Pista 6

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Habían pasado tres días y Harry apenas había estado en casa. Llegaba de madrugada, cuando Roger ya se había acostado, y se iba antes del amanecer, antes de que el sanador despertara.

—Harry, deberías descansar —Hermione se sentó en la silla frente al escritorio, suspirando.

—Estoy ocupado.

Para matar las horas había continuado con la investigación. Si se detenía su mente no paraba de recrear lo sucedido con Malfoy y no se sentía preparado para enfrentar aquella situación.

—¡Harry! Estás pálido, ojeroso, irritable y te duele la cabeza —la mujer frunció el ceño—. Veo como te frotas los ojos. Estás agotado.

—Hermione, en serio, estoy ocupado.

—¿Qué está pasando? —ella sonaba un poco angustiada—. También nos estás evitando, Harry.

En vez de responder, el mago señaló una de las paredes. Había hecho un diagrama con fotos de todas las víctimas, información personal y la fotografía de la escena. Su primera intención había sido ver el panorama general, pero ahora le servía para ver las similitudes.

—Estoy en un caso difícil.

El héroe estaba teniendo más problemas con su vida personal, pero no mentía al hablar del caso. Había seguido la pista del detective muggle y había descubierto que todas las chicas estaban relacionadas con el mundo mágico por ser brujas, squibs, o tener algún familiar mágico. Además, todas habían desarrollado su vida en el mundo muggle. Eso había complicado la investigación, cruzar información era de por sí complejo.

—¿Adultera? ¿Prostituta? ¿Es una purga? —preguntó con horror la joven.

—¿Purga? —Harry miró con el ceño fruncido a su mejor amiga.

—Bueno, pareciera que alguien quisiera dar ese mensaje —ella señaló las fotografías de las escenas—. La palabra es una acusación, una etiqueta. De alguna forma cabe en la categoría de crimen de odio.

Harry no se había detenido a analizar demasiado las palabras que se habían escrito con sangre. La gran mayoría de los cuerpos habían sido encontrados en sitios públicos o donde era difícil dejar tal mensaje. Se mordió el labio inferior y agitó la varita, las palabras ensangrentadas se proyectaron para luego juntarse, eran los mismos trazos, la misma letra.

—Tengo que hablar con Farrell.

Antes de que Hermione lo detuviera, salió corriendo de la oficina y se apresuró a salir del ministerio. Necesitaba llamar al detective y para eso necesitaba estar en la superficie. Ni siquiera esperó a salir del edificio cuando ya había marcado el número del muggle.

—Potter.

—Antecedentes. Necesito ver los antecedentes de las chicas.

—¿Antecedentes criminales? ¿Encontraste un patrón?

—No estoy seguro. Todas tienen que ver con el mundo mágico, pero no vivían en él. Creo que ese tipo de información estará en tu base de datos. ¿Puedes verificar los antecedentes de una de ellas?

—Muy bien. ¿A quién quieres revisar?

—Grace Hill. Estaba estudiando en Francia hace un año. Te doy dos horas, yo iré a hablar con su abuela.

Luego de cortar la llamada Harry se apareció en San Mungo. La recepcionista lo miraba curiosa, pero no mencionó nada cuando el auror le explicó que venía por trabajo. Rechazó la ayuda y en su lugar caminó solo hacia la sala Janus Thickey. No era un lugar que le gustara, ver a los padres de Neville siempre le creaba una incómoda sensación, pero necesitaba verificar algo. Ignorando a Lockhart y sus autógrafos avanzó hasta una mujer que miraba concentrada una fotografía.

El precio del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora