Pista 4

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TRIGGER WARNING

ESTE CAPÍTULO CONTIENE DESCRIPCIÓN GRÁFICA DE VIOLENCIA, SANGRE, CUERPOS MUTILADOS Y MENCIÓN DE TORTURA. QUEDA BAJO TU CRITERIO LEER

Harry hizo desaparecer la colilla y pasó bajo la cinta de policía. Alguien se acercó con la intención de detenerlo, pero el detective muggle que ya lo esperaba fue más rápido y lo agarró para llevarlo hacia el interior de la bodega.

—Gracias por venir tan rápido —susurró el hombre.

El auror lo observó. Tenía unos 40 años, grandes ojeras y una barba incipiente. Probablemente no había cambiado su camisa desde hace unos días y había estado sobreviviendo a base de café. A Harry le agradaba, era proactivo y práctico, además sabía ceder cuando los métodos muggles se veían superados y requerían una intervención mágica.

—Sabes que estoy ocupado con el caso de secuestros, Farrell.

—Lo sé, pero te llamé a ti porque creo que esto tiene que ver con eso —evitó hablar de magia por los agentes que seguían circulando.

El muggle abrió la bodega. Un fuerte olor a sangre golpeó la nariz del héroe y tuvo que hacer un esfuerzo para no cubrirse la nariz. Personas en trajes blancos y con mascarillas se paseaban por la estancia colocando números, midiendo con reglas y sacando fotos. En una de las paredes estaba escrito con sangre la palabra "Prostituta" y en el suelo había un cuerpo desnudo.

—¡Salgan todos! —gritó Farrell.

—Va contra el procedimiento, señor —habló uno de los jóvenes vestido de blanco.

—Si tienen algún problema, denle sus quejas al Ministro o, mejor, a la Reina —respondió el detective muggle— ¡FUERA!

Los investigadores dejaron sus cosas y comenzaron a salir, dándole miradas curiosas a Harry. Algunos ya lo habían visto y, aunque no entendían bien el papel que jugaba, habían decidido no hacer muchas preguntas. Aquel tipo llamado Harry Potter solo aparecía en los casos más crudos, violentos y extraños... y solía resolverlos.

—Cinco minutos, Potter. Aprovecha de hacer tus trucos.

Harry lo ignoró y solo avanzó hacia el cuerpo desnudo. El olor a sangre se hacía cada vez más fuerte a cada paso. El cuerpo estaba bastante maltratado, tenía fracturas expuestas y hematomas que habían surgido antes de la muerte. Se trataba de una mujer que había sido colocada en una posición antinatural. La habían rapado y cosido con un hilo los ojos y los labios, tenía la mandíbula destrozada y una fractura en el pómulo. Era difícil identificar sus rasgos.

Pero aquello no era lo más grotesco y violento que le habían hecho. Tenía abierto el vientre desde la cintura hacia la ingle, le habían extraído todos los órganos que deberían haber en aquella zona y habían limpiado para hacer un perfecto recipiente. Depositado allí había un bebé de unos cuantos meses envuelto en una manta blanca de algodón que se había manchado por la sangre de la mujer. La criatura se veía como si estuviera durmiendo y a simple vista no parecía haber sufrido tortura o abuso.

—No se ve como una de mis víctimas —dijo luego de observar todo.

—Es cierto. Desapareció solo hace unos días y era algo normal en ella, así que nadie lo reportó —explicó el detective.

—¿Entonces por qué me llamaste?

El hombre se puso en cuclillas al lado del cuerpo y con su bolígrafo señaló el estómago vacío que solo contenía al bebé.

—En primer lugar, es imposible hacer este tipo de trabajo sin dañar otras partes, ni el mejor médico cirujano podría hacer un corte tan limpio. Aún no se ha hecho una autopsia, pero surgirán detalles extraños que solo la magia explicaría.

El precio del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora