Capítulo 22. Mireles.

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El sujeto detrás de él rio macabramente, presionando más el arma contra su nuca. Aquel extraño sujeto que lo amenazaba no paraba de reír, carcajeándose de una forma casi desquiciante para Lucas, quien no sabía realmente cómo proceder, simplemente permaneciendo inmóvil por instinto. El individuo, probablemente un hombre, presionó con firmeza el cañón de la pistola, empujando unos centímetros al teniente, acercándolo al despeñadero.

— Apuesto a que te estarás preguntando quién demonios soy, ¿no? —profirió, lanzando un escupitajo al suelo—. Soy el terror de Los Cazadores, la mismísima muerte personificada. Aquel que ha asesinado a distintas personalidades importantes del orbe. ¿Tienes siquiera alguna idea de quién soy? No me decepciones, Varzzen, tengo fe en ti.

¿El terror de Los Cazadores? ¿Asesino? Esas preguntas resonaron en la mente de Lucas, confundiéndolo al instante pero al mismo tiempo aclarando todo de inmediato. Había escuchado hablar de este hombre por televisión, hace algunas semanas, justo después de que llegara de su misión en Nueva York; sí, ahora lo recordaba con claridad, el presentador de las noticias anunció que alguien había liquidado al presidente de Dinamarca.

— Eres el asesino a sueldo del Imperio, ¿verdad? —dijo, conociendo de antemano la respuesta—. Alexis Mireles.

— ¡Bingo! Siempre me dijeron que tuviera cuidado contigo porque eras demasiado inteligente, pero ahora veo que es verdad, aunque no lo pareces tanto como creía —articuló, indiferente—. Debo admitir que sí estoy un poco decepcionado contigo, emboscarte fue excesivamente fácil, tanto como quitarle un dulce a un bebe.

— ¿Qué demonios quieres conmigo? —cuestionó Lucas, desafiante; aunque no sentía nada de valentía.

— Asesinarte, así de simple. Y esto te lo concedo, Varzzen, realmente has causado grandes estragos en el Imperio Euro-Asia-Americano, y te has convertido en toda una celebridad en mi país, incluso tienen toda una sección de sus cerebritos dedicada completamente a ti, reuniendo información sobre tu pasado e intentando encontrar una solución para borrarte de la faz de la tierra de una buena vez por todas.

— ¿En serio quieres que te crea toda esa patraña de que reúnen información sobre mí? No digas tonterías, Mireles —comenzó a reírse con sorna, haciéndosele ridícula la idea misma.

— ¿Ah, no me crees? Como quieras, Varzzen. Naciste en Londres el 6 de Abril del año 2000, descendiente de una familia donde todos los varones se enlistaban en el ejército. Disfrutaste tu buena infancia al lado de tus hermanos y hermanas. A los 13 años ingresaste en las fuerzas armadas, en la Marina, específicamente; donde te graduaste a los dieciocho años como Teniente, y, fue en esa celebración que realizó tu familia, cuando conociste a Stephanie, tu esposa —dijo, con cinismo en la voz—. Dos años después, estalló la Tercera Guerra Mundial y tuviste que cumplir con tu deber como soldado, abandonando a tu familia. Y en el 2025 fue tu última pelea, la Gran Derrota del Atlántico; una batalla naval humillante para ustedes, donde se definió el curso de la guerra y se logró quiénes iban a ser los victoriosos de esa lucha armada. Cuando arribaste a Inglaterra, el General Cole decidió que eras demasiado valioso como para perderte y fuiste congelado criogénicamente —Mireles se rio irónicamente—. ¿Es suficiente para ti, o quieres que siga?

La risa del teniente fue muriendo conforme Mireles proseguía con información de él, provocándole un involuntario estremecimiento que lo recorrió de pies a cabeza, alterándolo de inmediato. Conmocionado como estaba, perdió la facultad del habla. Cientos de recuerdos invadieron su mente, apoderándose de ella y creando un intenso sentimiento de nostalgia en su ser. Lucas abrió ligeramente la boca, con la mirada perdida en algún punto del Mediterráneo, absorto en sus pensamientos.

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