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Flavia

Sus ojos verdes se clavan en los míos y me doy cuenta cómo se desvía lentamente a mirar mis labios. Su abrazo cálido me hace sentir segura. Esta cerca, y más cerca, su aliento se mezcla con el mío. Cierro mis ojos intuitivamente. Mis labios sientes un ligero roce...Espera, ¿por qué se siente tan raro? Abro mis ojos lentamente, y veo la almohada en mi cara. Espera...¿iba a besar a la almohada? ¿justo ahora? Me siento de golpe y limpio mi boca. Me detengo a mirar a mi alrededor y me entero que estoy en mi habitación. Una risa se escapa de mis boca cuando me doy cuenta que todo era un sueño.

Quería que él me besara. Su abrazo era tan cálido. Ve volteo a ver las sabanas. Ya veo porque tan cálido. Me siento avergonzada y salgo de la cama para ir al baño.

—Siento que me estoy volviendo loca. Solo me faltaba soñar con él.

Estoy dándome una ducha caliente y al salir el frío de la habitación me golpea. Tengo que correr hasta el cuarto de ropa.

¿Por qué hace tanto frío hoy?

Miró por la ventana y está nevando un poco. Por lo visto se pasó la noche nevando porque el suelo es blanco por la misma nieve. Cuando voy por la ropa miró la pequeña maleta negra.

Esa maleta que me entregó Ignacio luego que salimos del hospital. La misma que tiene el dinero del viejo Jack.

—Creo que debo entregárselo pero tengo miedo que tenga todo ese dinero con él, pueden aprovecharse o herirle por obtenerlo.

Poco después estoy lista, luciendo como siempre. El vestido, que es el uniforme del trabajo, un abrigo holgado, mi pelo completamente recogido en alto y unos lentes.

—Bien, estoy lista.

Bajo las escaleras y hay un camión cargando unas cajas. El auto negro me espera detrás, me acerco sin quitar la vista de los hombres que suben las cajas que lucen pesadas. Cinco de ellas me llaman la atención porque son altas y algo estrechas. Entro en el auto.

—Buenos días—saludo al mismo hombre que me conduce cada mañana.

—Buenos días señora Stuart.

—¿Sabes que está pasando?

—El señor Stuart hará un viaje.

—Ah, cierto. Anoche me dijo.

»Haré un viaje, debo encargarme de algo. Cuando vuelva más te vale que todo esté como hasta ahora...«–recuerdo.

—Al menos descansaré unos días de su presencia.—susurro para mí.

***

Camino con las manos en los bolsillos puedo ver la banca y me acerco por detrás.

—Hola viejo Jack.—con voz tierna y contenta de verle pero a la vez tímida.

Él se voltea lentamente y sonríe cuando mira mis ojos. Me siento a su lado. Un silencio incómodo se presenta.

—¿Cómo estás?—rompo el hielo.

—Dice una frase: Mejor que ayer, peor que mañana.

—Entonces ¿estás bien?—asienta y yo sonrió. Me doy cuenta cómo frota sus manos para calentarlas.—Viejo Jack—se muestra curioso—¿Cantamos?

Él sonríe y lo tomo como un si. Comienza él, por un momento que quedó admirandolo y le sigo en el coro. Confieso otra vez y no me canso de decirlo, estoy encantada con su voz, tiene una forma particular de cantar le hace único para mí. En las calles hay personas con talento que simplemente por temor no enfrentan los obstáculos. Todo por quedarse en su zona de confort.

El Señor Gorikz [MBE] (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora