Capítulo 56: El sentimiento que no quiero

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Yamuraiha tenía los brazos cruzados mientras caminaba en círculos. Se veía bastante concentrada en lo que estaba haciendo.

—No te das por vencida tan fácilmente, ¿verdad? —cuestionó Sirenya de forma burlona.

—Soy muy persistente y tú me has resultado un verdadero reto, que a ser sincera, a pesar de que me frustra, también me gusta porque me mantienes ocupada —respondió la maga con una sonrisa confiada.

—Me agradas —expresó Sirenya sonando sincera.

La puerta se abrió dejando ver al rey de Sindria quien se acercó a Sirenya. Mostró una sonrisa que hizo que ella enarcara una ceja.

—Yamuraiha, por favor, déjame solo con ella.

—Pero...

—Estaré bien —respondió el rey.

—No me alejaré mucho, su majestad —respondió Yamuraiha que hizo una leve reverencia antes de abandonar el cuarto.

Sinbad se acercó demasiado a Sirenya, al grado que solo era unos pocos centímetros los que lo separaban del rostro de la mujer. Ella tenía las muñecas maniatadas con un cordón dorado que refulgía y sus pies los tenía pegados al suelo gracias a unos bloques de agua.

—¿Por qué te resistes en decirme sobre Narae? —cuestionó Sinbad.

Sirenya no apartó sus ojos del rey. Lo observó el tiempo suficiente, poniéndolo a prueba.

—¿Por qué ella no está aquí contigo? —rebatió Sirenya.

—Lo siento, pero tú eres la invasora a mi reino y por lo tanto el que hace las preguntas aquí soy yo —contestó Sinbad con un tono afable.

El rey había perdido la paciencia en más de una ocasión con Sirenya, solo que no lo había demostrado. Estaba ansioso por saber todo sobre Narae, pero la mujer se negaba a hablar al respecto; ya tenía varios días dando evasivas y el hecho de tenerla ahí, también le había frenado en su búsqueda de Ari. Quería respuestas, saber todo sobre la joven y a la vez, tenerla con él. Cerró los ojos por un instante, sacó su espada y la alzó frente a la barbilla de la invitada.

Sirenya se quedó boquiabierta al ver como la espada resplandeció en electricidad y cerró los ojos cuando Sinbad la dejó caer con una velocidad impresionante.

—Solo quiero saber sobre Narae... porque es alguien muy importante para mí —susurró el rey.

La mujer al no sentir la presión de las cuerdas sobre sus muñecas abrió los ojos y vio como estas se encontraban en el suelo.

Sinbad se sentó en la orilla de la cama, con aire derrotado.

—No sé dónde se encuentra, quiero encontrarla y protegerla de todo, pero también quiero saber sobre su pasado para conocer a que me debo enfrentar para que ella esté a salvo —dijo despacio sin mirarla.

Sirenya se frotó las muñecas para aliviar el dolor.

—Ella dijo que quería estar junto a esa luz brillante que eliminaba la oscuridad cuando señalaba este mundo. Cuando vine aquí y busqué esa luz, te encontré, es la razón por la que me ofrecí a leerte la mano, para avisarte de que cuidaras de ella —dijo Sirenya que apenas y atisbaba a Sinbad.

Él alzó la mirada.

—Por favor, dime, ¿quién es Narae realmente?

Sirenya lo vio por el rabillo del ojo.

—Narae es... —Sirenya calló de golpe—. ¿Cómo puedo estar segura de que tú eres esa luz que ella seguía? Porque de ser así, ella estaría aquí —lo miró con desconfianza.

Magi: The New Magic AdventureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora