23. Kinn

1.7K 189 53
                                    

Kinn sonrió de lado, estaba silenciosamente en el umbral del vestidor admirando a Porsche cambiarse. Era la quinta camisa que tiraba al suelo frustrado, Kinn podía imaginarse la razón. Las camisas de Porsche empezaban a quedarle ciertamente ajustadas en la parte inferior, y aquello le llenaba de orgullo y de ternura porque su cachorro empezaba a notarse. Así que, sin pensarlo dos veces, Kinn se acercó a Porsche, lo tomó por la cintura y dejó varios besos en su cuello; mientras sus manos acariciaban el vientre abultado de su omega.

La piel de Porsche era tan suave, tan cálida que el simple tacto le prendía. Los besos de Kinn fueron subiendo la intensidad, Porsche se perdía entre el aroma de Kinn y sus caricias. El omega iba a ceder, a volver a caer en el deseo insaciable de Kinn -de no ser por Time y Tay que los esperaban en la sala. Habían acordado celebrar en el bar de Yok, y que esta vez no los cancelarían. Pero, Kinn parecía tener otra intención, no dejaría que postergara esta salida.

Su alfa debía contener su deseo, Porsche sonrió perversamente y se apartó de Kinn ante el mínimo descuido. El alfa no dudó en corretearlo por todo el vestidor y estaba por atraparlo -hasta que sintió cómo las camisas de su omega impactaban contra su rostro. Kinn empezó a esquivarlas y a reírse junto con Porsche, porque no sería su omega si disfrutara de molestarlo y escabullirse de él -esto sabiendo lo intenso que podía ser cuando lo atrapaba.

—Tientas mucho a tu suerte, Porsche. —Kinn susurró cerca de la oreja de su omega, mientras lo pegaba más a su cuerpo. Lo que su omega despertaba en él era incorregible, nunca se cansaría de besarlo -no cuando el sabor de sus labios era adictivo. Tampoco, de embriagarse con su aroma -el mismo que era capaz de desatar su deseo como calmarlo. Porsche tenía un enorme poder sobre él, y no se quejaba. —. ¿Acaso no me temes?

—Para nada. ¿Quieres saber la razón? —Kinn asintió, Porsche tomó a su alfa de los cabellos y acercó su rostro al suyo, sintiendo el aliento de Kinn en sus labios. Le encantaba provocar a su alfa, dejarlo con las ganas. Esto porque le divertía verlo portarse como un niño berrinchudo. —. Es sencillo, soy el único que puede contigo, Kinn.

Porsche llevó su otra mano hasta la entrepierna de Kinn, bajó lentamente hasta su miembro y lo apretó; robándole un gemido a Kinn. En respuesta, Porsche sonrió ladinamente para después besar a su alfa con el mismo deseo.

—No lo olvides. —Porsche susurró seductoramente y no tardó en volver a escaparse de Kinn. Esta vez, Kinn no logró alcanzarlo.

Y tal como Porsche lo supuso, se encontró con Kinn haciendo pataletas a su regreso. Porsche contuvo su risa al notar las trompitas que Kinn hacía con la boca, esto acompañado de los ojitos de cachorro que traía. Su alfa era incorregible, pero no cedería.

—Si te consuela, pienso llevar una camisa tuya. ¿Qué dices?

Kinn suspiró, miró a su omega. Estaba nuevamente en el vestidor, decidiendo qué camisa quitarle. —Usa la gris.

—Se te escucha triste. ¿Acaso no quieres ir a celebrar?

—Sabes bien lo que quiero, Porsche. —Porsche ladeó la cabeza.

—Bien, te lo compensaré regresando.

La mirada de Kinn se iluminó, Porsche sonrió. Su alfa podía ser un niño mimado, no tenía dudas. —Entonces démonos prisa. Que quiero cobrarme cada uno de tus juegos.

—Ya te dije, Kinn. No me asustas.

—Deberías. —Kinn se puso atrás de Porsche, sus manos apretaron la cintura de su omega. Porsche contuvo su respiración, sorprendido. Eran pocas las veces en la que Kinn mostraba su demonio con él, le gustaba. —. Porque necesitarás ayuda para levantarte mañana por la mañana.

—Idiota. —Porsche maldijo, Kinn salió del vestidor -no sin antes guiñarle.

Porsche no tardó en bajar con los demás, tampoco el viaje hacia el bar de Yok.

Los cuatro estaban en uno de los box del bar, Time y Tay jugueteaban entre ellos. Mientras que, Kinn procuraba pedirle a Porsche tragos sin alcohol. Porsche estaba más concentrado en probar cada bocadillo, su apetito regresó hace unas semanas y ahora su estómago parecía no tener fondo.

— ¡Brindemos por la pérdida de libertad de nuestros amigos! —Time tomó su copa junto con los demás, una vez que trajeron las bebidas para Porsche. —. Porque ahora pasan a ser esclavos del amor. Yo lo sé bien, lo experimento día a día.

— ¿Supones que eres mi esclavo? —Tay arqueó una ceja divertido. Time asintió, Porsche negaba ante el juego de esos dos. —. Entonces Porsche pide lo que quieres, Time invita.

— ¿Así?

—Por supuesto. No solo porque es mi esclavo, sino porque perdió una apuesta conmigo.

Porsche frunció el ceño. — ¿Qué apostaron?

—Que te volverías mi esclavo del amor. —Kinn respondió por sus amigos para seguido besar la mejilla de Porsche. Aún no podía creer que tenía esta paz y felicidad consigo.

—Esclavo de su amor, ¡qué afortunado eres, Porsche! —Tay le guiñó a Porsche, él se sonrojó en respuesta.

Tanto Time como Kinn, empezaron a molestar a Porsche. Tay se reía de ellos, se sentía realmente contento por su amigo. Porque al fin tenía una persona que sí lo quería y que seguramente lo respetaría a él y a su amor.

— ¿Cómo que mi Porsche es su esclavo de amor, Khun Kinn? —Yok apareció. Ella se sentó al lado de Porsche -quien no dudó en abrazarla para después sentirse como un pequeño al que defendían. Esto era tan reconfortante para el corazón de Porsche. —. ¿Acaso ha pedido mi consentimiento? No olvide que soy la madre de Porsche, usted no puede tomar el corazón de mi hijo creyendo que está solo o desamparado.

—Discúlpeme, querida suegra. —Kinn hizo una reverencia, Porsche sonrió de oreja a oreja. La interacción de Yok y Kinn inflaba con orgullo el pecho de Porsche, porque realmente no se sentía solo. —. Me da permiso de poder tomar el corazón de su hijo.

—Solo si me aseguras que amas a mi niño. —Toda rastro de diversión y coquetería se borraron en Yok, porque no mentía. Tomaba a Porsche como un hijo, uno al que quería y protegería sin pensarlo.

Kinn tragó saliva nervioso, terminó por acabarse su trago. No temía a decirlo, sino que le avergonzaba. Ciertamente, tenía una reputación frente a sus amigos -una que hace mucho se había desaparecido.

—Anda, Kinn. Dilo, o de lo contrario, la tía Yok te dejará sin Porsche. —Kinn asintió, trató de decirlo.

Time rio. —Le da vergüenza.

Kinn negó, tomó aire y bajó la cabeza.

—Amo a Porsche.

Tay negó. —No, no. Apenas se escuchó, inténtalo de nuevo.

Kinn sonrió obediente.

— ¡Amo a Porsche! ¡Lo amo muchísimo! —Kinn gritó, sus amigos festejaron y Porsche se sonrojó doblemente.

*
*
*
[•] Por si quedaron dudas, estos capítulos son antes de que Pete escapara. Ya se viene el reencuentro, uno más. 💕

CONFUSIÓN [OMEGAVERSE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora