Hierba Mala Nunca Muere • Tonway

04

— ¡Jack! ¡Tienes que ver ésto! — Gordon entró sin previo aviso al despacho del azabache, asustándolo y provocando que se le cayeran los papeles que tenía entre las manos.

— ¿Qué ocurre, David? — preguntó, agachándose para recoger los folios.

— Es sobre Toni.

Conway se detuvo en seco, mirando con temor al castaño.

— ¿Lo han encontrado?

Gordon suspiró — No, Jack, aún no. Pero he encontrado algo que nos podría venir muy bien.

Gordon dejó varias carpetas y folios sobre el escritorio, buscando una en concreto.

— Sabes que por los cargos atribuidos a Toni Gambino, éste será sentenciado a cadena perpetua irrevisable en el caso de ser encontrado vivo, ¿Cierto?

— Sí, sí. Lo sé ¿Y? — Conway se apoyó en la pared, viendo cómo al contrario se le formaba una expresión de ilusión.

— Pues resulta, que si se cumplen cierto requisitos, existe una forma de evadir esa condena.

Jack se quedó perplejo, mirando la sonrisa triunfante del castaño.

— ¿Cómo?

— Los requisitos son muy difíciles de cumplir, ya que son situaciones excepcionales. Pero ya que la interpol está metida en ésto, y su hermano tenía sus royos con el FBI, podemos hacer que Toni trabaje para la policía londinense, y así evitar la sentencia.

— ¿Eso es... Realmente posible? — Conway no cabía en su cuerpo del asombro.

— Sí, aunque probablemente tendría un rastreador atado al tobillo y para manejar un arma de fuego tendría que estar en presencia de alguien de mayor rango, ya que como sabes, Toni es prácticamente un cadete.

— Podemos salvarlo...

— ¿Jack? ¿Estás bien? — Gordon se acercó al azabache, quién miraba al suelo anonadado.

— Sí sí, claro.

Se apartó rápidamente, saliendo a paso rápido de la habitación. El castaño, extrañado por la reacción de Conway, decidió seguirlo, viendo cómo éste salía al aparcamiento y comenzaba a gritar.

— ¡Lets fucking gooooooooooo! — gritó, dándole una patada a un bote de basura.

Gordon se rió de esa reacción, contagiándose de ese buen humor que tenía el azabache.

— Lets fucking go — susurró para si mismo.

Habían logrado encontrar una abertura, ahora solo faltaba encontrar al italiano de los huevos y obligarlo a meterse por ella.

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