Capítulo Once (extra)

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—En fin, debemos de comer antes ¿Deberíamos comer unos fideos y un poco de pollo?

—Cierto, sobró pollo. Me parece perfecto.

Yoongi se dirigió a la cocina para preparar la comida, apenas inició a crear los fideos desde cero Jimin se puso detrás de él para contemplar la magia. Eso sí que era un aspecto agradable, podía comer fideos recién hechos y perfectos al modo artesanal sin mover un solo dedo.

—Yo también quiero aprender a hacer eso-señaló.

—No creo que puedas, no siento que seas un hechicero al menos no para encantamientos.

Jimin lo observó de arriba hacia abajo indignado con los brazos cruzados.

—¿Y cómo puedes saberlo si no lo hemos intentado?— balbuceo.

—Solo lo sé pero podemos intentar con pociones, eso se les da muy bien a los curadores.

—Lastima, de ser así no me podrás enseñar.

Jimin se bufó pues después de la conversación que tuvieron con Vincent habían salido muchos temas relacionados con su pareja y uno de ellos eran las pociones, no era un secreto pero ahora lo tenía mucho más claro y fresco en su mente.

Yoongi sólo calló y vio de reojo a Jimin, se sentía un poco humillado. No importaba las veces que intentara hacer una poción correctamente, aún cuando hacía exactamente lo que le indicaban en la cantidad y momento debido, sus pociones parecían más venenos, diferentes al resultado esperado. Incluso aquellos mysticus que tenían poca magia eran capaces de hacer algunas pociones pero Yoongi no.
Era molesto.

Ambos prepararon lo que pudieron y se dispusieron a comer. Yoongi veía con ternura como su apuesto novio engullia los fideos quedando con manchas en el rostro que después limpiaba manteniendo una gran sonrisa. Se le había olvidado la incomodidad que le habían causado sus pequeñas burlas anteriormente.

Al finalizar su comida Jimin quién aún no olvidaba el tema se acercó con sus brazos extendiéndose hacia arriba. Fue a lavarse los dientes justo después de que el otro lo hiciera. Le era incómodo intentar lavarse al mismo tiempo que su pareja. Estaba lleno hasta reventar y no quería que sucediera algo vergonzoso o asqueroso.

—Gatito, ¿en realidad no puedes hacer pociones?

—En verdad, bueno algo así.

—¿Algo así?

—Las puedo hacer pero nunca resultan como deben— dijo cabizbajo.

En ése momento el menor comprendió su vergüenza, no pensaba en seguir burlándose de él con el tema, no esperaba que realmente fuera incómodo para su gatito. Se enjuago la boca y fue hacía el pelinegro sin decir nada.

—¿Qué haces?— sonrió el mayor al sentir como Jimin rodeaba su cintura con los brazos y recargaba su mentón en los hombros de éste.

—Te abrazo— rió. —No importa que no seas bueno en las pociones, me volveré el mejor alquimista que hayas conocido y yo te enseñaré.

—Claro que lo harás, espero que cuando eso pase no te olvides de lo que dijiste justo hace unos segundos— sostuvo las pequeñas manos entre las suyas.

—Pues entonces tendrás que recordármelo— sonrió ladino.

Me parece perfecto.

La atmósfera era seductora y cálida, una mezcla de ternura y amor. Sus jugueteos eran clásicos en ellos, sin embargo, añadiendo la pizca del amor y la picardia era algo realmente envolvente y mágico, incluso en un lugar en donde la magia rondaba por cada rincón.

Has hechizado a mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora