Capítulo XI

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Marinette

Siempre creía que el dolor era de las peores sensaciones que podría atravesar al ser humano, ya sea en su forma más física como emocional.

Pero luego de un tiempo, entendí que el sufrimiento era lo que jugaba en torno al dolor. Dicho sentimiento es algo inevitable para todos, nadie se salva de él. Aunque me he dado cuenta de que así tenga mil problemas o no tenga ninguno, el color vibrante de un atardecer siempre será igual de especial, que aún si tengo mil amigos o no tenga ninguno, mi comida favorita sigue sabiendo igual de bien y aún si cumplí todas mis metas o no cumplí ninguna, mi canción favorita sigue siendo igual de hermosa.

La cuestión es que a veces te pierdes todo lo que tienes, todo lo que de verdad te importa pensando y buscando cosas que creen que te harán sentir mejor. Pero aprendí una ironía y es que; si no te sientes bien donde estás probablemente nunca te sientas bien en donde quieras llegar.

No voy a negar que me enfadó la actitud borde de Adrien cuando lo encontré empacando en el cuarto, nuestro cuarto. Aun así, no dejé de sentir una leve presión en el pecho al considerar que se iba para siempre y yo no entraba en la ecuación de importancia.

Suena estúpido. ¿No?

Adrien me mostraba por segunda vez una faceta vulnerable, pero en esta oportunidad no pude evitar sentirme inútil frente a esta. No sólo estábamos "discutiendo" sin sentido minutos previos a ello, sino que nuestro cruce en la cafetería había sido un tanto extraño.

Era difícil descifrar qué pasaba por la mente del rubio, pero siempre que acontecían estas situaciones que me dejaban totalmente desencajada, no podía evitar sentir curiosidad por conocerlo más, por saber que lo hacía ser como era y acompañarlo en su tormento.

Todavía no entendía la razón del porqué me ofrecí a acompañarlo y más sabiendo que nos encontrábamos en plena cursada, algo en mí sabía que no era algo que pronto entendería pero supongo que estaba bien no entender algunas cosas de vez en cuando, era parte de nuestra manera de ser y eso estaba relativamente bien.

Durante nuestro trayecto al aeropuerto me resumió sintéticamente el motivo de su repentino viaje. Su abuelo estaba desarrollando un cáncer pulmonar e inesperadamente había empeorado su cuadro.

Los abuelos, para algunas personas, resultaban ser padres, verdaderos padres.

Gina siempre se las ingenió para suplantar aquella figura materna que, en mi caso, se encontraba presente pero ausente emocionalmente. No podía imaginar mi vida sin ella a mi lado, no sólo era una madre, sino una amiga, mi confidente.

Entendía el dolor de Adrien en estos momentos. Joder, de sólo pensar que un día puede faltarme mi abuela me destroza. La vida no te prepara para estas cosas, simplemente llegan, no piden permiso para suceder. A veces me pregunto si quisiera que las pérdidas fueran instantáneas o, como en el caso de mi compañero, te preparen poco a poco para lo inevitable.

Los seres humanos queremos que todo lo que amamos dure para siempre, pero hay personas que solo tienen pase para un pedacito de nuestra vida, estaba bien dejar ir. Lastima que el hecho de amar a esa persona ya hace todo más complicado.

–Acabo de hablar con mi madre –rompió el silencio mientras bloqueaba la pantalla de su teléfono –Le avisé que llevaría a una... amiga –carraspeó dirigiendo sus esmeraldas a mis zafiros.

–Prometo no darte problemas –levanté mi meñique para asegurar ello.

Una corta carcajada salió de su boca, acción que innegablemente me hizo sonreír feliz. Sus facciones estaban decaídas desde que salimos de la universidad hasta que nos subimos al avión.

The Reason || Adrinette +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora