10. Vegas

2.9K 300 22
                                    

—Es todo, Khun Vegas. —El gerente de una de las empresas de transporte de su padre informó, e inmediatamente Vegas se retiró de la videollamada.

La cabeza le dolía, estuvo encerrado toda la mañana en su oficina atendiendo una sesión con el directorio. El rumor de que se encontraba en la lista negra de la primera familia llegó a los oídos de los socios y acreedores de su padre, muchos amenazaron con retirar sus participaciones por miedo a ser arrastrados a la dichosa lista. Así que, a él le correspondía responder frente a ellos, volver a engañarlos con la misma mentira de que las dos familia del clan Theerapanyakul se mantenían en tregua.

Y creía haberlos convencido, esto presentándoles los estados financieros de manera extraordinaria para el mes de julio. La reserva libre de distribución de utilidades se mantenía en el mismo monto, incluso con incrementos considerables. Tampoco se registró pérdidas por "accidentes" o "desapariciones" sobre sus embarcaciones. No había razón para el alboroto; de momento, o la primera familia no estaba enterada sobre este negocio o simplemente no le interesaba perjudicar una empresa de "pequeños" ingresos.

Vegas suspiró, se encontraba agotado. Tenía semanas encargándose de "salvar" los negocios de su padre, y transfiriendo enormes cantidades de dinero a sus cuentas en el extranjero. No iba a preocuparse, no cuando entendía que esas transferencias significaban una especie de seguro para ellos. Corrección, para lo que representaba a la segunda familia. Su padre no pretendía correr más riesgos ni cometer más errores, no desde el suyo.

Estaba por estallar, Vegas cerró sus ojos y masajeó su frente con ambas manos. Buscó olvidarse del caos que aún le faltaba controlar, no iba a soportar otro día más encerrado en su oficina. Revisó que estuviera todos los informes por sus otros gerentes, desconectó la red de la computadora y avanzó directo a la habitación donde tenía a Pete.

Fue tan instintivo, que se le escapó una sonrisa cuando divisó a Pete leyendo su tercer libro de filosofía. Las horribles punzadas que torturaban a su cabeza se esfumaron al igual que su mal humor. Era extraño, le bastó sentir el aroma de Pete y ver su rostro para envolverse en una espeluznante aura de alivio para él. Porque le gustaba estar en esta habitación con Pete, sobre todo por tener a la habitación impregnada por el aroma del omega, ese mismo que finalmente se hizo presente en su totalidad. Y a pesar de que no lo reconocería, tanto a su lobo como a él disfrutaban del aroma de Pete. Era dulce, sin caer en lo empalagoso o asfixiante. Así que, no lo abrumaba en lo absoluto, sino se le hacía familiar y muy reconfortante.

Tanto que traía las mismas ganas de burlarse del omega por su intento de entretenerse con los dilema morales de Kohlberg. E iba hacerlo, enojarlo le ayudaría para animarse a volver a trabajar. —Una lectura interesante, ¿cierto?

—Por supuesto, siempre me ha interesado encontrar el razonamiento por el cual las personas determinan sus juicios y decisiones. —El sarcasmo en la respuesta de Pete le hizo sonreír nuevamente. Ese Pete desafiante seguía, y no le enfadaba. Lo divertía y mucho, era extraño.

— ¿Estás seguro?

Pete entrecerró los ojos, ligeramente ofendido. — ¿Por qué la desconfianza?

—Porque no eres de quienes cuestionan o se interesan por saber qué hay detrás.

— ¿Lo dices por mi obediencia? —Vegas asintió, el omega se quedó callado por segundos. Le perdonaba la desconfianza a Vegas, total solo lo conocía como un guardaespaldas más de la primera familia. No sabía mucho de él, y así lo prefería. O, eso creía. —. No deberías confundir mi obediencia con mi falta de criterio.

—Espera... ¿Tú tienes criterio propio? —Vegas preguntó, conteniendo su risa. No tenía dudas, molestar a Pete era de sus nuevos pasatiempos favoritos. Sobre todo, por esa mirada que reflejaba su lucha interna. El omega quería lastimarlo, estaba seguro. Pero, se contenía.

—Sí, Vegas. Tengo criterio propio. —De no ser por el volátil humor del alfa, Pete no dudaría en tirarle el libro contra su cabeza. O de pisarle la cara, ahora ya podía entender los constantes deseos de su amigo Porsche por patear a Khun Kinn. Los Theerapanyakul podían sacar de quicio a cualquiera, incluso a él. —. De lo contrario, hubiera incendiado tu casa más de cinco veces.

Vegas rio, a lo que Pete suspiró. El omega contaba hasta diez, no hasta cien. Siempre juró que se volvería loco con el señorito Khun, esto porque no convivió con Vegas antes.

—Entonces sí controlabas al loco de Khun. —Vegas concluyó sin ayuda de Pete. Solo al loco de Khun se le ocurría ordenar esa estupidez. —. Pero, ¿cómo lo conseguías? ¿Acaso usaban su conexión omega?

— ¿Nuestra qué? —Pete tomó aire, las ganas de romperle los dientes al alfa con el libro empezaban a superarlo. Debía controlarse, no quería que a Vegas se le ocurriese quitarle la cama como castigo. Llevaban semanas en "paz". —. No tenemos ninguna conexión omega, Vegas. Lograba controlar al señorito Khun con tardes de karaoke o películas.

—Se escucha aburrido.

—Para nada. —El tono en la voz de Pete se escuchó con clara emoción. Porque ahora tenía en su mente a los recuerdos de esas tardes. Él disfrutaba de cada serie, vivía los dramas de las series y de las películas con el señorito Khun. Que nunca se negaba a acompañarlo, tampoco en disfrazarse de ser necesario. Se sentía como un niño ajeno a lo oscuro que podía llegar a ser su vida en la cotidianidad. —. El señorito Khun tiene buenos gustos al momento de elegir una película o serie. También sabe cómo animarnos, exageradamente quizás. Pero, es imposible que te aburras a su lado.

La sonrisa de Vegas desapareció, ya no le divertía las respuestas de Pete. No después de percibir el cariño que el omega le tenía al loco de Khun. "Seguramente, lo extraña. Y también él sea una de las razones por las que quiere regresar a la mansión de la primera familia". No y no, no le gustaba creer en eso. Sin embargo, ya era demasiado tarde. La mirada de Pete brilló con solo recordar esos días al lado de ese loco bastardo, Vegas irritado tiró la computadora en el sofá. Poco o nada le importaba si caía en el suelo, su buen humor se esfumó.

Pete lo notó y resopló. Ahí estaba el temperamental humor de Vegas. Así que, supuso que la conversación terminó y devolvió su atención al libro. Prefería lidiar con los dichosos dilemas de Kohlberg que con el conflicto humano que era Vegas. Mientras que, el alfa hizo lo mismo con los informes en su computadora.

Intento fallido.

En la mente de Vegas, no había mayor espacio que no fuera para las preguntas sobre cómo Pete podía sentir cariño por el loco de Khun si era desesperante, irritante. Nadie lo soporta, ni sus propios hermanos. "¿Entonces cómo Pete puede quererlo, o incluso decir que su compañía es agradable? ¿Acaso Pete era igual de loco que el bastardo de Khun?". Imposible, Vegas se contestó a medida que veía de reojo al omega. "Porque Pete es alguien tranquilo, no molesto. Es agradable, como un hermano mayor para otros, no da miedo. Y aunque es demasiado testarudo, puede adaptarse fácilmente a cualquier cosa".

"¡Bingo!".

"Era eso, Pete se adaptó al loco de Khun o incluso solo siente pena por el loco de Khun. Nada más".

Vegas prefería creer aquello, porque un posible cariño hacia el bastardo de Khun representaba -sin duda alguna- una razón para escaparse y abandonarlo. No, no se lo permitiría. Así que, sin pensarlo dos veces más, Vegas salió de la habitación con su computador.

Fue directamente hacia sus hombres, a ordenarles que compraran una docena nueva de libros. "Los más entretenidos", detalló. 

CONFUSIÓN [OMEGAVERSE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora