Capítulo IX

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Adrien

Luego de que mi compañera abandonara repentinamente el cuarto, me dispuse a leer un par de apuntes con los que tenía que realizar un práctico para entregar en la semana.

«Así que, así se sienten los domingos de resaca»

Reí divertido, negando con la cabeza. Daba las gracias de que esta no me hubiese dejado tirado en la cama, pero en su lugar sentía mucho cansancio en mis extremidades como si hubiese corrido una maratón sin parar.

«No quieras culpar del todo al alcohol...»

Sonreí ante el recuerdo de nuestro placentero despertar con Marinette. Creí que luego de haberla frenado la primera vez, no intentaría volver a acercarse creyendo que soy un jodido problema sin solución.

Pero no. Me equivoqué.

Si bien, no hubo intención inicialmente, porque se notaba a leguas que ella no quería presionarme, agradecía de sobremanera la forma en que nos habíamos vuelto a dormir.

Había despertado frente a la placentera sensación de que me estaban aplastando, agradablemente, la polla. Y joder, ¡qué bien se sentía!, en principio creí que se trataba de un sueño hasta que abrí finalmente mis ojos, encontrándome con el precioso cuerpo de la azabache encima mío y, para mi grata sorpresa, ella se encontraba frotando tan deliciosamente nuestras intimidades.

Tenía claro, aun con mis pensamientos negativos rumiando en mi cabeza, que este sería el límite. Todavía me sentía un tanto inseguro por dar un siguiente paso, y prácticamente yo no había hecho mucho de mi parte hace momentos, pues, básicamente fui una especie de... objeto.

Bufé exasperado por volver a sentirme igual, esto sólo me recordaba a cómo me trataba Chloé, teníamos buena química en la cama al principio de la relación. Pero en el último tiempo ella sólo pensaba en lo importante que era que follemos y nada más.

Aquello no me había agradado en absoluto.

El estado de salud de mi abuelo sólo había hecho que descendieran, más no desaparecieran, significativamente mis deseos sexuales. Y follar no se encontraba en mi lista de prioridades, algo que definitivamente enfurecía a mi querida ex.

Esperaba que ella me acompañara en este momento, tal vez dándome algo de comprensión de su parte, un mensaje de texto preguntando cómo me encontraba, un abrazo, un beso. Joder, el sólo mero hecho de que estuviéramos acostados abrazados en completo silencio.

La necesitaba, pero también entendía que no podía obligarla a hacer aquello si no le nacía.

Eso sólo acrecentó nuestras peleas, y la llevó a engañarme con su entrenador del gimnasio. Hubiese preferido que cortáramos por lo sano en vez de sumarme otra desgracia a mi vida. Porque sí, yo llegué a amar a Chloé Burgeois.

Un mensaje de texto me distrajo de mis pensamientos, a la vez que buscaba mi teléfono entre el lío de fotocopias en la mesa. Era Nino:

Nino Lahiffe ⚖:

Hermano, ¿cómo va esa resaca?

Sonreí ladinamente, definitivamente Nino tenía un buen beber, me lo demostró cuando comenzamos con los shots de tequila.

Yo:

Para mi buena suerte creo ser uno de los favoritos de Dios.

Nino Lahiffe ⚖:

Jajaja, hablando de Dios... ¿Algún problema en el paraíso?

Yo:

The Reason || Adrinette +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora