Días

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Como pensó, todo se volvió un caos porque esas personas eran la palabra caótica con todas las letras.

Porsche y Kinn peleaban en quien podía hacer más círculos de humo, Vegas y Macao tomaban shots por cada pelota que no entraba al vaso y Ken junto Jeff miraban un programa de televisión infantil fumando hierba.

—No puedo creer como le pudieron hacer eso, Oso solo quería bañarse —Ken miro de manera sentimental a Jeff, Jeff le regreso la mirada comprensivo y asintiendo.

—La vida es cruel —ambos asintieron y continuaron mirando el programa.

Pete no sabía si reír o comprender su manera fumada de mirar un programa que debía de dar risa.

Todos estaban bajo la sustancia de algo, no sabía que festejaban pero parecía que no había razón, sólo habían organizado una reunión y disfrutaban el momento.

Vegas empezó a fumar también dejándose caer a su lado, se puso un poco nervioso porque el nunca había tomado alcohol, así mucho menos el fumar. No tenía miedo, porque a pesar de la manera de ser nadie se había parado para juzgarlo, lo habían saludado sin importarles qué.

—¿Un porrito Pete? —lo invito Ken— una vez en tu vida no te hará daño —las manos parecieron que se pegaron a su cuerpo, inmóviles al mirar por segunda vez algo ilegal.

Lo primero fue ver gente golpeada por órdenes de Vegas.

—N-nunca —relamió sus labios nervioso— nunca lo he hecho.

—¿Quieres probar? —le pregunto Vegas— no tienes que tomar el humo directamente.

Ken rodó los ojos porque sabía que Vegas no dejaría que se acercaran demasiado a su invitado.

—¿Entonces cómo? —estaba dispuesto ahora, esa seguridad que aparecía cuando estaba con el le decía que simplemente tratara de hacer algo nuevo.

Vive, vive, vive.

—Acércate —movió dos de sus dedos haciéndole seña para que se quedara a su lado más juntos— te pasaré el humo.

Las mejillas de Pete se calentaron.

—¿Boca a boca? —preguntó un poco exaltado porque nunca había tenido ese tipo de contacto con nadie.

—¿Si no por dónde? —Vegas se rio burlesco— ¿quieres? —con el corazón palpitándole hasta los oídos y con su estómago cosquilloso asintió.

—Si.

El próximo movimiento le nubló la cabeza por completo.

Vegas le dio una calada al porro, después lo tomó por la mandíbula y sin que lo pidiera abrió la boca para que soltara el humo.

Pete se sostuvo de los hombros de Vegas en todo momento, quiso más de eso.

—Suelta el humo ahora —le ordenó, sin dificultad de el salió una nube pequeña.

—¿Quieres más? —le preguntó sonriente, porque el también buscaba más.

Mas de Pete que no parecía suficiente.

—¿Tendrá algún efecto?

—Puede que si, tengo cigarillos si no quieres hierba —Vegas con sus piernas extendidas, las manos por igual extendidas en el respaldo del sillón, el cabello cayéndole por la frente.

Era demasiado tarde o había bajado su defensa porque era atractivo.

—Quiero de nuevo.

Los padres de Pete no tenían una idea de lo que su castigo había creado.

Porque después de sentir no querer tratar nada nunca más, Vegas había ido a su casa a hacerle saber que habían cosas de las que se perdía.

Sus padres ya habían vivido su juventud como quisieron, habían tenido sus propias experiencias, el también quería tener las suyas.

Aunque en realidad no pasará el humo hasta los pulmones, cuando Vegas daba sus propias caladas el humo quedaba en el aire y lo respiraba, Porsche y Kinn también estaban en su propio mundo al igual que Ken y Jeff quienes seguían despiertos comiendo frituras.

—Pedí comida no un banquete —dio un sorbo a su soda, dándola una mordida a su hamburguesa.

Todos rieron en la sala de estar, incluyéndose.

Sintió los ojos adormecidos y un poco más chicos, no estaban del todo rojos pero ahí estaba.

La primera vez que le pasaban el humo.

De alguna forma su pierna terminó encima de la de Vegas, cómodo.

—Nosotros nos vamos —le dio palmadas en su muslo— debo dejar a Pete.

—Quédense aquí —le dijo Kinn, la mayoría de veces todos se quedaban porque solo no querían ir a casa, preferían pasar la noche con compañía que deseaban.

—No tiene permiso.

Pete se despidió de todos así como todos se despidieron de él, diciéndole a Vegas que lo llevara mas seguido.

Caminaron saliendo de la casa unos cuantos pasos hasta llegar a una motocicleta.

—¿Sabes manejar motocicleta? —tocó el volante fascinado.

—Hace unos años aprendí, tengo licencia si te preocupa que nos estrellemos —Pete le sonrió entusiasmado y con ayuda subiéndose en la parte de atrás. Vegas hizo que pusiera sus brazos en su cintura, Pete simplemente recostó su cabeza en su espalda sintiendo el aire pasarle por el rostro.

Joderrrrr.

Unas cuantas cuadras antes de llegar bajo la velocidad, no podía dejar de pensar que Pete era un carajito hermoso, quería darle todo lo lindo y que se lo pusiera porque merecía lucir todo eso que parecía gustarle.

—Gracias —acomodó su flequillo dándole otra sonrisa.

Si Vegas no había caído en el fondo antes, ahora podía confirmarlo.

Pero antes de que se despidieran recordó algo.

—¡Pete! —el otro lo miró atento— ¿intercambiamos números? —saco su celular.

—No tengo celular, solo tablet —le dijo algo apenado.

—¿Nos pasamos correo electrónico? —alzó las cejas sugestivo, ahora Pete asintió algunas veces porque si tenía correo electrónico.

—Oki, lo apuntaré en tu celular ¿si? —sin dudarlo Vegas le tendió su teléfono para que lo escribiera.

Se lo entregó y se despidieron con un saludo, Vegas lo miro desde abajo esperando que subiera con cuidado a la ventana de su habitación, cuando le alzó el pulgar haciéndole saber que estaba bien regreso donde Kinn.

Ambos desearon que el mundo no les cobrara cuentas por esas horas donde lo malo no existió.

Ambos desearon más contacto, más de eso.

Pete se cambio de ropa a su pijama, adentrándose a su cama durmió.

Vegas en el sillón de la casa de Kinn pudo no pensar en lo que le atormentaba porque todo en su cabeza llegaba a la misma persona.

Su muñeco.

Entre Nosotros - VegasPeteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora