9. Vegas

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Vegas terminó de vendar la última herida que provocó en el omega, Pete aún seguía inconsciente. Pero, afortunadamente vivo. El alfa suspiró con pesadez, se quedó sentado en la cama y al lado del guardaespaldas. El silencio se impuso sobre los dos, y en su cabeza aún se desataba un enorme conflicto. Ese que parecía dar con las razones del porqué decidió salvarlo. "¿Fue propia de su crueldad o de una piedad nacida del dolor causado por su padre?". Lo cierto para el alfa era que sintió demasiado miedo al no encontrar a Pete con pulso, volvió a tomarse como ese niño al que le avisaron que era huérfano de madre.

Extraño, completamente extraño.

A Pete lo conocía como otro guardaespaldas que trabajaba para la primera familia, un perro más que estaba destinado a morir por esos ingratos. Siempre le pareció alguien molesto, nada razonable y débil por esa terca obediencia que le entregaba al bastardo de Khun y a su familia. Y a pesar de que no entendía su idiotez para una lealtad tan ciega, hacía que envidiara a la primera familia doblemente. Porque Pete podría ser capaz de meterse a la boca del lobo por esa misma lealtad, y no negaría que le sorprendía esa valentía.

Pete era un omega, su naturaleza debería gritar debilidad y su instinto, la búsqueda de protección. O por lo menos, era lo que Vegas creía. Por esa misma razón, los rechazaba abiertamente. Prefería la compañía de betas o incluso de alfas antes que tener a un omega empalagoso e irritante sobre él. Y entendía que se portaba muy juicioso, pero su experiencia hablaba por sí sola. Primero, fue su madre que no pudo con los engaños de su padre y luego, estaban las amantes de turno de este. Esas mujeres omegas fueron las peores, siempre queriendo aplastar la existencia de su hermano y la de él.

Pero, del otro lado, estaba Pete. Un omega al que no logró doblegar ni con sus torturas físicas o humillaciones, ese brillo de desafío no desaparecía. Incluso después de esto, no dejaría de pelear. Lo suponía y no se equivocaba, ahí se encontraba Pete despertando y viendo todo con desconfianza. Especialmente, a él cuando le alcanzó la medicina hacia su boca. —Toma, aliviará el dolor.

—No quiero. —La voz de Pete se escuchaba débil.

—Tu herida está infectada, esto te ayudará.

—Entonces déjame morir. —Y ahí estaba nuevamente desafiándolo. Vegas contuvo una sonrisa para acercarse más a él.

— ¿Acaso crees que es veneno? —La mirada de Pete por sí solo le respondía. Por supuesto que lo creía, así que Vegas llevó la pastilla hacia su propia boca para después dejarla en la boca de Pete, haciendo que el omega se tense. Ciertamente, obtuvo una victoria. Pete no escupió la pastilla, tampoco el agua que le ayudó a beber.

El omega estaba desconcertado por la actitud de Vegas, suponía otro interés en sus atenciones. Seguramente, quería continuar torturándolo. Pete siguió con recelo a Vegas, creía que se iría. Pero, el alfa se sentó en el piso, justamente en lado derecho de la cama y cerca de él. Vegas se giró a verlo, ambos sostuvieron sus miradas por un segundo hasta que Pete movió sus manos por el dolor de la posición. Quería ignorar a su mente; sin embargo, saber realmente lo que le llevó a Vegas a salvarlo lo dominaba.

— ¿Por qué no me dejaste morir? —Pete no lo pensó tanto, volteó su cabeza hacia Vegas. Esperaba no solo encontrar respuesta, sino también sinceridad.

Vegas hizo lo mismo, acortando la distancia de sus rostros. —Te lo advertí, ¿verdad? Incluso si murieras, me encargaría de atrapar tu espíritu en esta habitación.

Pete se quedó en silencio, Vegas apostaba que lo estaba maldiciendo mentalmente. El omega siempre se perdía en su cabeza, y no tenía dudas de que lo hacía para idear sus torpes escapes o dedicarle más maldiciones.

— ¿Qué te sucedió en la cara? —La pregunta del omega sorprendió a Vegas. No esperaba que preguntara sobre eso, que se interesara en saber.

—Mi padre acaba de irse... —Se limitó a responder. Sentía la mirada de Pete sobre él, el omega quería saber más y ciertamente él también necesitaba platicarlo. Las palabras de su padre retumbaban en su cabeza, aplastando nuevamente la confianza que se tenía a sí mismo. —. Diciendo que soy un inútil que no puede hacer nada bien. Supongo que tiene razón, no consigo ser mejor que tu jefe.

Pete suspiró, una de las constantes batallas que Vegas lidiaba era tener que compararse con Kinn. No entendía la razón, Vegas solo se condenaba. —. ¿Por qué te tienes que comparar con él?

—Todo el mundo me conoce como Vegas, el primogénito de la segunda familia. Siempre situado bajo la sombra de la primera.

—Eso no quita el hecho de que seas como cualquier otro, con un lado bueno y otro malo. —Vegas se giró nuevamente hacia Pete, muy confundido. "¿Acaso no era un monstruo hacia sus ojos? ¿Por qué buscaba darle una pizca de consuelo?". —. Todo lo que haces es por tu padre. ¿Acaso eso no te hace un buen hijo?

Vegas sonrió amargamente, no entendía a Pete. Era un hombre que estaba atrapado con él, que sufría por su culpa. "¿Cómo era capaz de hacer esto, de consolarlo a él?". Otra vez, lo sorprendía. —. Miras al mundo desde su lado bueno. No te culpo; después de todo, nunca has pasado por lo mismo.

— ¿Cómo estás tan seguro? —Pete también sonrió, hizo la misma sonrisa amarga de Vegas. El omega no era ajeno, en lo absoluto. —. Cuando era niño, mi padre me obligó a boxear. Cada vez que perdía, él me golpeaba fuertemente. Hasta que un día, yo gané.

— ¿Entonces dejó de golpearte? —Vegas preguntó esperanzado. Porque él esperaba una victoria para alcanzar la aprobación y cariño de su padre.

—Para nada, él continuó golpeándome. Más tarde, me enteré de que él era un boxeador. Solo con la única diferencia de que él nunca ganó. Así que, se quedó con ese dolor y se desquitó conmigo.

— ¿Quieres decir que mi papá es otro perdedor?

— ¿Alguna vez le ha ganado a Khun Korn? —Vegas se quedó en silencio, nunca lo había pensado. Siempre tuvo a su padre como la persona a la que admirar, a la que buscaba sorprender y ganar su mínimo afecto.

—Ellos no nos golpean porque seamos inútiles. Lo hacen porque ellos mismos apestan. —Otra sonrisa amarga se apareció en su rostro. No lo reconocería abiertamente, pero entendía a Vegas. Así es, entendía las razones del por qué hacía esto. Era otro hijo que buscaba la aprobación de su padre, su cariño y por supuesto, su admiración. Por esa misma razón, en estos momentos no hablaba con el hombre que hizo de sus días un infierno, sino con el hombre que se encontraba herido por no creerse suficiente para su padre.

En estos momentos, Pete no juzgaba a Vegas por su comportamiento pasado, sino por su dolor. Y el alfa así lo sentía, Pete abrazaba sus confundidos sentimientos en esa extraña y no merecedora comprensión.

Y aquello desconcertaba a Vegas, lo hacía sentir vulnerable.

—No te metas. —Vegas alcanzó a responder en su intento de mantenerse a la defensiva e indiferente.

Pero, era demasiado tarde.

Porque para los días siguientes, los golpes y el rechazo de su padre ya no se sentían tan dolorosos. No cuando tenía la preocupación y comprensión de Pete acompañándolo.

"¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué se encontraba llevándole un plato de fideos?".

"¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué se encontraba llevándole un plato de fideos?"

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CONFUSIÓN [OMEGAVERSE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora