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— ¿Ya has pensado cómo declararte?

Jack casi escupió su café al oír la pregunta de Gordon.

Oh, la pausa para el café, uno de los momentos más agradables del día según Conway. Lástima que ahora tuviese que comerse su propio orgullo para responder preguntas de amoríos adolescentes.

— Pues... Ni puta idea. Pero yo soy un hombre decente, así que lo haré bien — habló mientras removía el café de su taza.

Después de noches en vela y folladas mentales, llegó a la conclusión de que no quería seguir viudo. Hacia muchísimos años que no experimentaba esa cosa llamada «amor», y ahora quería darse el lujo de volver a hacerlo de nuevo.

A demás, una belleza como Toni no de encuentra todos los días, y sabiendo el dolor que trae su perdida, no debería dejarlo ir de nuevo.

Pero cometió el error de contarle a Gordon sobre su amorío en una de esas noches de tristeza, y ahora el castaño le miraba como si de un adolescente y su primera novia se tratase.

— Me alegro, solo no la cagues — se rió el castaño, viendo cómo la cara de Jack se convertía en una mueca de desagrado —. Sólo digo que sería una pena que después de todo este drama lo terminarás perdiendo. Yo personalmente, soy partidario en todo lo que tenga que ver con el amor — dijo, dándole unas palmaditas en el hombro.

— Jódete, Gordon.

— ¿Le vas a hablar así a un superior? Conway despedido. Terrible — justo en ese momento los dos italianos «metemierda» entraron por la puerta.

— Venga, lo que me faltaba — gruñó, ya de mal humor.

— ¡Conway sancionado! ¡Conway en la puta calle! — comenzó a gritar Toni, usando un tono de voz más agudo del normal.

Dió un último sorbo tímido a su bebida, antes de agarrar al rubio de la muñeca y llevárselo de allí.

— Tenemos asuntos pendientes con la interpol, así que andando.

— Solo espero que no me vuelva a interrogar el mismo señor morsa de aquella vez — susurró, provocando la risa de Gordon, quién le seguía metros atrás. Mientras, Crish se quedó en el despacho de Gordon, comiéndose los Donuts restantes de la hora del café.

— Vamos a ver si lo he entendido todo — Conway agarró una silla, dándole la vuelta y sentándose con los brazos apoyados en el respaldo —. Me estás diciendo que tú despertaste en la cárcel, donde apareció Gustabo. Después de eso, te sacó de allí, te llevó a saber dónde y te dijo que te iba a pasar la «maldición de pogo» para que pudieras matarlo, ¿no es así?

— Exacto — el italiano se encontraba sentado como niño bueno en otra silla frente a él, dejando que otro hombre le atara algo al tobillo.

— ¿Y por qué cojones no te negaste?

— Ya te dije que traté de hacerle cambiar de opinión, pero no me quiso hacer caso. Así que no me quedó de otras, Conway ¡Estaba bajo presión! — gritó lo último, asustando al pobre técnico.

— Me cago en la puta — Jack se agarraba el puente de la nariz, suspirando. Esa era, posiblemente, una de las historias más surrealistas que tuvo que escuchar de la boca de alguno de los dos rubios.

— Pues con esto y un bizcocho, ya está todo listo — dijo aquel agente mientras terminaba de atar al localizador al tobillo del italiano. Alzó la pierna de éste, provocando que casi se cayera de la silla.

Jack soltó una risa disimulada, poniéndose pie. Toni solo le miraba con cara de asco, manteniendo sus brazos cruzados.

— Cambia esa cara, princesa, que tenemos trabajo — Jack lo miraba desde arriba, aguantándose la risa por la cara de niño castigado que estaba poniendo el rubio.

— Exactamente. Crish, tú tienes que ir a hacer la formación, así que nos veremos más tarde — dijo, ahora cambiando su expresión a una más alegre al dirigirse al peliazul que no sabía en qué momento llegó allí  —. Venga, Conway. Tenemos que ir a patrullar.

Se puso de pie y caminó a paso decidido hacia la puerta, pero nada más dar dos pasos Conway lo agarró del cuello de la camiseta.

— ¿Dónde crees que vas, muñeca? Tú también tienes que hacer la formación.

— ¡¿Khomo?! Indignado me hayo.

— Muévete, capullo.

Al final fue arrastrado hasta el aparcamiento de la comisaría, entre pataletas y ruegos por no tener que hacer ese maldito curso.

— ¡Ya me lo sé todo, Cumway! ¡Ya lo estudié antes de infiltrarme en la policía!

— Pero no lo has hecho de forma oficial. Y no me llames así, capullo.

— /me llora.

Jack suspiró — deja de hacer drama, que no es el fin del mundo.

Toni lo intentó una vez más poniendo ojos de cachorrito, pero desgraciadamente no le funcionó. Al final tuvo que comerse las miradas de sorpresa y desagrado del resto de cadetes. Hombre, es normal, no todos los días vez a un hombre adulto patalear para que no lo lleven al colegio.

Crish le dió un golpecito con el codo, dándole una sonrisa disimulada. Eso hizo que la expresión de asco del italiano mayor cambiara un poco, pero seguía sin estar de acuerdo con aquello.

Mientras, en otro lado de la comisaría, Jack estaba a punto de sufrir una taquicardia.

Si lo que su hijo dijo antes de morir era cierto, y solo las personas que portan a Pogo pueden matar a otra persona que lo porta, todo tenia mas sentido.

Tenía sentido que Toni no hubiera muerto después de la pelea, porque él no tenía a Pogo.

Pero oh~, el azabache no se dejaría ganar tan fácilmente, y Toni era mucho más duro de pelar de lo que todos piensan. Porque sí, puede que lo hubiera pasado mal en su momento, al hacerse pasar por Gustabo y engañar a Conway. Pero si recordamos bien, Toni ahora es un hombre nuevo.

Cómo un fénix que renace de sus cenizas, varios tendrían que enfrentarse a los nuevos problemas que vendrían en esta nueva etapa de su vida.

Con ustedes, señoras y señores: El departamento de la policía metropolitana de Londres, lugar donde va a reinar el caos.

Hierba Mala Nunca Muere  •  Tonway Donde viven las historias. Descúbrelo ahora