6

92 50 27
                                    

Hace dos años y medios.

Un día normal para Flavia de camino al metro. No está sola, le acompaña Jerry, aquel chico alto de pelo rizo y color del cobre y pecas. ¿Saben lo que es llamar la atención por una risa escandalosamente contagiosa? Ese era Jerry cuando estaba con su mejor amiga, alguien con quién podía ser quién es sin ser juzgado. 

Mientras esto pasa:

Una mujer está corriendo desesperada, parece que la están sigiendo porque mira hacia atrás cada unos segundos pareciendo huirle a la muerte. Tiene gafas oscuras, una gorra negra y un cubrebocas. Unos jeans ajustados y una chaqueta. Ella choca con varias personas.

Flavia y su amigo iban caminando directo a ella sin notarla. Ninguno vió al otro y esto provocó que Flavia y dicha mujer cayeran al suelo y todas sus pertenencias.

—Señora, ¿está bien?—preguntó Jerry mientras su amiga procesaba lo ocurrido y quejaba del dolor en sus pompas.

La joven en el suelo miró a la misteriosa mujer cuyo cabello era rubio y rizo, recogido con una coleta. Luce desesperada y su respiración es fuerte. Está recoge rápido sus cosas pidiendo perdón por el fuerte choque. Flavia se pone en pie escuchando las disculpas.

—Estoy bien. ¿Necesita ayuda?—responde Flavia más preocupada por la mujer que negó la ayuda.

Detuvo un taxi llamando la atención del chófer. Es como si realmente huyera de algo. Las universitarias están en shock mirándola, hasta que la ven subir a un taxi. Flavia sacude su trasero y noto en el suelo un bolígrafo. Lo recoge y piensa que no es suyo sino de aquella mujer. Sin importancia lo deja caer dentro de su mochila para retomar su camino. 

A pocas calles bajan las escaleras para llegar al metro y lo primero fue que escucharon fue una voz melodiosa. No conocían la canción pero sonaba al estilo de los 80 ó 90. Como siempre todos caminan de un lado a otro, ocupados con sus vidas y no le prestan atencion, aunque siempre con la excepción de tres o cuatro. Ya estaban acostumbrados a verle a la misma hora y lugar. Flavia se acercó y dejó caer una moneda e intercambio una sonrisa con él. Luego correr antes que el tren cerrara sus puertas.

***

Al llegar frente a la puerta de su apartamento introdujo la llave y giró de ella junto con la manija.

—Ya llegué.—anuncio su llegada sabiendo que sus padres estaba dentro. Colgando sus llaves detrás de la puerta escucha pasos aproximándose.

—Por fin. ¿Por qué tardaste tanto?—es su madre, quién se cruza de brazos frente a ella y luce enojada.

—Tardé lo mismo de siempre—rodeandola camina hacia su cuarto y su madre va tras ella gritando su nombre.

—¿Ya llegó?—su padre que estaba en el cuarto sale y tiene un papel en manos.

—¿Cuándo piensas dejar la universidad?

Volvía otra vez el mismo tema, la misma discusión, aunque sabía en que terminaría a causa de su forma decidida y firme de pensar.

—La voy a terminar.—ella mira a su madre enfrentándola.

—Cuidado como le hablas a tu madre, Flavia—el padre se le acerca un poco más y ella muestra respeto conociendo su lugar. También resulta que tiene un carácter algo retorcido y le revira los ojos a ambos pasando entre ellos hasta cruzar la puerta de su cuarto para entrar.

El Señor Gorikz [MBE] (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora