Mi puño golpeó la puerta negra delante de mí. Sólo tuve que esperar una cuestión de segundos antes de que un alto, muchacho de pelo rizado apareciera. Vestía aún su ropa de entrenamiento, descalzo mientras estaba parado frente a mí.
"Hola hermosa." Harry sonrió hacia mí.
"Hola." Yo tímidamente sonreí.
Mi mano fue tomada con fuerza entre las suyas, jalándome por el pasillo de su apartamento antes de cerrar la puerta detrás de mí.
"Sabes, yo podría haber ido a recogerte." Habló mientras removía el bolso de mi hombro.
"Está bien".
Yo estaba trabajando lentamente en la necesidad posesiva de Harry de siempre querer protegerme. Él había permitido a regañadientes que caminara sola a su casa desde mi trabajo después de nuestra conversación por teléfono. Pero eso fue sólo después de unos diez minutos de estar tratando de convencerme de lo contrario.
"Pero gracias por la oferta, igual." Sonreí.
Quería hacerle saber que su atención sobre mí era apreciada. Harry me hacía sentir segura. Yo sabía que su naturaleza defensiva hacia las mujeres había florecido desde su infancia. Él había crecido demasiado rápido, asumiendo el rol del hombre de la casa. El protector.
Mis pensamientos fueron abruptamente cortados cuando suaves labios aterrizaron sobre los míos. El beso fue dulce, duro un par de segundos antes de que él se apartara, frotando su nariz contra la mía. Mis manos se colocaron sobre su pecho, sintiendo su fuerte torso a través de la camiseta blanca que llevaba. Las vibraciones se podían sentir mientras Harry tarareaba en aprecio a mis caricias, mis dedos lentamente bajando. Agarre el material color azul marino de su cadera, tirando ligeramente.
"Me encantan estos shorts." Admití sonriéndole.
"Oh, sí?", se preguntó, enarcando las cejas.
Su tono era tentador, sus dedos largos removiendo mechones de pelo de mi cara.
"Mmhm. Tienes un buen par de piernas, Harry. "
Me incliné hacia arriba dándole un beso en la mejilla mientras reía. Cuando me retiré, mi ojo derecho cayó en un guiño. Mi cuerpo se volcó, dirigiéndome al final del pasillo, pero Harry rápidamente agarró mi mano.
"¿Acabas de guiñarme el ojo?", Preguntó más que todo divertido.
Me encogí de hombros tratando de evitar la propagación de sonrisa en mis labios.
"Estás usando mis movimientos en mi contra." dijo Harry en voz grave.
"¿Quién dijo que eran tus movimientos?" Respondí con descaro.
Su risa ronca resonó de nuevo mientras mi mano fue llevada a su boca. Sus labios rosados dejando un beso en la parte posterior.
"Eres increíble." Él susurró contra mi piel.
Di un suspiro cuando Harry me jaló hacia su cuerpo cálido, mis brazos alrededor de su cintura sosteniéndolo cerca. Inclinó la cabeza, sus dientes mordisqueando la piel en el hueco de mi cuello mientras juguetonamente gruñía. Las acciones íntimas casi me hicieron olvidar la pelea inminente. Casi.
Dos días. Dos días hasta que Harry entre en el ring. Me importa un bledo quién gane, siempre y cuando logre salir con vida. Yo había llegado a entender rápidamente que Harry poseía terquedad por naturaleza. Se había negado a hablar conmigo sobre el combate de boxeo en cuanto yo desesperadamente trataba de persuadirlo para cancelarlo. Mi último intento le había causado levantar la voz, mi cuerpo acurrucándose contra la pared. Yo no quería enojar a Harry, los dos sabíamos que las marcas en mi brazo todavía no desaparecían.