Capítulo XX

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Adrien

No estoy nervioso, no estoy nervioso, no estoy nervioso, no estoy...

JODER. SÍ, ESTOY NERVIOSO.

No sé de dónde había salido mi sugerencia de acompañar a mi chica a la casa de sus padres y de paso conocerlos.

Simplemente me entristeció verla un tanto desanimada por el viaje. Eran muy pocas las veces en las que hablábamos sobre sus padres, me había comentado que no eran muy cercanos pero que no le importaba realmente. Aprendió a convivir con el dolor que provocaban sus ausencias constantes.

Sin embargo, contaba con su abuela Gina, quien, por cierto, en más de una oportunidad había llamado telefónicamente a Marinette cuando nos encontrábamos un tanto... ocupados. No sé si la mujer era una especie de bruja e intuía cada vez que nos encontrábamos en una acalorada situación.

—Bien —suspiró solemne mientras sostenía mi mano—, hemos llegado. Esta es mi casa...

El vuelo había sido bastante rápido y no hubo inconvenientes en conseguir un taxi para dirigirnos a la casa de mi princesa. Al bajar del mismo, nos detuvimos un par de minutos en silencio mientras ella contemplaba el lugar nostálgicamente.

—Hey —apreté su mano buscando su mirada— saldrá todo bien, yo estaré a tu lado en todo momento. Si gustas podemos volver durante la madrugada.

—Por supuesto que no —frunció el ceño—. Pasaremos la noche aquí, descansaremos como se debe y volveremos mañana por la tarde, así preparamos nuestras cosas para arrancar la semana.

Tragué grueso ante sus directivas, sabía que estaba nerviosa al igual que yo y sólo lo demostraba de esta forma.

—Tú mandas princesa —besé el dorso de su mano logrando que suavizara los gestos faciales—. Anda, ya quiero que me conozcan mis suegros —solté divertido aunque por dentro sentía una explosión volcánica.

—Gatito... —murmuró sonriendo culpable —, yo... no les dije que traía compañía —rió cortamente mientras sentía mi corazón deteniéndose—. Digamos que omití ese pequeño... detalle.

—¿QUÉ? —maldije internamente tirando de mis hebras—. ¿Y-y qué se supone que soy? ¿Tu amigo? Porque claramente ser tu novio o roomie no les caerá del todo bien.

Joder, tal vez me merecía que me devolviera la misma situación de mierda que experimentó con mi madre aquella vez. Sin embargo, esto no hacía más que aumentar mis ganas de fumar un cigarrillo con suma urgencia.

—Lo lamento —dijo sincera abrazándome tiernamente— soy una tonta, no era mi intención.

Le devolví el abrazo enterrando mi rostro en su cabellera para inhalar su típico aroma que tanto me tranquilizaba.

—Entonces... —suspiré— ¿soy tu amigo gay?

Aquello le arrebató una risotada a mi chica, me hacía sentir bien ser el motivo de sus risas, a pesar de que la mayoría de mis chistes fueran pésimos. Ella me amaba aun con esa faceta.

—No, eres mi novio —soltó firme separándose unos centímetros para tomar mi rostro entre sus cálidas manos—. Y me importa muy poco cómo reaccionen.

Indudablemente amaba la seguridad que cargaba Marinette. No sé qué surgiría apenas ingresáramos por esa puerta pero me sentía protegido a su lado.

—¿Por qué no me sorprende? —la dura voz de un hombre alto y un tanto robusto rompió nuestra burbuja—. Te bota Luka y vas en busca de otro para seguir entreteniéndote.

Sentí mi mano ser dolorosamente apretada por el agarre de mi delicada novia.

La mirada del tipo recayó en mí mientras me escaneaba más de la cuenta haciéndome sentir levemente nervioso.

The Reason || Adrinette +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora