Capítulo 50: Las llaves

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El Magi de cabello azul levantó un muro de piedra porque el viento que los estaba atosigando desde hacía rato no les daba tregua y ya había mandado a Hakuryuu y a Alibaba a azotarse contra unos extraños muros de corrientes de aire que se habían hecho sólidos.

Y es que los ataques de los dos candidatos a rey fueron consumidos por un torbellino gigante que terminó usándolos en contra de ellos.

—¡Chicos! —Aladdin fue a socorrerlos.

Hakuryuu estaba inconsciente, pero Alibaba sí reaccionaba, algo atontando por el fuerte golpe.

—Aladdin, no sé qué clase de Djinn es el que rige este calabozo, pero al parecer tiene una seria intención de acabar con quien intente conquistarlo —expresó el rubio gesticulando dolor cuando se levantó.

—Sin duda el Djinn es muy fuerte, Alibaba-kun, pero nosotros lo somos más. Por Ari-san —dijo con determinación el pequeño.

Alibaba asintió, decidido.

—Por Ari —Alibaba chocó el puño con el de Aladdin como promesa.

Ambos tuvieron que separarse ante una ráfaga de viento que, ante sus impactados ojos, terminó cortando el muro.

El Magi hizo su Borg para proteger a Hakuryuu y a Alibaba cuando aquella ráfaga se dio la media vuelta para atacarlos. Quedó boquiabierto al ver que había una fina capa de hielo que daba la forma de una gran ave con las alas tendidas, lo miraba fijamente con aquellos ojos de hielo.

—¡Alibaba-kun, usa a Amon! —clamó Aladdin, señalando al ave.

Las llamas de Amon se hicieron presentes y salieron disparadas sin contemplación hacia el ave que se había vuelto un torbellino furioso. El fuego se fusionó en una espiral que salió disparada hacia arriba.

Ambos ataques explotaron en lo alto, dejando caer chispas ardientes como si fuera lluvia. Aladdin estaba más preocupado por cuidar a Hakuryuu del fuego que caía.

—¿Lo vencimos? —interrogó Alibaba mirando hacia arriba.

Pero la sorpresa se vio reflejaba en los ojos del rubio cuando del fuego salió disparada el ave que giró sobre su propio eje para atacar al chico.

—¡Alibaba-kun! —exclamó Aladdin, alarmado por ver lo rápido del ataque que recibiría su amigo sin oportunidad de ayudarlo.

Aladdin sintió como se había paralizado su corazón, sin embargo, Alibaba había reaccionado y la espada de Amon refulgió envuelto en unas poderosas llamas y el hielo que envolvía al ave se había evaporado.

—A-Alibaba-kun —titubeó el Magi, sorprendido por el poder que su amigo emanaba.

Alibaba se lanzó al ataque, porque aparecieron otros seres de hielo dispuestos a atacarlos.

El Magi esbozó una sonrisa, feliz de ver que Alibaba tenía un perfecto control de Amon y usaba el poder adecuadamente, además de lo fuerte que se había vuelto. Se sentía orgulloso de su candidato.

Alibaba respiraba agitado después de esos minutos en los que se encargó de eliminar a esas criaturas, pero al final ya no aparecieron más y en su lugar se veía una estela de vapor. Al cabo de un rato, suspiró hondamente, se pasó el antebrazo por la frente para quitarse el exceso de sudor y se dejó caer para descansar.

—Alibaba-kun, ¡estuviste increíble! —expresó Aladdin.

—Gracias, Aladdin —sonrió el rubio—. Solo espero que no aparezcan más de esas cosas y sigamos avanzando para encontrar a Ari.

Magi: The New Magic AdventureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora