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Holaaa

Ha pasado un tiempo, así que recomiendo que releaís el capítulo anterior para tener un mejor contexto de lo que va a pasar a continuación

La chaqueta de Jack estaba tirada a medio metro de ambos, siendo el único testigo de lo que estaba pasando en ese muelle aquel atardecer de octubre.

Toni abrazaba a Jack del cuello, negándose a soltarlo y aferrándose a él como si su vida dependiera plenamente de ello. El azabache no estaba muy seguro de qué hacer,  ya que la respuesta del rubio había sido positiva, pero ahora no podía verle la cara por el abrazo.

Rodeó al rubio con sus brazos, devolviendo el gesto de afecto tan efusivo del cual parecía que no iba a salir pronto.

– Toni ya, está bien, puedes soltarme.– susurró con todo el cariño que pudo reunir al estar siendo asfixiado por el rubio. La respuesta del rubio fue un hipido, el cual lo habría descolocado mucho de no ser porque le siguieron varios sollozos ahogados.

– ¿Toni? ¿Por qué lloras, qué pasa? – Jack empezaba a ponerse nervioso.
Joder, cuando se propuso a Julia ella le dijo que sí y le dió un beso en la boca, no le hizo una "llave mortal, asesina novios a base de amor" y se puso a llorar.

Toni se separó lentamente, permitiendo que Conway lo tomase de los hombros y pudiera verle la cara.

– Perdón, esque... – de talló los ojo tratando de deshacerse de las lágrimas, haciendo contacto visual una vez pudiera ver con normalidad. – Esque me has tomado por sorpresa, y me ha emocionado mucho. De verdad.

La voz del rubio temblaba un poco por las lágrimas, y Jack estaba mucho más tranquilo ahora que sabía que estaba bien. Volvieron a abrazarse, siendo que ahora Conway tomó la iniciativa y aprisionó a Toni contra su pecho, inmovilizándolo.

— Ahg, Jack hijo de puta. Déjame salir..!– se quejó el menor al notar que no podía zafarse ni lo más mínimo.

El azabache soltó una sonora risa.

— Te jodes, por gilipollas y sentimental. Ya te vale, handa que ponerse a llorar cuando te pido que seas mi novio...

— Para tu información, cuando alguien hace algo cursi o cariñoso, a la gente le gusta, y tú no haces muchas cosas cursis y cariñosas. Creo que proponerte en un muelle al atardecer es algo bastante cursi y cariñoso, así que tengo el derecho a llorar si quiero. – se defendió Toni, y el mayor miró a su al rededor al oír sus palabras.

– Pues mira tú por dónde, que ya no es el atardecer. Se nos ha hecho de noche.

– Claro, entre tanta lágrima y anillos de oro como no se nos va a pasar el tiempo volando. – se rió Toni, apreciando el masculino perfil de la cara de Conway.

Varios segundos de silencio siguieron esas palabras, donde ambos se dedicaron a contemplar el mar una vez más.

De un momento a otro, Jack agarró con delicadeza la mano del rubio, y bajo la atenta mirada de éste mismo, deslizó con cuidado el anillo por su dedo corazón. Toni observó la joya brillar bajo la luz de la luna, notando que a pesar de ser simple, era realmente bella.

Mentiría si dijera que no había cambiado desde que estuvo en Marbella. No creía que hubiese aceptado algo tan simple en aquel entonces, y probablemente lo habría tirado a la basura por ser joyería de pobres. Ahora era distinto, y jamás se desharía de ese anillo, ya que era un regalo y una muestra de amor por parte de Jack.


Pensando en Jack, se giró a mirarlo, viendo cómo éste sacaba una bolsita de plástico de su bolsillo, extrayendo de ésta un anillo igual al suyo, pero más grande. Después se lo colocó en el pulgar, mirándolo unos segundos antes de que sus miradas se conectaran.

Se sonrieron, se sonrojaron y se tomaron de la mano.

– ¿Te parece bien si nos vamos ya? Empieza a hacer frío. – propuso el mayor, ganándose una afirmación por parte de su novio. Qué bonita sonaba esa palabra.

Se pusieron de pie, y Toni recogió el abrigo que llevaba ya varios minutos tirado en el suelo. Se lo volvió a colgar sobre los hombros, aspirando el aroma de la colonia de Conway.
O

jalá todo se quedase tan tranquilo y bonito como aquella noche del 29 de octubre, donde Toni y Jack se subieron al coche después de el momento más romántico que tuvieron juntos, y se marcharon a su casa llenos de felicidad. Ojalá la vida fuera así de bonita y azucarada siempre. Sería incluso mágico vivirla. Pero no lo es.



Hierba Mala Nunca Muere  •  Tonway Donde viven las historias. Descúbrelo ahora