Te Siento

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Por la tarde Pete la pasó mal, de nuevo por sus padres. Ese sentimiento extraño que le hacía sentirse triste y absurdo se llenaba en su cuerpo hasta hacerle sentir nada y todo al mismo tiempo.

Estaba acostumbrado a ese sentimiento familiar, pero igual no podía evitar querer escapar para liberarse de él por un momento.

¿De verdad había una buena razón para enfadarse con el? ¿O era solo un depósito para su mal estar? Se sintió torpe, entonces sus ojos se llenaron de lágrimas otra vez y se escondió en sus cobijas. Pensó en alguien, ¿el que haría en una situación así? Probablemente los ignoraría y se iría de casa por un momento para dejar ese ambiente lleno de enojo.

Su mente probablemente se hartó demasiado, porque pensó lo innombrable.

No iría a la iglesia, iría a aquel parque que le gustaba y punto.

Tampoco sabía de donde estaba sacando el coraje para hacer lo que quería, ni de donde sacaba el valor para tirar aquella camisa negra y cambiarla por una color azul pastel.

Era su vida, estaba queriendo cambiar su destino porque si no se le concedía como deseaba el tendría la libertad por su cuenta. Escuchó la puerta de su habitación ser tocada un par de veces, su mamá avisándole que ya era hora de ir a misa.

—¡No iré! —mordió su labio fuerte, con miedo a la respuesta que le daría.

Silencio.

—Te espero abajo.

La presión se instaló en su pecho, porque no le estaba dando otra opción más que ir con ellos.

Pero el le había dicho que no, y así sería.

Escucho pasos en el primer piso, y antes de que abrieran la puerta para salir se puso su chaqueta amarilla y brinco por la ventana.

Y corrió como si fuera a morir carajo que si.

Sintiendo la adrenalina correr por su cuerpo al desobedecer a sus padres por primera vez, quitarse la venda de los ojos y ver el mundo como si acabara de nacer.

Entonces antes de poder llegar a algún lado se escondió detrás de unas cajas y botes de basura. Con la vista a la entrada de la iglesia miró a sus padres entrar como si en realidad nada sucediera, tranquilos y a su paso caminaron, pasaron alrededor de cincuenta minutos en los que estuvo escondido con sus manos helando junto su nariz.

No le importaba.

Miro a monaguillos subir para tocar las campanas y se echo a correr de nuevo sin mirar atrás, solo queriendo poder sentir lo que le tocó el pecho la última vez.

Borrar esa línea azul.

7:00 pm.

Las campanas de la iglesia sonaron dando a entender que se había acabado la misa, camino adentrándose al parque sintiendo su pecho subir y bajar con intensidad, calmándose en el trayecto.

Su chamarra con peluche en la capucha hacía ver su carita de muñeco pequeña, sus mejillas sonrojadas y aquellos ojos sublimes que cambiaban dependiendo su ánimo.

Todo el camino estuvo pensando en lo que había hecho pero no había vuelta atrás, y si lo atrapaban ¿qué más daba? Su secreto debía de mantenerse a salvo, porque estuvo de acuerdo con que su ropa fuese simple y negra.

Estuvo de acuerdo cuando decidieron por el no tener amigos.

Cuando su vida fue para la iglesia.

Pero no podía con la idea en el que un día descubrieran su parque. Porque en ese lugar no había nadie que lo juzgara, todo parecía ser tan amable aunque en realidad no hubiera nadie.

Sintió esa sensación burbujeante subir a su pecho, los ojos que hace un rato parecían preocupados cambiaron junto su semblante a uno tranquilo y deseoso por querer sentir más de eso.

"Acá arriba hay quienes quieren mirarte"

Dejó de tener la vista en el suelo y subió la mirada.

Vegas estaba del otro lado mirándolo también.

Entre Nosotros - VegasPeteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora