El Señor Gorikz [MBE] (Borrador)

Prólogo

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Es medianoche y las nubes cubren el cielo por completo sin dejar ver la luna o las estrellas. Recién comienza a nevar y en la oscura y desierta carretera–ya muy apartada de la ciudad–solo se ve un auto. La nieve cae más a prisa y de repente aquel auto se desvía adentrándose en una zona rural, por un camino trazado entre árboles y cuyas ramas estaban siendo agitadas por el viento, uno que comenzaba a ser más fuerte.

"Estamos en peligro. Nuestra familia entera está en peligro y es mi culpa. Prométeme que recuperarás lo que nos pertenece."

El angosto camino parece ser también largo. Al rato apenas logra verse a lo lejos una pequeña luz entre la nevada. A medida que se acerca podía notarse dicha luz provenir de un farol junto a una casa pequeña de madera. La puerta es custodiada por un hombre alto que lleva un abrigo grueso.

"Destruye a quién planeo todo esto."

El auto se detiene en la entrada y aquel mismo hombre se acerca para abrir la puerta trasera. De inmediato se asoma un bastón sujetado por una mano que viste un guante negro de piel...

—Señor—dice y mira al suelo como muestra de respeto.

"Eres el hombre más fuerte que conozco."

Sale del auto, él, sin mirar nada más que la puerta cerrada que le queda en frente. Alguien más sale del auto. Quién lo acompaña es un hombre más joven, tiene el pelo largo tocando sus hombros y espejuelos. Se acerca a su lado.

Los tres cruzan la puerta, dejando atrás al conductor que esperaría en el auto. Dentro de la casita de madera todo luce normal, una mesa vieja de madera con sillas en igual estado. A simple vista aparentaba una casa abandonada, las paredes estaban deterioradas y el frío se colaba por las rendijas.
Se encuentran dos hombres más, estos sentados y en medio de una conversación se ponen en pie rápidamente al darse cuenta solamente de la presencia de él. Tragaron en seco y frucieron el ceño dejándose ver cómo fuertes soldados de un ejército. Finalmente uno de ellos dió el primer paso para caminar hasta un rincón, se acuclilla abriendo una puerta que se ocultaba en el suelo. Es oscuro y hay una escalera que conduce bajo tierra.

"Nadie puede detenerte. Perdóname, porque te he dejado solo en esto."

Se escuchan gritos. Una voz masculina gritando de forma dolorosa.

—¡Habla de una vez!—era alguien más con un tono fuerte, enojado y desesperado a la vez.

Él tomo aire profundo. Mirando la oscuridad que descendía.

Mientras tanto en el cuarto bajo tierra...

En un cuarto aún más acogedor con solo hay una rendija por donde se cuela el aire. La lámpara colgada en el techo apenas alumbraba y por si fuera poco a veces parpadeaba.

El hombre que hablaba enojado y tiene en sus manos unas pinzas, mis más que están ensangrentadas junto a su mano. Se queda frente a quién está atado de manos y pies a una silla.

Se abre la puerta de metal rechinante, juntamente con una brisa helada entra un hombre que solo mira a su compañero.

—Ya está aquí—avisa con inmediatez.

El otro entiende quién es el que ha llegado y deja caer las pinzas en la mesa de metal junto a otros instrumentos que había utilizado anteriormente, sangre por doquier. En medio de un silencio solo se escuchaba un bajo gruñido agitado de dolor.