Maggie se sentó en el colchón sucio y roto que había sobre el frío suelo de la casa abandonada. El lugar ya se lo sabían de memoria, cada rincón, cada habitación, habían intentado decorarla, pero terminaron pegando las cajas de las pastillas que tomaban a lo largo de los cinco años que ella y Ashton se conocían. Desde los jarabes para la tos hasta la heroína, lo han coleccionado todo... como un recuerdo de la adolescencia enfermiza que viven y los alegran.
Ashton tomo LSD y lo colocó en la punta de su lengua, luego espero a que se disolviera y cerro los ojos, al abrirlos sentía cosquillas en el estomago al ver a la pequeña Maggie quitarse la ropa y quedarse solo con la camisa blanca del instituto.
Ashton se sentó en el suelo, para poder observar la tormenta desde el cristal de la ventana rota, Maggie en cambio se metió bajo las sabanas violetas y poco a poco se sumergió en uno de esos cortos y enfermizos sueños.
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Cool╰☆╮
Teen Fiction-Maggie, deberías de saber que te amo. -Ashton, tu sabes que no amo a nadie. -¿Continuarás fumando por horas mientras te matas? -Es lo único que sé hacer bien.