Alguien

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Vegas se encontraba sentado en la esquina de un club, la luces pasaban y el dejaba salir el humo de su boca, relajado en lo que llegaba el trato que podría desencadenar un problema o formar lazos entre dos áreas totalmente diferentes.

A su mesa llegó una persona con una mochila, ambos sonrieron y una vez se saludaron tomaron asiento.

—Cincuenta mil por pasar mercancía en su territorio —empezó el negocio y Vegas sonrió burlón empezando a negar.

—Aclaramos que no habría droga en el negocio Rick, no quiero que mi territorio se divida por los bandos —dio un trago pensativo, Rick era demasiado insistente y cuando accedió a hablar sobre un trato dejo claro que no habría droga de ningún tipo.

No estaba teniendo las cosas claras.

—Si empiezas a venderla podremos hacer el triple de dinero Vegas —puso las manos sobre la mesa— ¿no crees que la gente quiera? Es lo que mas buscan en el sur.

—Aquí no es el sur —sentenció— no menciones a esos hijos de puta en mi área Rick —su sonrisa desapareció, lo miro directo a los ojos y volvió a hablar cuando Rick se desconcertó— no vengas a mi con mierdas absurdas, se que tú al igual que ellos me quieren joder.

—Vegas sabes que todo gira entorno a lo que te están ofreciendo —trato de negociar de nuevo pero Vegas estampó su mano contra la mesa.

—Te dije que no, no quiero que me traten como otro puto criminal más —dejó la vista de su bebida y lo miró— te recuerdo que apenas tengo un año siendo legal —por dentro era un mar de miles de emociones. El no era menor de edad, no podía dejar guiarse por avariciosos que solo buscaban una carnada a quien echarle la culpa.

—Sabes que encontrará un punto débil tuyo. Hacerte arrepentir tal vez no, pero te harán bajar la guardia —dio una calada a su cigarro— creerte invencible siempre ha sido tu mayor error.

Volteo a mirarlo una vez más antes de pararse y salirse, repitió lo que le estaban ofreciendo por un estúpido territorio, lo rápido que podría cambiar su vida con una sola decisión.

Vegas no quería una vida difícil como lo era estar involucrado entre las drogas, quería seguir con su vida que no era tan complicada, donde aún podía continuar para poder sanarse.

No podía distraerse cuando había encontrado a alguien.

Aunque su reputación no fuese algo en que pudiera esconderse, que se metiera en líos como esos a una edad tan temprana solo haría sus futuros planes a un cero. Imposibles.

Tenía sueños que no se iban directamente al estudio, pero sabía que con su idea podía sacar dinero que algún día ayudaría. Si esas personas seguían buscándolo tendría que recurrir a cosas que no le gustarían, no quería llevar sus problemas y su vida personal agarradas de la mano, sería uno de los mayores errores que podría hacer y no sabía si algún día iba a tener la oportunidad de deshacer.

Saliendo siguió su camino a casa, las calles estaban vacías y el viento frío soplaba en su rostro, cuando llegó al parque se sentó unas bancas lejos de este.

Cerca de quienes buscaban curarlo.

La iglesia.

Las campanas sonaron dando a entender que la misa había terminado, minutos después volvió a escuchar las campanas sonar y a una persona que llevaba tiempo mirando.

Ropa negra, los pantalones horribles.

Era Pete.

Se había preguntado porque estaba fuera de su casa tan noche hasta que recordó que su familia era católica, todos caminando delante de él para entrar a casa.

Pete nunca subió la vista, una vida encadenada y sin fuerza de poder hacer algo, gritar, patalear, aunque Vegas en ese momento sintió una punzada de ira picar, no había nada que pudiera hacer tampoco.

¿Qué haría el? ¿Llegar a su casa como un héroe a salvarlo? Estaría completamente loco.

No había manera que su atracción por ese gato saltara más que a su simple físico, demasiado entusiasmado por su esencia que los sentimientos ni siquiera se le pasaban por la cabeza.

Entre Nosotros - VegasPeteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora