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Esa era sin duda la noche en la que mejor había dormido en toda su vida, sobre todo porque llevaba casi una semana sin poder hacerlo. Sin embargo, las cosas cambiar cuando se despertara.

Abrió los ojos al notar que comenzaba a marearse, y de que definitivamente no estaba en su cama. Aún desorientado y teniendo que pestañear constantemente, pudo notar que estaba de pie en mitad de la calle, y una fuerte lluvia caía sobre su cuerpo.

La atmósfera era oscura y solitaria, interrumpida por el sonido de la lluvia y las sirenas de policía en la lejanía.

Se miró las manos, completamente desorientado, notando cómo éstas estaban llenas de sangre, y lo que parecía ser pintura para la cara. Entonces notó que estaba vestido con un traje a rayas muy feo, y que éste también tenía manchas de sangre.

No pudo pensar nada más, pues un coche de policía paró a unos cuantos metros de él. A través del cristal pudo notar los ojos tristes de Jack, mirándolo con pena y preocupación.

— No está. No está David, te juro que no está. A la mañana cuando me he levantado ya no estaba — Jack hablaba entre jadeos de desesperación y sollozos de impotencia, agarrando el teléfono con la mano temblorosa.

— Calmate, Jack. Lo vamos a encontrar, no te preocupes — Gordon usaba un tono comprensivo, también preocupado por la nueva desaparecido de Toni. No quería imaginarse lo peor, pero había muchas posibilidades de que hubiera huido.

Movilizó varias patrullas para que fueran a revisar la ciudad, y a petición del azabache, le permitió coger un coche a él también, solo si prometía calmarse.

Eran la 7:35 de la mañana cuando comenzaron a patrullar, y a las 8:00 llegó la primera alerta. Un hombre disfrazado de payaso asalta una tienda y mata a una mujer inocente.

Jack se pone pálido, pierde el control y casi tiene un accidente de auto. Gordon pierde los nervios, llama por la radio una y otra vez, tratando de contactar con Conway, pero él está demasiado ocupado mirando a la nada, aguantando las ganas de salir corriendo y tirarse al río.

Más alertas llegan, todas relacionadas con ese mismo sujeto, hasta que recogen la última de ellas: se había visto al mismo hombre deambulando por la zona industrial.

— Voy yo. Que nadie más se acerque a esa zona hasta que yo lo diga — habló Jack por la radio, después de estar desaparecido casi una hora.

— Está bien, pero no hagas ninguna locura. Seguiremos patrullando.

Gordon no sabe que ese hombre podría ser Toni perfectamente. Y Jack no sabe que casi había muerto la noche anterior.

9:08 de la mañana, Jack llega a la zona industrial, detiene el coche, y piede ver a pocos metros de él a Toni Gambino, la persona de la que está enamorado, disfrazado de payaso y mirándole con una expresión de miedo y confusión.

Agarró la radio lentamente, dando un corto pero significativo mensaje.

— Lo he encontrado.

El silencio en el coche era sepulcral. Jack conducía en silencio, revisando a cada rato cómo se encontraba su pasajero.

Toni estaba sentado en el asiento de atrás, mirando por la ventanilla y aferrándose a la manta que le cubría los hombros.

El azabache soltó un suspiro, pasándose la mano por la cara tratando de aliviar el estrés de las últimas horas. Suspiró de nuevo, buscando las palabras adecuadas para ayudar a la persona que quería en un momento tan delicado cómo lo era ese.

— No te preocupes. Esto no volverá a pasar, no dejaré que ocurra. Te pondrás bien, te lo prometo.

Toni no respondió, solo siguió mirando por la ventanilla. Jack volvió a dirigir su vista a la carretera, hasta que mi unos después escuchó algo.

El rubio sollozó, apretando con fuerza la manta y encogiéndose en su lugar. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, y de su boca solo salían sonidos de lamento.

Estaba agotado. No había dormido bien, todo daba vueltas y tenía náuseas, tenía la cara pintada de payaso y a demás estaba mojado. Quitando en hecho de que había matado y agredido a varias personas inocentes, solo podía pensar en pogo, en Gustabo y en las ganas que tenía de volver a estar colgando del brazo de Conway en aquella maldita fábrica.

Sintió cómo unos brazos lo envolvían, y cómo Jack le susurraba algo al oído, probablemente palabras de confort. Pasó a agarrar con fuerza la camisa del mayor, hundiendo su cara en ella y ahogando sus gritos y sollozos en el hombro ajeno.

La velocidad en la que Jack había bajado del coche para abrir la puerta de atrás y abrazar a Toni era casi inhumana, pero había valido la pena. El rubio necesitaba ahora más que nunca un abrazo.

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Hola

Solo vengo a avisar de que están historia será publicada de forma simultánea en otra cuenta

Lo digo sólo para avisar y que no haya malentendidos

Hierba Mala Nunca Muere  •  Tonway Donde viven las historias. Descúbrelo ahora