CONFUSIÓN [OMEGAVERSE]

25. Pete

Pete podía sentir la desesperación de Vegas, tuvo que apretar las cortadas que tenía en la palmas de su mano para resistir. De lo contrario, hubiera regresado a él y no podía. El encierro y el vaivén de emociones al que Vegas le expuso llegó a su final, se abrazó a sí mismo en el intento de darse consuelo. No quería llorar por él, por haberle abandonado. Pero bastaba con recordar sus lágrimas y sus ruegos para que su corazón se estrujara; y aunque, quería creer que fueron genuinos, solo se trataba de más embustes de Vegas para jugar con él.

"¿O qué otra razón tenía? ¿Amor?", Pete vacilaba, porque Vegas fue claro. No era relevante en su vida, ni la marca que dejó en su cuello. "¿Y cómo pude atreverme a pensar lo contrario? Si solo soy un simple guardaespaldas, un insignificante perro que está a las órdenes de sus amos".

Pete ahogó un sollozo, no buscaba tener la pena de nadie más. Fue suficiente con el pescador, el mismo que le regaló unos billetes cuando regresaron a la ciudad. No podía rendirse, ser el omega indefenso que el mundo espera que sea por su casta. Debía mostrarse como siempre, teniendo esa sonrisa que todo el mundo adoraba y que pocos se percataban de lo rota que estaba.

De ahí que, limpiara sus propias lágrimas, tomara aire y se bajara del taxi. Decidió volver con la primera familia, por lealtad hacia ellos y sobre todo por miedo a Vegas. No quería correr riesgo, a pesar de que dudaba que fuera tras él. "Ni que fuera tan importante para Vegas, ¿cierto?".

— ¡Khun Kinn! ¡He vuelto! —Pete gritó desconcertado de no encontrar a nadie en la mansión. Los pocos hombres que resguardaban la casa lo miraban pálido, Pete frunció el ceño. Su aspecto no era el mejor, pero tampoco se trataba de un fantasma. Los ignoró molestó y terminó por cruzar hasta el jardín.

Pete quedó perplejo, parpadeó tantas veces que ahora tenía un tic. Porque no podía creer lo que observaba, ¿o cómo era posible que el señorito Khun estuviera de negro y velando lo que pareciera ser su foto?". Pete se acercó más, movió sus manos para disipar el incesante humo, le costó. Pero finalmente llegó hasta ellos, el señorito Khun sonrió conmovido y corrió hasta él. Mientras que, Pol y Arm corrieron asustados en el sentido contrario. Lo mismo con Porsche, él se subió encima de Kinn. El único que se quedó confundido fue un chiquillo muy parecido a Porsche, tal vez era el hermano que su amigo tanto le habló.

Pete no tuvo tiempo de preguntar, tenía encima al señorito Khun llorándole. —Pete, mi adorado Pete, no tenías que volver como un zombi. Ya te di permiso de irte, puedes descansar en paz.

—Pero, señorito Khun, no estoy muerto. ¿O sí? —Pete dudó. Quizás, Vegas no le soltó de la cadena, sino él lo soñó como producto de su muerte. El omega se tocó las heridas en su mano, aún sangraban con la mínima presión. Un fantasma no podía sangrar, Pete no estaba muerto. —. No, no estoy muerto.

Khun se alejó de Pete, lo miró de arriba hacia abajo. Era cierto, su Pete no estaba muerto. — ¡Pete! ¡Pete! ¡Pete! ¿Todavía estás con vida?

—Sí, señorito Khun.

— ¡Arm, Pol! ¡Vengan! ¡Nuestro Pete está vivo! —Khun gritó emocionado, mientras que Porsche y Kinn se acercaron. Porsche apenas pudo tocar el brazo de su amigo, comprobando que efectivamente estaba vivo -antes de que Khun volviera adueñarse de Pete.

Khun lo abrazó con más fuerza, Arm, Pol y Porsche se unieron. Los cuatro festejaron la llegada de Pete, estaban realmente agradecidos de que no hubiera muerto. Y aquello bastó para que la mirada de Pete se cristalizara, podía sentir una calidez distinta -aunque no era la que necesitaba, la tomaba.

—Uy, hueles distinto. —Khun arrugó su nariz, su Pete no olía a su peculiar y refrescante aroma a vainilla. Lo sintió cuando lo abrazó, y no le gustaba. Podía sentir un aroma más pesado y territorial en su Pete, también uno que le resultaba familiar. —. ¿Dónde te has metido, Pete? ¿De quién es ese aroma?