida bajo tierra, para así poder albergar a nuestros soldados. También hemos creado una serie de túneles para que nuestras tropas avancen sin ser descubiertas, facilitando el viaje a la ciudad.

Al escuchar eso, Lucas pensó que tal vez existía una pequeña posibilidad de Nathan estuviera vivo, en alguno de esos túneles. La esperanza de encontrarlo vivo renació.

- ¡Sean bienvenidos a la base Fuego!- exclamó, orgullosamente.

Cinco soldados se acercaron con sillas plegables y las extendieron en el centro, para que se sentaran.

Se dispusieron a descansar, pero solo pudieron hacerlo unos minutos, ya que sonó unas estruendosa alarma que alcanzaban a escuchar todos.

El sargento se levantó de sopetón, dirigiéndose hacia el radar, donde un joven muchacho de piel morena se movía frenético.

- ¿Qué es lo que pasa, cabo Álvarez?- le interrogó.

- Hemos detectado la presencia de aviones enemigos, se calcula que son 100, aproximadamente.

- ¿Qué?- estaba estupefacto.

El capitán Zepeda llegó corriendo hasta detenerse frente al radar. Mientras Lucas y compañía también se acercaban.

Como todo soldado experimentado, el capitán no se amedrentó y dio órdenes.

- ¡Hugo!- gritó- ¡Avisa a los cañones que se preparen! ¡Y a las torres vigías también!

- !Sí, señor!

Lucas ordenó que salieran por la entrada principal. Al hacerlo, vieron un lago de agua cristalina rodeado de árboles.

Esperaron al enemigo. A lo lejos se oía el rumor de cientos de motores acercándose a su posición.

Ocho minutos más tarde, divisaron las naves enemigas en el horizonte.

- Son cazas- advirtió una voz a sus espaldas, voltearon y el capitán estaba con ellos- Ya vienen.

***

Lamento que el capítulo esté corto, no tenía muchas ganas de escribir x3

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