Pista 2

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Fue fácil adivinar que Roger no estaba actuando normal. Harry se preguntó cómo había logrado engañarlo si entraba en pánico tan rápido. El joven auror lo observó los siguientes días paseándose, escondiendo la correspondencia, revisando las cosas de Harry y soltando respuestas a la defensiva cuando se le cuestionaba. Si el Gryffindor no lo hubiese visto en aquel café, sería en ese momento que habría notado que su pareja le era infiel.

—¿Hoy no tienes trabajo, amor?

Estaban desayunando cuando un búho real exigió la atención de Harry, luego de quitarle la carta y recibir varios picotazos, el auror intentó darle un poco de pan. El ave ululó disconforme y comenzó a botar las cosas que habían sobre la mesa hasta que el Gryffindor le dio unas golosinas que tenía guardadas y había olvidado.

Con la comida arruinada, Harry volvió a sentarse y abrió la carta. Casi de inmediato Roger se asomó desde atrás, apoyando ambas manos en los hombros de Harry, intentando, claramente, leer el contenido de la nota.

—¿Quién te escribe y manda a un búho tan gruñón? —la pregunta intentaba ser casual, pero Harry notó el deje de ansiedad.

—Malfoy —comentó con simpleza.

El Slytherin le había mandado una estúpida nota hablando de que se había enfermado y que era culpa del ambiente de su oficina. Nada importante, pero Roger ahogó un grito y volcó el azucarero, creando más desastre del que ya había. Harry lo observó confundido antes de recordar que se suponía que Malfoy lo estaba extorsionando. No tenía pruebas, pero imaginaba que a lo largo de esos días Roger había sido acosado una y otra vez por parte del Slytherin, el sanador estaba demasiado nervioso como para que fuera solo la culpa lo que lo llevase a ese estado.

—¿¡Malfoy!? —soltó una risita nerviosa—. ¿Por qué? ¿No te odia?

—Lo hace. Dice que le debo una compensación porque se enfermó, que fue culpa mía y de mi despacho.

Harry bebió lo que le quedaba de té y siguió las reacciones de su novio. El joven había empalidecido y había tenido que sentarse. Se veía asustado y enfermo.

—¿Fue a tu despacho...?

—A veces nos presta sus servicios.

—¿Eso...? ¿Fue hace poco?

—Hace un par de días —Harry agitó la varita para limpiar.

No debería estar disfrutando tanto aquello, pero ver a Roger entrando en pánico era bastante satisfactorio.

—Ah... —el mayor soltó una risa nerviosa—. Aunque tiene razón en que pudo haberle pasado algo en tu oficina, siempre tienes todo desordenado.

Harry encogió los hombros. Ya había limpiado una vez y eso bastaba para los siguientes cuatro meses. Roger se veía desesperado por volver a la normalidad aquel desayuno.

—No volveré a verlo por trabajo —dijo Harry de todas formas—. El caso en el que estoy no tiene relación con la alquimia. Serviría más si tuviese algún dato de un depravado.

—Qué bueno... —murmuró a lo primero—. ¿Eh? ¿Depravado?

La actitud de Roger cambió por completo, se veía más interesado en el trabajo investigativo ahora que tenía la confirmación de que Malfoy no había revelado nada sobre su infidelidad. Harry optó por fingir que no había notado nada, después de todo, su novio siempre había sido un chismoso y le gustaba estar al tanto de las investigaciones del auror.

—Es solo un caso. Unas chicas han estado desapareciendo en Londres, no hay nada que Malfoy pueda decirme y yo considere interesante.

Roger sonrió y se puso en pie. Rodó la mesa para quedar al lado de Harry y le depositó un suave besos en los labios. Alguna vez el Salvador del Mundo Mágico había sentido mariposas revolotear en su estómago por el contacto, en ese momento se sentía más parecido a náuseas.

El precio del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora