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Las siguientes horas fueron terribles para todos. Jack avisó de que había encontrado a Toni, y después del momento emocional en el coche llegaron a la comisaría.

El rubio pidió ser esposado mientras que Jack le explicaba todo a Gordon, diciendo que ya no se sentía como él mismo, y que no sabía si haría algo malo en algún momento.

Poco tiempos después estaba en el hospital, más concretamente en el área de psicología.

Conway tuvo que esperar durante larguísimas horas en una silla incómoda en un transitado pasillo. Por suerte pudo dormir un par de siestas que lo ayudaron a mantenerse vivo.

Al final, después de ese largo periodo de tiempo, Toni salió del hospital, con una cara no tan demacrada y con un cambio de ropa bastante básico. Afuera hacia frío, pues ya era finales de octubre, así que Conway le prestó su chaqueta cuando salieron del centro médico.

— ¿Qué tal te encuentras? ¿Te duele algo? ¿Necesitas que te ayude a caminar? Puedo cargarte en brazos si estás cansado.

— Jack, estoy bien, no te preocupes — susurró con voz cansada, metiéndose en el coche y cerrando la puerta. Y esque realmente estaba cansado, mental y físicamente.

— ¿Qué te ha dicho el médico? No quería preguntar por si era mal momento ¿Es éste un mal momento? — comenzó otra vez el azabache, soltando pregunta tras pregunta.

El ojiazul sonrió levemente, enternecido por la preocupación del azabache.

— Me ha dado distintas pastillas que tengo que tomar a diario. También me ha dicho que me tome unos días de descanso, y que es mejor que alguien esté conmigo durante una semana, por si acaso.

— Yo puedo hacer eso.

El carro quedó en silencio después de esa frase, y el italiano se acurrucó contra la ventana del coche, con la intención de dormir un rato. De verdad estaba agotado.

Al llegar a casa Jack lo cargó hasta la cama, tumbándose a su lado.

Tenía los recuerdos de la noche anterior grabados en la mente. Recuerda tocar la piel del rubio, estando bajo los efectos del vino. También recuerda haberlo besado, y que le haya gustado.

Se tocó los labios, abriendo los ojos para mirar al italiano dormido a su lado. Él era tan hermoso, tanto por dentro cómo por fuera.

Puede que las cosas no empezarán bien con Toni, pero estaba seguro de que quería que terminaran bien.

Octubre. De una u otra forma lograron superar ese mes ¿Cómo? Sí te lo digo probablemente te reirías. Pero sí, al igual que en las películas y libros, llegaron al 29 gracia a el poder de la amistad.

Jack estuvo completamente pendiente de cubrir todas las necesidades del rubio, quién le pedía a gritos, y muchas veces entre risas, que le dejase hacerse la comida el solo.

Gordon estuvo siempre apoyándolo, diciéndole que podía tomarse descansos si los necesitan para recuperarse de esa experiencia traumática. Y cómo no, Toni aprovechó esto para no trabajar, pero al final lo pillaron y tuvo que hacer su parte en la comisaria.

Crish también fue una gran ayuda. Cuando tienes a un tornado amarillo dando vueltas por ahí es difícil no centrarse en él, y si tú también eres un tornado amarillo pues más trabajo para el pobre Jack.

Hablando de Jack, estaba seguro de que ya era hora de hacer algo que tenía pendiente.

Por eso, la tarde del 29 de octubre, Jack Conway se llevó a Toni a la costa, a un bonito y acogedor muelle de madera.

•••

Toni se encontraba mirando el atardecer. Sobre sus hombros, la chaqueta beige claro de Jack, más concretamente, la única que no era negra. Le tapaba los hombros y espalda, y aún podía rodearse los brazos y usarla como si de una manta se tratara. Por eso la situación era tan acogedora para él.

A parte de la chaqueta, llevaba unos vaqueros rotos y una camiseta bastante básica. La cita le pilló desprevenido, así que no pudo ponerse nada mejor.

El azabache estaba sentado a su lado, con una sudadera negra y unos pantalones del mismo color. A veces se preguntaba si no conocía otro color a parte de ese.

Pero no era momento de criticar las opciones de moda del mayor, mejor se centraría en lo cómodo de su presencia y el la bonita escena.

— ¿Te gusta? — preguntó Conway, sonando más alto que las leves olas en las que Toni tenía enfocada su atención.

— Sí... Mucho — sonrió, aferrándose más a la chaqueta.

— Toni, mírame — el rubio levantó la mirada, conectándose con los oscuros ojos del americano. — quería hacer esto en un momento más romántico, pero en vista de cómo avanzan las cosas en este sitio, no sé si mañana podré hacerlo.

Jack se incorporó, clavó una rodilla en el vuelo y llevó su mano al bolsillo de su sudadera. En el momento en el que Toni vio eso, supo qué era lo que se venía, y solo pudo centrar su atención en la joya que brillaba bajo la rosada luz del sol.

No entendió lo que Jack le dijo a continuación, solo acercó la mano temblorosa al anillo de oro.

— E-esto... ¿Me has comprado un anillo? — no sabía por qué, pero toda su atención estaba en esa cosa.

— Sí... Mira el grabado.

Adentro del anillo se podían leer unas palabras en italiano.

Amore della mia vita.

Sus ojos brillaron al ver el mensaje, y levantó la vista hacia Jack, quién esperaba una respuesta.

— Puedes... ¿Repetir la pregunta? — habló con un sollozo de emoción entrecortado sus palabras.

El mayor se aclaró la garganta.

— Toni Gambino ¿Quieres ser mi novio, desde ahora hasta que la muerte llegue?

— Sí.

Sin esperar un segundo más, se lanzó a los brazos de Jack, besándole los labios con deseo y necesidad.

Hierba Mala Nunca Muere  •  Tonway Donde viven las historias. Descúbrelo ahora