EXTRA I

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Marinette

Día a día realizaba un recorrido de todo lo acontecido en mis últimos cinco años. Nada de lo que había en mi presente había sido proyectado en un pasado. La Marinette de ese año poco imaginaba una vida así, tal vez ni siquiera era un proyecto definido pero aquí estaba, graduada, con mi título de madre, psicóloga y esposa.

Aún me resultaba toda una novedad mi, ya no tan nueva, vida y ello era emocionante porque todos los días ocurría algo diferente en cualquiera de mis papeles como persona.

Mis amaneceres eran junto al amor de mi vida, justo como en este momento que tenía a Adrien acurrucado a mi lado mientras una de sus manos permanecía inerte en mi abdomen.

Cada despertar era el mismo desde hacía un par de meses.

Por lo general lograba despertarme antes que él debido a que le costaba conciliar el sueño por las noches hasta que, pasadas unas horas de la madrugada, caía en un sueño profundo por efecto biológico.

Hacía meses que veníamos intentando buscar a nuestro tercer hijo. Cuando Emma y Louis cumplieron cuatro años creímos que era un buen momento para darles un hermanito o hermanita. Los mellizos comenzarían el kínder y con ello todo un proceso de socialización importante para su etapa evolutiva.

Tenían muchos amigos en el barrio donde nos habíamos mudado hacía un año. El departamento comenzó a ser pequeño y queríamos que disfrutaran de tener un gran patio, lleno de verde y con mucho lugar para correr y jugar. A Adrien y a mi nos hacía mucha ilusión conseguir un hogar lejos del ruido de la ciudad, adaptamos nuestros horarios laborales para que no fuera un impedimento lograr nuestro sueño.

Luego de nuestra boda, que coincidió con el primer año de vida de nuestros pequeños, comencé poco a poco a mostrar mis destrezas en mi ámbito laboral. En aquel momento empecé atendiendo a cinco personas adultas, no quería cargar mi horario con tantas citas. Por un lado para evitar quemar mi cabeza con tanto trabajo y por otro porque no quería perderme el crecimiento de los mellizos, me costó horrores despegarme de ellos, inclusive de Adrien.

Me negaba a contratar una niñera, sentía que nadie podía cuidar a mis pequeños de la forma en que lo hacíamos nosotros dos. Por ello, con mi rubio planificamos un horario funcional para ambos. Por las mañanas Adrien asistía a la oficina mientras yo me quedaba con nuestros hijos hasta que él volviera para el almuerzo en donde compartimos los cuatro. Llegadas las tres de la tarde yo partía a mi consultorio hasta las ocho de la noche donde mis tres amores me recibían con la cena y mucho amor para dar.

Amaba demasiado la vida que tenía, Adrien era un esposo soñado y mis hijos el mejor regalo que podía haberme dado. No había lugar para alguna queja en ese sentido, luego los desperfectos que podían surgir en la vida misma hacían parte de la rutina como cualquier familia normal.

Sin embargo, había algo que nos tenía un tanto tristes y frustrados.

No podía quedar embarazada.

Al principio no le dábamos demasiada importancia al hecho de toparnos con un resultado negativo. Creímos que tal vez era una especie de señal para que atrasáramos nuestro pequeño y deseado proyecto. Continuamos intentándolo durante más de seis meses, resultaba un tanto frustrante no obtener lo que queríamos. Y no era que no lo intentábamos, Adrien siempre apartaba un día de la semana para que tuviéramos nuestro momento íntimo, dejando a los mellizos al cuidado de nuestros amigos que también habían sido padres hacía un año.

La noche anterior, Adrien había vuelto de un viaje importante por cuestiones laborales y le había mostrado el test con resultado negativo que me había realizado esa misma mañana a primera hora.

The Reason || Adrinette +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora